Ah Puch está aquí

El acuerdo maya

Los sacerdotes mayas realizaron estas expediciones al pasado porque habían reducido a cenizas el presente. Los estudiosos de la cultura maya se han preguntado por qué no efectuaron cálculos sobre el futuro; tenían un descubierto. Los cheques eran devueltos. No había nada ni nadie ahí.

Extracto de Ah Puch está aquí, uno de los textos del libro.

Si el acuerdo maya sigue en pie, dentro de tres semanas el mundo se va a tomar por culo. Por muy escéptico/a que seas, habrás imaginado cómo es el fin del mundo, vislumbrado en algún sueño o pesadilla su posibilidad o habrás visto alguna de las decenas de películas que se han hecho en el último año sobre el apocalipsis o re-visitado alguno de los ejercicios precedentes. No hace falta demasiado. En su día, hace ya cuarenta años, William Burroughs, en plena adicción a la heroína y otras alternativas tóxicas, pasaba de tener el mono y decidía que era mejor vivir en ese estado de neurosis narcótica tan enfermiza como creativa en la que permaneció sumido el más maldito y destroyer (y ya es decir) de la generación beat. En uno de esos cauces e idas de olla momentáneos, se alió con el ilustrador de tiras cómicas Malcolm McNeill para dejar brotar un proyecto de apocalipsis corruptible que se vio plasmado en cuatro números de la revista Cyclops (la primera de cómics para adultos del Reino Unido) y que, una vez llevado más allá, acabó encajonándose y reduciéndose al típico ensayo a voces que no encajaba en la corrección política de muchos sellos editoriales de la época pero que hoy, a poco más de veinte días para que todo se vaya al carajo, cobra mayor sentido, se entiende como una obra de punk antes del punk y como un reclamo que, gracias a Capitán Swing Libros, abandona la marginalidad y encuentra sitio en las librerías y en el armario que arderá el próximo 21 de diciembre.

Ah Puch está aquí y otros textos no sólo es la llamada que Burroughs realiza por cauces lírico-ilustrados en tono experimental tras el proyecto junto a McNeill al Dios maya de la muerte, sino un tinglado en el que la liberación creativa acaba entrelazándose con la crítica a la corrupción social, política y moral, los automatismos orales aplicados a entramados literarios, la sexualidad expuesta, la meditación zen-punk de aquellos días (y aquellos estados físico-mentales en los que estaba el bardo americano) y la exploración desordenada de métodos de producción y recreación editoriales que resuenan tan satánicos como conceptualmente caóticos y que acaban transformándose como auténticos productos-experiencia en el terreno editorial. Por un lado, el texto original (sin ilustraciones) Ah Puch está aquí, en el cual la conceptualización yonqui muta en un alarde lisérgico de monos en la nuca y ordenaciones narrativas en torno a un personaje, Mr. Hart, que acaba virando en novela febril breve y confesiones expuestas del oscurantismo militante. Por otro lado, dos textos más breves: El libro de las respiraciooones, o una semi novela gráfica (ilustrada por Robert F. Gale) que autoexpone el formato de dibujo del Paint o el CorelDraw y el 8bit en una estructuración matemática de conceptos lírico-visuales de lectura experimental; y La revolución electrónica, uno de los textos breves más reflexivos y anti-consumistas que Burroughs realizó nunca y que hoy se pueden entender como auténticas profecías de un visionario marginal que de sus propios preceptos caóticos acababa exponiendo los defectos del mundo. Agonía y éxtasis del mono de caballo antes del apocalipsis. No veas Melancolía, lee este libro y muere nervioso.

Alan Queipo

 

Ah Puch está aquí

William S. Burroughs ha pasado a la historia de la literatura gracias a su facilidad para escribir textos experimentales y ser uno de los principales exponentes de la Generación Beat. Junto a otros autores (Jack Kerouac, Neal Cassady, Allen Ginsgerg, etc.), en los Estados Unidos de los años 50 se creó una corriente literaria caracterizada por escapar de los valores tradicionales americanos, dejarse influir por los estados artificiales a los que les transportaba el consumo de drogas, creer en la libertad sexual del ser humano y dejarse influenciar por las religiones de otras culturas.

Los libros más conocidos de Burroughs  son “Yonqui”, “Marica” o “El almuerzo desnudo”. Capitán Swing ha traído ahora al español “Ah Puch está aquí”, y es una rareza que los amantes de la Generación Beat acogerán con mucho placer. Por un lado, no se trata de un texto convencional, sino que son tres relatos independientes concebidos para publicarse en un formato a medias entre la novela gráfica y el cómic. Para ello, Burroughs contaba con la participación de Malcolm McNeill, que se encargaría de las ilustraciones. Sin embargo, ninguna editorial quiso apostar por una obra tan novedosa para su época.

El primero de los relatos, “Ah Puch está aquí” (“Ah Pook is here”) llegó a ser publicado en 1969 por la revista Cyclops, la primera revista de cómic underground británica. Incluía los dibujos originales de Malcolm McNeill y aún conservaba su título original, “The Unspeakable Mr. Hart”. Pero la tira sólo duró cuatro números. Este texto está inspirado en los códices mayas y en él ya encontramos la prosa surrealista y retorcida que caracteriza también a los otros textos, llenos de giros inesperados y sentencias oníricas y muy visuales.

