A la rica marihuana

Desternillante retrato de la generation beat

Fresco e irreverente. Dos adjetivos que suenan a piropo para una obra con más de 40 años a sus espaldas. La recopilación de escritos, artículos y entrevistas que componen A la rica marihuana y otras especias (publicada en 1967) ha sido reeditada esta pasada primavera por la editorial Capitán Swing. Extravagante, a la par que brillante, supone una delicia literaria para los amantes de la generación beat.

Su lenguaje, a veces demasiado hip, es una valiosa fotografía de las expresiones y comportamientos de la contracultura americana de finales de los 50 y principios de los 60. Por eso, pese a su avanzada edad, el libro se conserva joven, manteniendo ese toque insolente que cautivó a sus coetáneos. Sus 275 páginas aseguran al lector un carrusel de carcajadas y buenos momentos.

Las veinte historias en las que se divide el libro, diferentes en forma y contenido, recorren un sinfín de paisajes de la cultura yanqui; eso sí, casi todos con la droga como telón de fondo. Southern lo mismo habla de música sureña, de política exterior, de homosexualidad, racismo, de la falsa moral, de la CIA, de Hollywood o de la carrera espacial; llegando a recrear un encuentro ficticio entre Kafka y Freud. Todo ellos, relatos recopilados de sus publicaciones en la revista Squire.

Para Tom Wolfe, Southern es el padre del llamado Nuevo Periodismo, que supuso una renovación de ese estilo acartonado en la forma de contar de historias. Es en los hilarantes diálogos donde el autor destapa todo su talento. Da igual que la conversión sea entre dos fumetas, en el que hasta las vacas se colocan, o una discusión entre dos editores de una revista de Madison Avenue. El humor, al igual que las drogas, es el barniz que impregna cada conversación. Un talento, que los amantes del cine pudieron disfrutar en la fabulosa cinta de Stanley Kubrick, ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, de cuyo guión es corresponsable.

 

El hombre que siempre estaba allí

Terry Southern formó parte de la generación beat y del Swinging London, fundó el llamado “nuevo periodismo”, escribió los guiones de Dr. Strangelove y Easy Rider… Vamos, que estuvo en todas las fiestas y firmó en todos los libros de visita que daban cuenta de la cultura de los animados setenta. Semejante currículum hace que cualquier obra suya que pueda ofrecernos el mundo editorial en español merezca interés. Junto con una interesante y alocada novela (“El cristiano mágico”) que publica Impedimenta, aparece esta recopilación miscelánea en Capitán Swing que sirve de buena introducción al singular universo literario del autor. Universo marcado sobre todo por un estilo ácido que se sirve del sarcasmo y la ironía para desnudar a la sociedad americana, pero sin alcanzar el trazo grueso de lo grotesco o la admonición panfletaria.

Southern es un gran escritor, capacitado especialmente para el diálogo, a través del cual capta la espontaneidad de la calle, aunque tampoco se pierde en la excesiva imitación del slang, porque sus textos se dirigen ante todo contra los prejuicios, inercias y fundamentalismos de la sociedad americana: el racismo, la homofobia, el gran tabú de las drogas… Pocas cosas quedan al margen de su pluma insidiosa, le agrada especialmente retratar con rasgos burlescos algunas de las grandes cuestiones políticas de la época, desde los viajes espaciales a la CIA a “la bicha” del comunismo; pero también se mueve por cuestiones más mundanas, como el jazz o la literatura pulp (ay ese Mike Hammer que hoy contemplamos con una mirada aún más sardónica que la de Southern…).

En el libro encontramos también algunos textos de ficción que no pasan de pequeñas curosidades o apuntes de lo que podrían llegar a ser comedias musicales, obras de teatro o guiones televisivos. Mención especial merece “Se cambia de apartamento”, donde une nada menos que a Freud, Kafka y la madre de éste en una especie de sesión de terapia desopilante que termina con una resolución simbólica que habría agradado al autor de “La metamorfosis”. Otro de sus logros es la incorporación de la narrativa al reportaje periodístico, a la manera de Capote (no entremos en quién fue primero, el huevo o la gallina… o dejémoslo mejor en la marihuna y todos contentos), técnica que hoy se sigue practicando con profusión y que quizá no ha sido lo suficientemente estudiada y valorada.

