El caso Tuláyev

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Victor Serge era algo así como un revolucionario «profesional». Estuviera donde estuviera, pensaba en cambiar el mundo. Anarquista de origen belga, colaboró con la Revolución Bolchevique y fue un gran admirador de Lenin. Pero con la llegada de Stalin, Serge, vinculado también al izquierdismo trotskista cayó en desgracia. Fue probablemente el primer intelectual en criticar el estalinismo, y ello le valió la cárcel y que sus parientes no fueron tan afortunados: su hermana, su suegra, su cuñada y dos de sus cuñados murieron en prisión. Consiguió escapar gracias a las presiones internacionales y vertió aquellos años de terror en una de las novelas más escalofriantes del siglo XX, «El caso Tuláyev», que ahora recupera la editorial Capitán Swing, con prólogo de Susan Sontag. Una historia de víctimas y verdugos, la crónica de un estado policial y la fotografía de la dantesca experiencia de la más siniestra maquinaria de represión que haya dado la historia del ser humano, pero en la que no falta el humanismo de este hombre y escritor que le tiró de los bigotes con valentía inusitada a Papá Stalin.

 

 

El caso Víctor Serge

 

Victor Serge (1890-1947) era un tipo valiente. Si aún hoy puede costarte caro sostener que la disciplina militar, la adhesión inquebrantable al líder y la mordaza para el disidente no son valores de izquierda, esto podía suponerte un tiro en la nuca en la época en la que a él le tocó vivir. De hecho, Serge pagó esa convicción con una estancia en el gulag, el desprecio de la inmensa mayoría de sus ex camaradas y una muerte triste y solitaria en México.

El sofisma usado entonces contra Serge venía a ser el que hoy también puede escucharse, aunque en circunstancias obviamente menos dramáticas: criticar en público a un líder, un partido o un movimiento de izquierda supone hacerle el juego a la derecha. Su réplica sigue siendo válida: si el fin justifica la adopción de los métodos autoritarios y caudillistas de la derecha, apaga y vámonos.

Una pequeña editorial madrileña, Capitán Swing, acaba de reeditar la novela más interesante de Victor Serge: El caso Tuláyev. Menos conocida que parientes suyos como El cero y el infinito, de Koestler, o 1984, de Orwell, esa obra supone, sin embargo, una denuncia aún más explícita de la tiranía estalinista.

Obra coral, con diversos personajes y escenarios, su trama, entre policíaca y política, se desencadena a partir del asesinato a tiros del prominente camarada Tuláyev en una gélida noche moscovita. La búsqueda del asesino levantará el telón sobre la Unión Soviética de las purgas inquisitoriales de Stalin de los años 1930, un país lúgubre y acobardado donde la expresión de la más mínima discrepancia te puede llevar a la cárcel, el campo de concentración o, si eres afortunado, la ejecución sumaria. Sobre todo si el disidente es “uno de los nuestros”, un partidario de la revolución de 1917.

Como otras anteriores, esta edición de El caso Tuláyev está prologada por Susan Sontag. La escritora estadounidense arranca llamando a Serge “uno de los héroes éticos y literarios más imponentes del siglo XX”, y, a continuación, explica por qué, pese a ello, es tan poco conocido.

Para empezar, ningún país le reivindica. Victor Serge nació en Bruselas, hijo de opositores rusos al zarismo, y vivió en Bélgica, Francia, España, Rusia, Alemania y Austria, para terminar muriendo en México. Hablaba cinco lenguas (francés, ruso, alemán, castellano e inglés) y se consideraba ciudadano del mundo.

Tampoco le reivindica ninguna ideología: trabajó junto a socialistas, anarcosindicalistas y comunistas, pero fue siempre un átomo libre, un revolucionario inclasificable e indomable, un libertario. Como a tantos otros, las esperanzas despertadas por la revolución rusa de 1917 le engancharon, y en los años siguientes fue un activo bolchevique y un dirigente del Komintern. Pero la zafiedad y brutalidad de Stalin no tardaron en asquearle. Sus primeras críticas al régimen estalinista le llevaron al gulag, de donde solo salió, para ser expulsado de la Unión Soviética, tras una intensa campaña a su favor del escritor francés André Gide.

En los años 1930, 1940 y 1950, muchos intelectuales progresistas comulgaron con la inmensa rueda de molino de no expresar el menor reparo al régimen soviético para no dar bazas a sus poderosos enemigos. Pero también hubo quién no calló. André Gide y Victor Serge estuvieron entre ellos (y en España, el socialista Fernando de los Ríos y el marxista Andreu Nin).

Serge escribió El caso Tuláyev entre 1940 y 1942, en Francia, República Dominicana y México. Huía tanto de Hitler como de Stalin y seguía considerándose un revolucionario de izquierda. Pese al fracaso de la revolución rusa, jamás renunció a la idea de que el mundo necesita un cambio radical.

Así relata Susan Sontag su penoso final: “Desarrapado, desnutrido, cada vez más aquejado de angina de pecho –que empeoró a causa de la altitud de la ciudad de México-, sufrió un infarto en la calle a altas horas de la noche, llamó un taxi y murió en el asiento posterior. El conductor lo depositó en una comandancia de policía: transcurrieron dos días antes de que su familia supiera lo que había sucedido y pudiera reclamar su cuerpo”.