En “La revolución electrónica” (“Electronic revolution”), Burroughs  fantasea con la posibilidad de conseguir una forma de manipular el lenguaje para conseguir efectos inmediatos en la población que reciba los mensajes. Los medios son tratados como difusores de ideas-virus creados para la acción (o la inacción), y el método del cut-up, característico de su literatura, trasladado a las grabaciones magnéticas y a las emisiones por radio y televisión. Es casi imposible leerlo sin establecer una relación directa con “Watchmen”: un dato curioso es que la forma en que Burroughs enfocaba en estos textos la manipulación y el control de las masas a través de la imagen y los medios de comunicación influyeron de forma decisiva en la obra de Alan Moore, quien intentó llevar a cabo en “Watchmen” estas mismas ideas. Según Alan Moore, Burroughs podría haber hecho auténticas virguerías si se hubiese centrado en el cómic como medio para llevar a cabo toda su obra literaria.

Este libro es una apuesta fuerte en el mercado editorial y debemos agradecer a Capitán Swing la edición, que aparece al margen de las publicaciones súper ventas veraniegas.

Mar López

 

Se acaba el tiempo

La literatura de Burroughs parece tocada de algo que no es literatura y que no sabemos exactamente lo que es: vida, drogas, el contacto con realidades que no son humanas, la sombra de una conspiración que pervierte toda nuestra experiencia y que es necesario sacar a la luz. Burroughs ha leído algo, ha experimentado algo, sabe algo, y lo quiere contar. En sus libros hay autobiografía, fantasía surrealista, ciencia ficción de vanguardia. Al mismo tiempo, sus obras parecen flotar un poco más allá de los géneros, en una región salvaje de la psique que es previa a la forma y al lenguaje articulado. Hijo de los surrealistas, no quiere hacer literatura, sino crear sensaciones y experiencia en el límite, o quizá más allá del límite.

Quiere desmontar y comprender la forma en que la psique aprehende la realidad y también la forma en que los códigos de que disponemos para representar esa realidad han sido pervertidos y deformados maliciosamente a fin de dejarnos en un estado de ceguera y esclavitud. Literatura paranoica compuesta de destellos de genialidad en medio de mares de caos tras cuyas olas de imágenes frenéticas y violentamente sexuales percibimos el aire civil, frío y distante de ese Burroughs de las fotos, un hombre con chaqueta y corbata venido para anunciarnos el apocalipsis.

«Paseos de color»

De los tres textos que se reúnen en este volumen, el tercero, La revolución electrónica (1971), parece la fuente del último, Ah Puch está aquí. Se trata de un ensayo sobre el tema de la manipulación psicológica por medio de sistemas electrónicos, especialmente mediante el uso de grabaciones de voz. «Cuando el sistema nervioso humano descodifica un mensaje codificado, el sujeto tiene la sensación de que son ni más ni menos que sus propias ideas que se le acaban de ocurrir, que es lo que de verdad ha sucedido.» Encontramos en estas páginas muchas de las obsesiones de Burroughs; también la fuente de muchos de los ejercicios de percepción que les ponía a sus alumnos de escritura creativa, tales como los «paseos de color», que nos muestran la forma en que la percepción y la memoria seleccionan y reconstruyen los datos de los sentidos. La manipulación, la conspiración mundial, comienzan para Burroughs en nuestra psique.

El libro de las respiraciones es una especie de ensayo profusamente ilustrado por Robert F. Gale. Su tema: las conspiraciones políticas, desde la legendaria secta de los asesinos del Viejo de la Montaña hasta la CIA poniendo en el poder a Pinochet. Curioso el papel que Burroughs asigna al sexo en todo este fregado, siempre un sexo frenético, destructivo, violento. ¿Acaso no sabe que los grandes dictadores jamás han sentido el menor interés por el sexo?

El señor Hart

Ah Puch está aquí, la parte de texto de un cómic basado en los antiguos grabados mayas que nunca llegó a publicarse completo, es el pasaje más interesante de los tres. A caballo entre los géneros, a veces se lee como ensayo, a veces como guión, como diario, como apuntes, y casi todo el rato como novela. Una extraña novela contorsionada y apasionante cuyo título hace referencia al dios maya de la muerte (Ah Puch) y que describe cómo algo llamado CONTROL domina a la raza humana de forma implacable y desde los principios del tiempo.

CONTROL necesita tiempo, tiempo humano compuesto de sensaciones, tiempo que se acaba («tiempo es lo que se acaba») y por eso necesita un stock de humanos dispuestos a consumir tiempo. Todo el tiempo que consumimos y que nos consume es utilizado por CONTROL, pero el tiempo no es infinito y llegará un momento en que se terminará.

Hay un hombre, John Stanley Hart, obsesionado con la inmortalidad, que se dedica a buscar los libros mayas para aprender el control sobre la vida y la muerte. Comienza a estudiar todo tipo de sistemas para la manipulación y la invasión psíquica: el impuesto sobre la renta, los sistemas electrónicos, las falsas medicinas, hasta que encuentra el sistema perfecto, la creación de virus invasivos. Hay además un ser llamado Sin Dolor, un dios con cabeza de buitre, escalofriantes secuencias de imágenes, sexo y una droga denominada Muerte.

Para algunos lectores, como para quien esto escribe, todo esto resultará irresistible: para ellos, y solo para ellos, cinco estrellas.

Andres Ibáñez

Ah Puch está aquí

En 1970 William Burroughs y el artista Malcolm McNeill comenzaron un pequeño proyecto conjunto, un cómic titulado The Unspeakable Mr. Hart, que se publicó en Cyclops, la primera revista inglesa de cómics para adultos. Poco después, los autores decidieron colaborar en una meditación más extensa sobre el tiempo, el poder, el control y la corrupción inspirada en los códices mayas