Un volumen entretenido, irreverente, de ágil lectura y buen sabor de boca final. Si un mínimo pero podemos ponerle es lo pegado que se encuentra a su época, aunque ese inconveniente deja de serlo porque aquellos tiempos, al menos bajo la visión de Southern, aparecían cuajados de humor, desvarío, creatividad y, en definitiva, vida. Contemplarlos desde la grisura del presente nos invita a reiterar la famosa interpelación de Tierno Galván: el que no este colocado aún, que se coloque.

Francisco Casoledo

El periodista que se chutó sangre de esquizofrénico

La editorial Capitán Swing reedita el más famoso recopilatorio de artículos y relatos de Terry Southern, A la rica marihuana y otras especias… Los puntos suspensivos son importantes, porque representan todo un cúmulo de historias, algunas truculentas, otras satíricas, otras ingeniosos retratos de personajes peripatéticos, que hay detrás del humo sensacionalista que debía suponer insertar la palabra “marihuana” en el título de un libro allá por los sesenta. Los puntos suspensivos, de hecho, son lo más interesante del libro, y ponerlos como sustitutivo de todo lo que nos va a contar Terry parece una bella forma de alentar la expectación o de autocensura.

Con un título más propio de la bibliografía de Carlos Castaneda o del anuario de la revista Cáñamo, este libro abre con un par de relatos protagonizados por las peripecias de un chaval blanco y uno de los negros que trabajan para su padre. Juntos montan una plantación de hierba. Por supuesto, el negro le enseña todo lo que hay que saber sobre el negocio, hasta que un buen día éste se mata a cuchilladas con otro negro tras una disputa por una apuesta de dados.

Los negros y la maría aparecen muchas más veces en el libro. Los primeros como objeto de estudio de un erudito amante de la música, que cuenta en una cena con sus colegas de profesión su intención de meterse en profundidad en esa nueva música que llaman jazz y que sirve de bandera a la raza que su pueblo lleva tantos años explotando. La metodología es sencilla: darse un paseo por los bajos fondos, preguntar por Bird y meterse heroína mientras intenta imitar el slang de la época para camuflarse.

Hoy en día se tiene una idea muy romántica de todo ese mundillo de negros soplando por tubos dorados que se inyectan jaco para tocar mejor, pero lo cierto es que esta gente siempre estuvo bien jodida y que ninguno de nosotros duraríamos ni tres minutos viviendo esas vidas. Lo más parecido que tenemos en España es el pueblo gitano y los pobres inmigrantes que vienen de África o Pakistán o India a montar sus badulaques con jornadas laborales de 16h y a los que el Gobierno  acaba de negar la asistencia sanitaria. En España falta por escribir la Gran Novela Paki, que corre a cargo de los hijos de esos tipos que nos venden serbesa-beer-amigo a las tres de la mañana. Quién sabe. Por su parte, los gitanos ya inventaron a Camarón y pueden morir en paz y armonía. De momento Cuatro podría dedicar un programa de Me cambio de familia al Bronx, o a las tres mil viviendas de Sevilla. Como eso no va a ocurrir, tendremos que recurrir a Terry para reírnos juntos de los hipsters. El relato “Eres demasiado hip, tío” es un claro ejemplo de lo ridículos que podían llegar a ser los modernillos de la época, tanto o más que los jazzapastas de nuestros tiempos.

Pero vamos a lo que vamos. Las historietillas sobre la injusticia social y sobre blanquitos que se las dan de listos están muy bien, pero las historias que de verdad impactan son las que protagoniza el propio Terry. O eso da a entender, porque su prosa periodística y su prosa ficcional apenas se diferencian, y la editorial no detalla qué es un artículo o qué un relato, o dónde y en qué año se publicaron. Esta revista le debe mucho a Terry Southern, casi tanto como a Hunter S. Thompson, y quizá más de lo que muchos sospechen. Tom Wolfe dijo (y Tom Wolfe es DIOS) que el origen del Nuevo Periodismo fue un artículo de T.S. titulado “Bastoneando en Ole Miss”, publicado en Esquire (la revista de hombres ¿interesantes?) y también en este libro. El punto fuerte de este artículo y del libro es precisamente la capacidad del autor para autografiarse en ellos sin perder ni un detalle de lo que quiere contar.

