La inclusión en la lista de terroristas más buscados de Estados Unidos de Assata Shakur, militante del Movimiento de Liberación Negra y acusada falsamente del asesinato de un policía hace cuatro décadas, es en realidad un mensaje de criminalización contra los movimientos que se atreven a hablar contra la violencia del sistema o que insisten en su derecho a la autodefensa.
El anuncio fue hecho por el agente especial del FBI Aaron Ford el 2 de mayo de 2013, 40 años después del homicidio en cuestión. Assata es la primera mujer que entra a esta lista. En la misma conferencia de prensa, el teniente de la policía estatal de Nueva Jersey, Mike Rinaldi, anunció un aumento en la recompensa por su captura, de un millón a dos millones de dólares.
Cuando Barack Obama llegó a México -el mismo día-, no cabe la menor duda de que él y su procurador Eric Holder ya habían aprobado esta mentira sobre la historia de lucha de Assata, que no sólo la criminaliza a ella sino, por extensión, a todos los hombres y mujeres que participaron o participarán en la lucha de la liberación negra en Estados Unidos.
Pasos en la lucha de Assata Shakur
En los años sesenta, Assata participó brevemente en los movimientos estudiantiles, comunitarios y anti-guerra; también conoció a diversas organizaciones del Movimiento de Liberación Negra antes de unirse a los Panteras Negras en 1970.
Shakur cuenta en su autobiografía que, cuando estaba de visita con los Panteras en Oakland, se sintió muy afectada por el asesinato del joven Jonathan Jackson y le dio gusto que los Panteras hicieran una guardia de honor en su funeral. Señala: “Hace falta que alguien defienda a la gente negra para que no seamos víctimas para siempre, pensé. Si sigo siendo una víctima, esto me va a matar. Ya era hora de hacer algo con mi vida. Quería ser una de las personas que defendían al pueblo.Lo pensé durante todo el viaje de regreso a casa. De todas las cosas que yo había querido ser cuando era niña, una revolucionaria definitivamente no era una de ellas. Ahora es lo único que quería hacer”.
Al llegar a Nueva York, Assata vendió periódicos, trabajó con Joan Bird en proyectos de salud y, aún cuando le costaba mucho trabajo levantarse a las 4:30 cada mañana para preparar desayuno para los niños, gozaba profundamente las actividades. Su grupo en Harlem tenía programas en tres distintas iglesias y ella se turnaba entre las tres, siempre aprendiendo algo de los niños.
Al hablar con su amistad con Zayd Shakur (Pantera Negra, de cuyo asesinato el gobierno la culpó), señaló: “Nunca dijo una sola mala palabra sobre ningún compañero. Yo lo respetaba porque se negó a ser parte del culto al machismo que era parte del Partido. Siempre me trató a mí y a todas las otras hermanas con respeto. Nos comunicábamos a un nivel tan intenso y honesto que después me preguntaba si era real”.
Assata salió del partido cuando se produjo una escisión muy fuerte -en parte impulsada o exacerbada por las actividades de contrainsurgencia de la división del FBI llamada Cointelpro, que enfoca su trabajo encubierto contra los movimientos disidentes. Aún así, la policía la buscaba constantemente para interrogarla y ella se vio obligada a vivir en la clandestinidad.
De este periodo de su vida dice que: “Durante los siguientes años viajé mucho y conocí a mucha gente hermosa, tan hermosa que me devolvió la fe en la naturaleza humana…Me quedó claro que el Ejército de Liberación Negra (BLA, por sus siglas en inglés) no era un grupo organizado y centralizado con una cadena de mando. Por el contrario, hubo varias organizaciones y colectivos trabajando en diferentes ciudades, y en algunas grandes había varios grupos trabajando independientemente. Muchas personas llegaron a la vida clandestina por haber sido obligadas a esconderse, pero las hermanas que quedaron se unieron a estos grupos por su compromiso con la revolución y la lucha armada, y porque querían ayudar a construir el movimiento armado en amérika”.