Victor Serge fue el primero en calificar de “totalitario” al Estado soviético, en una carta que escribió a unos amigos de París la víspera de su detención en Leningrado, en febrero de 1933. Era una verdad como un templo. Por mucho que fuera una verdad “incómoda” para buena parte de la izquierda mundial.

Su postura frente a la verdad es lo que hace tan genuino a Victor Serge, escribió John Berger. Entre la verdad y el partido, siempre escogió la verdad.

Javier Valenzuela

Víctor Serge aclara ‘El caso Tuláyev’

 

Es realmente estimulante observar cómo las diferentes nuevas editoriales van posicionándose cada una con su propia identidad: eso significa que todas y cada una tienen su razón de ser y que, de forma diferente a lo que ocurre con las grandes libreras, no están por estar o por el negocio, sino para ahondar precisamente en sus respectivas líneas editoriales. En el caso de Capitan Swing, no es azaroso que su catálogo explore de forma contestataria un pasado preeminentemente revolucionario, ya que es a través de la conciencia de aquellos errores y triunfos de donde se pueden extraer grandes lecciones para nuestro paupérrimo presente.

Tomemos como ejemplo la última referencia de Capitan Swing: “El Caso Tuláyev“, novela de ficción que el mismísimo John Berger definió como “la mejor obra de ficción jamás escrita sobre las purgas estalinistas“. Por algo será. El libro narra los procesos que prosiguieron al tiroteo en el que murió el camarada Tuláyev, un alto cargo del gobierno. Múltiples fueron los sospechosos y a todos les unía un único rasgo común: su inocencia (al menos, de los cargos imputados). Una lectura necesaria para entrar en contacto con Victor Serge (llamado realmente Victor Napoleón Lvovich Kibalchich), pieza imprescindible en la Revolución rusa que acabó exiliándose y viajando por todo el mundo (Barcelona incluída). Definitivamente, tenemos tanto que aprender del pasado…

 

La muerte del camarada

 

Kostia, un oficinista que comparte piso con Romachekin, saca su pistola y acaba con la vida del camarada Tuláyev, el del Comité Central, el de la deportación en masa en la región de Voróyen, el de las purgas en la universidad. Y es que Kostia piensa que Tuláyev ha hecho un mal inconmensurable a la juventud, se ha valido de la mentira, ha ultrajado la fe de las personas en el partido y ha conducido al país al borde de la desesperación. Rápidamente se inicia una investigación para depurar responsabilidades y aclarar las circunstancias de la muerte del camarada.

Al principio las sospechas recaen sobre la secretaria del muerto que mantiene una relación con un estudiante que no pertenece al partido y sobre el chofer quien mantiene su versión de que no sabe nada y es inocente. Las autoridades comienzan a elaborar una lista de mil setecientos cuarenta potenciales sospechosos. El caso se ramifica en todas las direcciones, se relaciona de forma absurda con otras investigaciones y al final se junta una disparatada multitud de prisioneros. Todos sospechosos y culpables para el régimen que se vale de cualquier pretexto: traición, delitos de terrorismo, el desmembramiento de la Unión, las contradicciones interiores del régimen, el deseo de poder, la presión del entorno capitalista, las intrigas de los agentes extranjeros o la actividad demoníaca del Judas-Trotsky.

‘El asesinato de Tuláyev‘ es la oportunidad perfecta para limpiar el partido. Solo así se pueden justificar las detenciones, los interrogatorios, las torturas, las violaciones de los derechos humanos, las purgas, los crímenes y los encarcelamientos a los que Stalin sometió a personas inocentes durante décadas. ‘El caso Tuláyev‘ de Víctor Serge hace referencia a las consecuencias que tuvo para la Unión Soviética el asesinato del dirigente Kirov a manos de Leon Nicoley el 1 de diciembre de 1934. ‘El caso Tuláyev‘ es una novela de personajes, de mártires (Erchov, Makeyev, Stefan Stern o Ryzhik) que plasma una de las épocas más duras de la represión estalinista.

La obra refleja a la perfección el desencanto, las miserias, el clima de incertidumbre y el clima de inseguridad y miedo en el que se sumía la población rusa ante la violencia desmesurada y la sinrazón de los gobernantes. A lo largo de las páginas asistimos a la caza de brujas: a la búsqueda del culpable que se cobrará la vida de muchísimos inocentes. Se nos presenta un mundo lleno de injusticias sociales, desigualdades y crueldades cuyo radio de acción abarca todo el espectro del planeta.

‘El caso Tuláyev‘ de Víctor Serge nos habla de una época cruel y oscura, tiempos difíciles en los que la alargada sombra del comunismo sumía a los campesinos en el hambre, en la devaluación del rublo y en el distanciamiento entre ciudadanos y gobernantes. Se trata de una reflexión sobre la violencia, una crítica social a la irracionalidad y a las purgas que pone en marcha el sistema. Y es que para El Gran Jefe el fin justificaba los medios.

 

El caso Tuláyev

En la gran tradición de la novela europea, El caso Tuláyev es la comedia humana de un estado policial, con la sensación de urgencia y amenaza que se cierne sobre la capital moscovita sitiada por el invierno, donde el inocente confiesa su culpa y el castigo cae sobre él, y en la que la explicación de los hechos se da no como una fórmula histórica,