Un hipotético musical de enanos cubanos, un escritor de novela policíaca que, harto de que ningún actor sea capaz de interpretar como Dios manda a su detective protagonista, decide interpretarlo él, un extraño viaje a un pueblo perdido de México donde sus habitantes cohabitan con una plaga de cucarachas verdes voladoras, dosis de escenas absurdas, sobredosis de sátira y lo que todos estábais esperando, un tipo al que le recomiendan probar la sangre de esquizofrénico por su capacidad para alterar los sentidos. Esto último, que parece muy descabellado, es un recurso con el que llegó a experimentar en siquiatría hace no tanto tiempo (por ejemplo, una pareja de médicos llamados Ferguson y Fisher, que experimentaron con monos en 1963).

Pero no vamos a negar que Terry y la hierba siempre se llevaron bien. ¿Recordáis una película de dos moteros contrabandistas que recorren el asfalto americano, se cruzan con un autoestopista hippie y llegan a un pueblo de terribles rednecks que acaban persiguiéndolos y matándolos a los dos? ¿Esa que empieza con un tema de Steppenwolf? Easy Rider, sí, esa. El guión es de Southern. Y también el guión de El rey del juego. Y el de ¿Teléfono rojo? volamos hacia Moscú. Y el de Casino Royale, la parodia de James Bond de 1967. Y también escribió para Paris Review. Vamos, que estuvo metido en todo, este tío.

Drogas, sexo, violencia, moteros, carreteras, cucarachas verdes voladoras, Sartre volviéndose loco, escribiendo y protagonizando un ballet, y todo escrito por un tío que fue teniente de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y después beatnik. ¿Qué más se puede decir? Que Terry Southern es uno de los periodistas/escritores/guionistas más grandes que ha parido la patria estadounidense. Que dejéis de leer esta patraña de una vez y le leáis a él, a ver si aprendéis algo de verdad.

BORJA CRIADO

 

Un gran tipo

Ese rostro con gafas negras entre los mucho rostros célebres que custodian las espaldas de los Beatles en la inmortal portada del álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band es, sí, el rostro de Terry Southern. Muchos se han hecho famosos por mucho menos, y lo cierto es que si algo puede definir a Southern (EE.UU., 1924-1995) fue su potencia de Zelig para estar y figurar en todos los sitios en los que valía la pena figurar y estar. Así, Southern estuvo en los años 40 con los existencialistas del boulevard Saint Gerrnain, en los años 50 junto a los beatniks del Greenwich Village, y en los 60 con los rockers de Carnaby Streel.

En caída libre

Southern también destacó como colaborador creativo de Stanley Kubrick en ‘¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú’ (suya fue la idea del piloto texano cabalgando en caída libre una bomba atómica por amor al Dr. Strangelove) o en Easy Rider (fue él quien escribió los diálogos de la perfecta y sensible escena junto a la fogata nocturna), así como, fuera de créditos y a sueldo de Peter Sellers, patentando muchos de los mejores gags de la saga de La pantera rosa. Además, hizo aportes para otros filmes claves de la época como Barbarella, El rey del juego, El coleccionista, Candy (basado en Su propio best-seller, coescrito junto a Mason Hoffenberg) y Casino Royale.

Demasiado «hip»

Southern también colaboró con The París Review (suya es la antológica entrevista al gran Henry Green) y en Esquire durante su edad dorada. Y fue considerado por Tom Wolfe el verdadero padre del Nuevo Periodismo, por Kurt Vonnegut el hijo bastardo de Mack Sennell y Edna Saint Vincent Millay, y admirado por Norman Mailer, Gore Vidal, William Burroughs, Joseph Heller y Bruce Jay Friedman. Casi nada. Y, para ir resumiendo, mejor citar el título de uno de los textos de A lo rica ma¬rihuana (alguna vez en Anagrama) que lo dice todo: «Eres demasiado hip, tío».

El problema es que todo lo demasiado hip más temprano que tarde deja de serlo, y el ocaso de Southern fue largo y sórdido y puntuado por drogas, anfetaminas, alcohol, etc,

Agotada la vida, queda la obra, y A la rica marihuana (en cuya portada original de 1967 aparecia Jane Fonda acariciando la mejilla del autor) es la mejor introducción a Southern. Reúne relatos celebres como «La sangre de una peluca», piezas de no ficción que investigan la escena jazz («La noche en que Bird tocó para el doctor Warner») o el mundo de las majorettes («Bastoneando en Ole Miss»), perfiles de escritores («Yo soy Mike Hammern») y capítulos de una novela que no fue.