La militante señala, sobre su pensamiento sobre la lucha armada, que: “Los grupos tenían diferentes ideologías, diferentes niveles de consciencia pública y diferentes ideas sobre cómo realizar la lucha armada. Muchos hermanos estaban dispuestos a pelear hasta la muerte; eran inteligentes, valientes y dedicados, dispuestos a hacer cualquier sacrificio, pero muy pronto entendimos que el valor y la entrega no eran suficientes. Algunos querían un enfrentamiento de vida o muerte con la estructura de poder a pesar de estar débiles y mal preparados. No entendieron que la lucha armada sola nunca va a traer una revolución, hace falta el apoyo de las masas. Pensé que lo más importante era organizar y construir esto pero no me oponía a unas acciones bien planeadas y ejecutadas que la gente negra pudiera entender y apoyar”.
A partir de 1971, la imagen de Assata apareció en periódicos y paredes de toda la ciudad de Nueva York, con acusaciones de robos de bancos y asesinatos de policías. Cuando el ex jefe de policía Robert Daley publicó su libro Target Blue, en febrero de 1973, sus descripciones de supuestos asesinatos de policías por el BLA estaban ilustradas con fotos de Assata.
Incidente en la autopista de Nueva Jersey
El 2 de mayo de 1973, Assata Shakur, Zayd Malik Shakur y Sundiata Acoli hicieron un viaje en un coche. Fueron detenidos en la autopista de Nueva Jersey por la policía bajo el pretexto de traer una calavera dañada y por su apariencia “sospechosa” como negros. Se desató una balacera en la que los policías asesinaron a Zayd y dispararon a Assata por la espalda, hiriéndola gravemente mientras ella tenía las manos arriba. Assata y Sundiata fueron detenidos y acusados del asesinato del policía Werner Foerster, quien también murió en la balacera. Y para colmo, los dos fueron acusados del asesinato de su propio compañero Zayd. Durante varios días, Assata fue golpeada y torturada en el hospital.
En una carta posterior, Assata Shakur se identifica como una cimarrona del siglo XX y comenta sobre las acusaciones en su contra: “Nunca en mi vida había sentido tanto duelo. Zayd juró protegerme y ayudarme a llegar a un lugar seguro, y quedó claro que él perdió la vida intentando protegerme a mí y a Sundiata. Aunque [Sundiata] no llevaba arma y el arma que mató al policía Foerster fue encontrada debajo de la pierna de Zayd, Sundiata fue capturado y acusado de las dos muertes. Ni Sundiata Acoli ni yo tuvimos un juicio imparcial. Nos encontraron culpables en los medios de comunicación mucho antes de que se hicieran los procesos”.
El 4 de julio de 1973, mientras se recuperaba de sus heridas, Assata Shakur grabó un mensaje titulado “A mi pueblo”. Shakur declaró en el mensaje: “Hermanos negros, hermanas negras, quiero que sepan que los quiero y espero que en algún rincón de su corazón me quieran a mí también. Me llamo Assata Shakur (nombre de esclavo, Joanne Chesimard) y soy una revolucionaria. Una revolucionaria negra. Declaré la guerra contra los ricos que prosperan con nuestra pobreza, contra los políticos que nos mienten con las caras sonrientes, y contra todos los robots mecánicos sin corazón que los protegen a ellos y su propiedad”.
En la grabación, la militante señaló respecto a las acusaciones que “igual que a todos los revolucionarios negros, amérika pretende lincharme. Soy una mujer negra y revolucionaria, y por eso, me acusan de todos los crímenes en los cuales sospechan que una mujer participa. Con respecto a los crímenes cometidos por hombres, me acusan de planearlos. Soy una revolucionaria negra y, por eso, integrante del Ejército de Liberación Negra”.
