La bastarda

Adorada Violette Leduc

Cuando pienso en escritoras absurdamente olvidadas, me vienen a la mente Djuna Barnes y Violette Leduc. Si Marguerite Duras vuela con la lengua, Violette Leduc no se queda atrás. La nueva y vieja convencionalidad, a la que se entregan con desvergüenza tantos autores sobrevalorados, se encuentra a miles de años luz por detrás de escritoras Adorada Violette Leduc

Violette Leduc, una escritora descarnada que rasga las entrañas

“Me iré como he llegado: intacta y cargada con los defectos que me han torturado. Hubiera querido nacer estatua y soy babosa en mi propio estercolero”. Con estas palabras nos recibe Violette Leduc en La bastarda, una autobiografía seca y sin tapujos que quedó finalista del Premio Goncourt en 1964 y que Capitán Swing recupera con Violette Leduc, una escritora descarnada que rasga las entrañas

Leduc, alabada por De Beauvoir y Camus, y víctima de la homofobia

i caso no es único: tengo miedo de morir y me desgarra estar en el mundo. No he trabajado, no he estudiado. He llorado, he gritado. Las lágrimas y los lamentos me han llevado mucho tiempo. La tortura del tiempo perdido en cuanto reflexiono me han llevado mucho tiempo». Estas son las primeras líneas de La Leduc, alabada por De Beauvoir y Camus, y víctima de la homofobia

La olvidada

ntes de empezar a hablar sobre La bastarda me atenaza el horror de la página en blanco, de mi posible incapacidad para reseñar un libro que representa una vida entera. Violette Leduc —una figura invisible, una apartada—, nació en Arras, Pas de Calais, en 1907; creció en plena víspera de la Primera Guerra Mundial. Al comienzo de su trayectoria La olvidada

‘La bastarda’, una obra maestra infravalorada de la literatura universal

Esta obra mayor, prologada por Simone de Beauvoir, nos arrastra con su verbo rico y brillante al periplo y el sufrimiento de una mujer en la Francia de la primera mitad del Siglo XX hasta los años 60, cuando obtuvo reconocimiento literario por figuras como Genet o la propia Beauvoir. La escritura de Leduc nos ‘La bastarda’, una obra maestra infravalorada de la literatura universal

Violette Leduc, sufrimiento y verdad

Una editorial arriesgada como Capitán Swing era la adecuada para publicar las memorias de Violette Leduc, bajo el título de La bastarda, con prólogo de Simone de Beauvoir y una traducción de María Helena Santillán que sale airosa de la dificultad del texto. Libro de original estilo que se lee con fluidez, con la misma facilidad que la rápida y Violette Leduc, sufrimiento y verdad

Bastarda, fea y extrema: buscando a Violette Leduc, la escritora olvidada

“Mi fealdad me aislará hasta la muerte”, se lamenta Violette Leduc en su segunda novela, ‘L’Affamée’, escrita en 1948. “Hubiera querido nacer estatua y soy babosa en mi propio estercolero“, prosigue en ‘La bastarda’, su obra más afamada, por la que ganó el premio Goncourt en 1964 y que ahora reedita en castellano Capitán Swing, como una labor de memoria de una Bastarda, fea y extrema: buscando a Violette Leduc, la escritora olvidada

Violette Leduc, hija ilegítima y amarga escritora

Es extraño este asunto de la crítica literaria. Quizá a otro crítico este libro le hubiera gustado mucho. A Jean-Paul Sartre le gustó, y también a Jean Genet y desde luego a Simone de Beauvoir le gustó tanto como para dedicarle un prólogo. Pero es un asunto extraño este, insisto, porque si bien la caracterización que hace Violette Leduc, hija ilegítima y amarga escritora

Violette Leduc, la gran escritora feminista a la que deberíamos reivindicar

Marginada de la cultura francesa y prácticamente desconocida fuera de las fronteras galas, la escritora Violette Leduc fue la protegida de Simone de Beauvoir y una precursora en el tratamiento revolucionario del aborto y el lesbianismo en la literatura francesa de la posguerra. Ahora, Capitán Swing ha editado su novela más conocida, La bastarda, hasta el momento inédita en Violette Leduc, la gran escritora feminista a la que deberíamos reivindicar

La bastarda

«Mi caso no es único: tengo miedo de morir y me desgarra estar en el mundo. No he trabajado, no he estudiado. He llorado, he gritado. Las lágrimas y los lamentos me han llevado mucho tiempo. La tortura del tiempo perdido en cuanto reflexiono en ello. No puedo pensar mucho tiempo, pero puedo complacerme ante La bastarda