Si a más de uno le resultan algo anticuados los trucos de Southern aquí, recuerden que fue Southern quien lo hizo primero, amparándose en la coartada tan sincera como frágil de «escribo para un lector imaginario muy parecido a mí».

RODRIGO FRESÁN

A la rica marihuana

Terry Shouthern (1924-1995) fue  un escritor estadounidense y  uno de los pioneros del Nuevo Periodismo y autor, entre otras obras, de A la rica marihuana y otras especias, que acaba de reeditar la editorial Capitán Swing.

A la rica marihuana, y otras especias constituye una obra tan especial como extravagante en el sentido amplio de su conceptualización.

Así pues, como punto de partida e hilo argumental, dentro de la estructura de la obra, la droga, las relaciones sociales y el convencionalismo ocupan un lugar predominante.

La obra está dividida en 21 relatos cortos, diferentes cada uno en su forma y en su contenido pero relacionados entre si por algunos matices que el autor ha querido poner de manifiesto con ciertas expresiones propias de la época que caracterizan una generación muy “al rollo” y muy “en la honda”

Personajes reales, como Franz Kafka, Frau Kafka y el Dr. Freud aparecen mimetizados en un entorno tan cierto y tan real pero a la misma vez tan difuso como si de un experimento sociológico se tratase.

Adjetivos como sagaz, sutil, e irónico describen la forma de abordar el texto dejando de lado los prototipos a los que los lectores estamos acostumbrados y poniendo especial énfasis en  su maestría y estilo propio como reivindicación a los no convencionalismos, no ya de la época, si no de la literatura en general.

Para concluir, es necesario apuntar que a pesar de que la obra está publicada en 1967 como Red-dirt marijuana and other tastes, no está desactualizada, pues  puede observarse un fugaz pero brillante reflejo de la sociedad contemporánea en muchos aspectos cruciales como las drogas o los prototipos.

Jorge Ayora

 

A la rica marihuana y otras especias…

A la rica marihuana y otras especias es el título de esta compilación de textos escritos por Terry Southern (Alvarado (Texas), 1924 – Nueva York, 1995) que apareció en nuestras librerías hace apenas un mes. Para quien no conozca a Southern, aclararé que fue uno de los escritores estadounidenses más importantes del pasado siglo. Escribiendo relatos, novelas, ensayos y guiones formó parte del movimiento literario de posguerra en el París de la década de 1950, del Swinging London de la década siguiente, influyó en la forma de hacer cine en los años 70, escribió para el programa de televisión Saturday Night Live en los 80 e impartió clases de escritura de guiones en varias universidades.

Pero el responsable de Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú), Barbarella, Easy Rider o The End of the Road también fue conocido, como dijo Tom Wolfe, por ser el creador de lo que se llamó el Nuevo periodismo (caracterizado por aplicar recursos y técnicas de la literatura de ficción y otras corrientes consideradas hasta entonces incorrectas por el periodismo tradicional. Supuso una renovación en las formas de narración de reportajes, crónicas y entrevistas, combinando lo mejor de la literatura con lo mejor del periodismo[1]).

Para saber algo más sobre este estilo, no tenemos más que abrir A la rica marihuana… y comenzar a leer. Además de relatos, este libro contiene los escritos que Southern publicó en la revista Esquire, varias entrevistas y un par de piezas dramáticas que le valieron el reconocimiento internacional y que son una muestra de su personal y satírica forma de escribir.

Con grandes dosis de humor negro y desparpajo, Southern utiliza todo tipo de sustancias legales e ilegales para hablar sin tapujos de la política estadounidense, de la CIA, del periodismo, de la música, de ser moderno, de Kafka, de Freud, de la homosexualidad, de los prejuicios raciales…, pero siempre desde una perspectiva absolutamente personal y subjetiva, lo que le permite experimentar con el lenguaje y jugar con el lector, conquistándolo desde la primera línea.

Izaskun Gracia

 

Novela, relatos y artículos de un emblema contracultural

Figura señera de la contracultura y precursor del llamado nuevo periodismo, Terry Southern (1924-1995) fue una figura tan excesiva como influyente cuya impronta se extendió también al ámbito cinematográfico.