La grabación dejó clara la perspectiva revolucionaria de Assta: “Los cerdos usan sus periódicos y canales de televisión para pintarnos como criminales despiadados y brutales, como perros rabiosos. Nos dicen asesinos, pero nosotros no asesinamos a Martin Luther King, Emmett Til, Medgar Evers, Malcolm X, George Jackson, Nat Turner, James Chaney y cientos más. Nos dicen ladrones, pero nosotros no robamos a millones de personas negras de África. Tampoco robamos o asesinamos a millones de indígenas para luego tomar sus tierras y llamarnos pioneros. Hay y siempre habrá, hasta que cada hombre, mujer, niña y niño negro esté libre, un Ejército de Liberación Negra. Hay que defendernos. Hay que ganar nuestra libertad por los medios que sean necesarios. No tenemos nada que perder excepto nuestras cadenas”.
¿Qué está detrás de la nueva ofensiva?
En una reciente entrevista con Democracy Now, el aclamado abogado Lennox Hinds afirma que no existió una pizca de evidencia que indicara que Assata disparó a Foerster o que cometió cualquier otro acto de terrorismo. Debido al daño que tiene en un nervio por un balazo, es sido imposible que ella haya disparado un arma.
Después, uno de los policías confesó que mintió en su declaración contra Assata. Hinds opina que al ponerla en su lista de los terroristas más buscados ahora, el FBI simplemente pretende inflamar a la opinión pública en su contra. Destaca que ella, igual que sus compañeros, fue objetivo del programa Cointelpro, operado por J. Edgar Hoover, quien buscaba evitar el desarrollo de una sublevación tipo “Mau-Mau” en Estados Unidos. Es decir, Hoover no quería un movimiento de liberación nacional en su territorio parecido al que ocurrió en Kenya en los años cincuenta.
Sundiata Acoli lleva 40 años en prisión y está claro que el gobierno no tiene la menor intención de permitirle salir bajo libertad condicional aunque él, desde hace dos décadas, cumplió con todos los requisitos. En la página de Acoli se pueden leer sus brillantes análisis del sistema carcelario, los efectos del aislamiento prolongado sobre una persona y los movimientos en los que él participó.
Assata, por su lado, después de pasar seis años y medio en prisión, se fugó de esas condiciones de exterminio con la ayuda de sus compañeros, para gran deleite de muchos amantes de la libertad en varias partes del mundo. Desde 1984 está exiliada en Cuba. Se describe como una cimarrona que vivirá y morirá como una esclava rebelde.
Encolerizados por su fuga y seguramente por los numerosos tributos que Assata Shakur recibe de artistas de hip hop como Common, Mos Def, Dead Prez, Michael Franti y otros simpatizantes, los policías de Nueva Jersey nunca dejaron de promover su captura. El 2 de mayo de 2005, fue nombrada “terrorista doméstica” y el FBI puso un precio a su cabeza por un millón de dólares.
En ese entonces, Mumia Abu-Jamal escribió: “Durante siglos, nada ha despertado la furia estadounidense tanto como la fuga de un esclavo. Esto no sólo es cierto con respecto a la historia lejana. Por atreverse a zafarse de sus cadenas y fugarse de una esclavitud brutal e injusta, Assata ahora es llamada ‘terrorista’ por el Imperio. Esto es porque, para los poderosos, nada es más aterrador que la resistencia a su voluntad imperial. Por lo que se refiere a los terroristas, si en verdad quieren encontrar unos, no debería ser muy difícil encontrarlos. Sólo tendrían que revisar la Casa Blanca”.
De cierta manera, la nueva embestida contra Assata Shakur se puede entender como un burdo espectáculo mediático en una absurda guerra contra el terrorismo, dado que ella ni siquiera se encuentra en el país –si no fuera por los enormes y destellantes anuncios en las carreteras que incitan a cualquier mercenario a viajar a Cuba para secuestrarla o simplemente asesinarla. El peligro para ella no es nada irreal.
