10º Aniversario
¡El capitán cumple diez años!
descúbrelo

Mal estamos, y no es nuestra culpa

Por 20minutos.es  ·  27.10.2022

El consumo de benzodiacepinas, familia que agrupa los ansiolíticos comúnmente empleados hoy en día, aumentó un 57% entre 2008 y 2020. Según indica el Ministerio de Sanidad, tres de cada 10 españoles padecen algún trastorno de salud mental, siendo los más comunes los de ansiedad, (74,6 casos por cada 1.000), sueño (60,7) y depresivos (41,9). Esto podría explicar que la salud mental sea “el nuevo hablar-de-qué-tiempo-hace”, y, la sensación generalizada de malestar, “un sentimiento de época”.

Así lo definen el médico de familia Javier Padilla y la psiquiatra Marta Carmona, autores de Malestamos. Cuando estar mal es un problema colectivo (Capitán Swing), un ensayo que reflexiona sobre qué significa “estar mal” en una sociedad marcada por el cansancio, el estrés y la falta de esperanza en el futuro. Frente a esto, “la primera pulsión” parece ser la “patologización del malestar”, pero, explican los autores, existen opciones alternativas: “La negación de la singularidad del sufrimiento y la llamada a la politización como respuesta única posible”.

Insisten en que este pesar general no puede aliviarse únicamente a través de la acción individual, psicofármacos y sesiones de terapia, pues se requieren, además, “intervenciones en el ámbito del trabajo –combatiendo la precariedad y repensando la división sexual de las labores dentro de la empresa y del hogar–, los derechos de subsistencia y la ampliación a derechos vinculados con los valores posmateriales, como la autonomía, la libertad de expresión o el desarrollo de la democracia”.

Dicho de otra forma, trabajar en uno mismo no es suficiente, pues la calidad de vida también depende de las herramientas que brinda el sistema y de la posición de la sociedad frente a factores de estrés tales como “el patriarcado, la crisis ecológica o el neoliberalismo”. “Si el sufrimiento psíquico se entiende como desadaptación y se trabaja para que el sujeto pueda volver a adaptarse al mundo, es fácil incurrir en hacerle adaptarse a una situación inadmisible”.

Por ello, Carmona y Padilla incitan al autocuidado, pero también al “cocuidado”. El camino hacia la “transformación” será posible si se entiende desde el nosotros y no tanto desde el yo. Una forma de reflexionar sobre ello es leer con perspectiva no solo los mensajes que se transmiten a través de los manuales de autoayuda, cada vez más en auge, sino también a través de las redes sociales: “Hay una derivada más modernizada de estos libros. Por ejemplo, la esfera de TikTok vinculada a los criptoactivos o a la masculinidad en torno al gimnasio. Básicamente, dice lo mismo: ‘Tú eres el único responsable de tu destino'”.

Thank you for watching

A estos discursos se suman otras cuestiones vinculadas a la popularización de la presencia mediática del sufrimiento psíquico. Entre ellas, la entrada de la iniciativa privada para beneficiarse de él, o que este tema se hable conjuntamente “sin las voces de las personas que hayan experimentado fenómenos diagnosticados como trastorno mental grave”. “Las personas que oyen voces, por nombrar solo un fenómeno, apenas obtienen visibilidad en el marco público”, recuerdan los autores, ya que “se visibiliza lo común, mientras lo más extraordinario o infrecuente, que precisamente es lo más estigmatizado, se vuelve a quedar al margen”.

No obstante, frente a estos escenarios, Carmona y Padilla son optimistas: es posible “vivir mejor”. Eso sí, antes hay que entender que no existe “un bienestar universal” y que se deben “solventar o mejorar los malestares”. También que no puede haber “un ‘vivir mejor’ mínimamente generalizable si se basa en la opresión de otros seres o ecosistemas”, y que alcanzar un mejor estado “no sirve para designar solamente aquello que queremos que sea, sino también aquello que creemos que debe ser”.

Padilla lo tiene claro: “Hay esperanza. Verdaderamente, hay lugares adonde mirar en los que se puede ver a gente que construye pequeñas motivaciones cotidianas donde cabe todo el mundo. Dicen que la población está desmovilizada, pero es cierto que, cuando el movimiento feminista convoca una manifestación, se para la ciudad de Madrid. Nos podemos permitir ser muchas cosas en esta vida, pero no derrotistas. La esperanza no solo es una obligación moral y política, sino que también es una realidad muy tangible”.

Ver artículo original