Salir de la anestesia local con Günter Grass
Tanto da el 68 que el 13. El matrimonio entre el activismo político y el artista es tan espinoso como cualquiera de los civiles o eclesiales.
Un alumno idealista e inconsciente que contrasta con un profesor consciente y decadente. La eterna vieja escuela de la acción directa contra el cambio político tranquilo, sosegado, cuatrienal, progresivo.
Así se construye la trama de Anestesia local, un libro de 1969 rescatado al castellano por Capitan Swing del premio Nobel Günter Grass, donde este se moja sin paliativos sobre el maridaje artepolítico. Aunque sin tomar partido. La biografía de Grass se parece más a la de Starusch, el maestro con un pasado tormentoso marcado por el abandono de su prometida, que a la del alumno, que pretende quemar a su perro vivo en pleno Berlín para protestar por la Guerra de Vietnam y el uso del napalm.
Ninguno de los personajes sale especialmente bien parado, sin embargo: esta es una novela sobre la debilidad humana y sobre como el pasado nos devora en detrimento del futuro esperanzado.
En medio de este eje masculino los personajes femeninos tienen el aspecto de fantasmas, de musas y valquírias, de guías y tentaciones ajenas a la inercia del estancamiento aburguesado. Sumidero de los planes y la imaginación, la sociedad de la posguerra se presenta como un obstáculo al placer. Cualquier disfrute es postrero, la muerte, el fin del libro, el abismo, parece el último resquicio de alivio para unos personajes que deambulan convenciéndose unos a otros de temas sobre los que no están demasiado seguros: mientras las ideas se muevan, mientras la inacción se mantenga, habrá una seguridad en un futuro que ninguno se atreve a abordar por cobardía. Personalidades subsidiarias y parásitas de los demás, todas rodando hacia la nada.
Dividido en tres partes, Grass construye personaje, trama y desenlace casi en compartimentos estancos, salpimentándolos con bastante Séneca –su discípulo fue Nerón, que extendió la “calefacción” en Roma– y haciendo de la ensoñación y la estructura enmarañada un complemento satisfactorio para el afortunado lector que termine o empiece el año con este volumen.