Pero como en todos los casos políticos, las amenazas, castigos y persecuciones no sólo se dirigen contra las luchadoras sociales; tienen el propósito de atacar a movimientos, clases y pueblos enteros al sembrar miedo entre la gente propensa a rebelarse. La activista e intelectual Angela Davis, entrevistada en Democracy Now, opina que este nuevo atropello contra Assata Shakur también tiene el propósito de espantar a las personas involucradas en luchas por la educación y la salud, o contra la violencia policial y el encarcelamiento masivo. Scotty Reid, de Black Talk Radio, asevera que la maniobra es un mensaje a las comunidades negras en el sentido de que se penalizará a cualquier persona que levante la voz contra la violencia del sistema o que insista en su derecho a la autodefensa. Quien participe en un incipiente movimiento puede ser tachado de terrorista.
El FBI miente
Las declaraciones del agente especial del FBI, Aaron Ford, el pasado 2 de mayo, destacan la naturaleza política de la caza de Assata Shakur. Dice: “Al vivir de manera abierta y libre en Cuba, mantiene y promueve su ideología terrorista. Produce discursos contra el gobierno de Estados Unidos que divulgan el mensaje de revolución y terrorismo del Ejército de Liberación Negra”.
Como ejemplos de su “ideología terrorista”, citamos algunos de los mensajes enviados por Assata. En un mensaje que ella envió en su ampliamente festejado cumpleaños el 16 de julio del 2007, señaló: “Tengo 60 años y es poco probable que viva para ver a mi pueblo libre de opresión y represión. Pero estoy totalmente convencida de que nuestro sueño colectivo de libertad será realizado un día. Le ruego sinceramente a la juventud que desarrolle sus habilidades, que amplíe la conciencia y que perfeccione sus capacidades para analizar la realidad. Los africanos que conspiraron con el comercio europeo de esclavos para vendernos y sumirnos en la esclavitud fueron seducidos con baratijas. Espero que nuestros jóvenes no sigan cayendo en las mismas trampas”.
En el mismo mensaje de cumpleaños, Assata aseveró que “creo que es nuestro deber colectivo hacer de la libertad una realidad. Creo de verdad que es posible terminar con la opresión y la represión en este planeta. Si nos vemos como ciudadanos del planeta y ciudadanos del mundo, será más fácil salvar el planeta y reconocer los derechos humanos de los seres humanos alrededor del mundo”.
En 2008, al escuchar que la policía de Nueva Jersey pidió al papa Juan Pablo II su intervención en facilitar la extradición de Assata, ella le escribió una carta donde preguntó: “¿Cuál es la amenaza que represento?” Luego le informó sobre los hechos de su vida y su caso, pero dejó en claro su compromiso con “cambios revolucionarios en la estructura y principios que rigen los Estados Unidos”, la autodeterminación para su pueblo y otros pueblos oprimidos, y el fin de la explotación capitalista, la abolición de las políticas racistas, la erradicación del sexismo y la eliminación de la represión política.
“Si esto es un crimen, soy totalmente culpable”, escribió Assata al papa. Le explicó que los policías de Nueva Jersey pretenden “llevarla a justicia”, pero cuestionó: “¿La tortura es justicia? A mí me mantuvieron en aislamiento total durante más de dos años, casi siempre en prisiones para hombres. ¿Ésta es justicia? Me enjuiciaron ante un jurado compuesto sólo por gente blanca, sin el más mínimo intento de imparcialidad, y luego me sentenciaron a cadena perpetua más 33 años. ¿Ésta es justicia? No busco justicia sólo para mí, sino para mi pueblo”.
Como tercer ejemplo de su “ideología terrorista”, podemos escuchar una canción que grabó en diciembre de 2010, titulada R/evolución is love (feat assata shakur), donde llama a una revolución de la mente, del corazón, del espíritu. Afirma que el poder del pueblo es más grande que cualquier arma. “Si nos obligan a hacerlo, pelearemos, pero la meta de la revolución es la paz. Una r/evolución del pueblo no se puede parar. Tenemos que ser armas de construcción masiva, armas del amor masivo. R/evolución significa proteger a la gente, las plantas, los animales, el aire, el agua. R/evolución significa salvar este planeta. R/evolución es amor”.
Una amenaza muy grande. No cabe la menor duda.