Forjado en las cavas parisinas de humo y jazz entre 1948 y 1952, Southern se instaló después en Nueva York, donde comenzó a desarrollar su carrera literaria a la par que la «beat generation». Irónico hasta el sarcasmo, ácido hasta la corrosión, rebelde hasta autodestruirse, Southern es además un magnífico dialoguista, talento que aplicaría con éxito a su faceta de guionista cinematográfico. Películas como ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú -que le convirtió en uno de los escritores más celebrados y reclamados de la década de los 60– Casino Royale o la mítica Easy rider -sobre la autoría de cuyo guión se peleó amargamente con Denis Hopper y Peter Fonda- contaron con su participación, no siempre reflejada en los créditos.

Coinciden estos días en las librerías españolas dos oportunas ediciones de obras de Southern. Por un lado, A la rica marihuana … (1967), un volumen multiforme en el que incluyó algunos de sus me¬jores relatos y reportajes. Aquí está, por ejemplo, «Bastoneando en Ole Miss», una pieza sobre una escuela de majorettes de Misisipi que, por la introducción -generosa introducción- del punto de vista subjetivo, ha sido considerada hito auroral del «nuevo periodismo». Junto a ella, cuentos como el supremo «La carretera que sale de Axotle» dan fe de la talla de Southern.

El cristiano mágico, varios años anterior (1959), es la novela en la que el texano quintaesencia su mordacidad, sirviéndose de la figura de Guy Grand, un supemillonario que disfruta comprobando hasta dónde la gente se humilla por dinero. Las ideas delirantes —poner, por ejemplo, a un pigmeo al frente de un estudio de publicidad o ir modificando el lenguaje de un periódico hasta hacerlo absurdo e insoportable— se suceden en la obra para pasmo y gozo del lector.

EUGENIO FUENTES

 

Contracultura, periodismo y sustancias ilegales, en Capitán Swing

A la rica marihuana y otras especias… es una recopilación de escritos, artículos y entrevistas de Terry Southern, al que conocerán bien los amantes del Nuevo Periodismo estadounidense y la contracultura. La recopilación se centra en temas como la droga, la música, la política exterior norteamericana, la CIA, el periodismo o la moral convencional, y lo hace con los textos paridos por una mente descarada y elegante, la de Southern, que (por cierto) fue el guionista de Dr. Strangelove, esa maravillosa comedia negra de Stanley Kubrick.

En A la rica marihuana y otras especias… encontrarás los cuentos primerizos de Terry Southern, como “Eres demasiado hip, tío” o el hilarante “La carretera que sale de Axotle”, pero también los escritos publicados en la revista Esquire, como aquel célebre “Bastoneando en Ole Miss” (que aparentemente trata de una academia de majorettes, pero también de las relaciones raciales, del whisky y de Faulkner), textos que lo convirtieron en el primer “periodista” que adoptó un enfoque personal a la hora de escribir artículos. El último relato, el famoso “La sangre de una peluca”, es probablemente la mejor pieza que se ha escrito nunca sobre el consumo de drogas ilegales. Hasta los menos modernos lo disfrutarán, afirma Capitán Swing.

Terry Southern (1924-1995), escritor y guionista americano, está considerado uno de los pioneros y maestros del llamado Nuevo Periodismo. Formó parte del movimiento literario de posguerra parisino en los años 50 y fue contemporáneo de la llamada generación beat de escritores en Greenwich Village. Autor muy conocido dentro de la contracultura americana, su talento para los diálogos se hizo evidente en sus guiones para Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (1964), The Cincinnati Kid (1965) o Easy Rider (1969), algunos de sus trabajos para el cine. Su trabajo en esta última película forma parte esencial del movimiento de cine independiente estadounidense de los años 70.

Para Tom Wolfe, Southern fue el primer ejemplo que yo descubrí de una forma de periodismo en la que el reportero empieza preparando un artículo de encargo (ve a Mississippi y entérate de lo que ocurre cuando 500 bastoneras púberes se enfrentan en competición) y acaba escribiendo una curiosa forma de autobiografía.

 

A la rica marihuana

Esta recopilación de escritos, artículos y entrevistas en torno a la droga, la música, la política exterior norteamericana, la CIA, el periodismo, la moral convencional, etc; nos revela una mente descarada, elegante y muy en la onda. A través de ellos se detecta con gran sagacidad la sensibilidad de la década de los setenta