Motivado por su amistad con el joven Larbi Layachi, Bowles decidió acometer la preservación de la cultura oral magrebí a principios de los años sesenta. Layachi no sabía leer ni escribir, pero se reveló como un maestro de la narración. Su historia, una autobiografía ligeramente velada, es contada con un punto de vista crudo y descarnado
Starusch, un profesor de cuarenta años de alemán e historia, se somete a un prolongado tratamiento dental en una consulta donde la televisión sirve para distraer a los pacientes. Bajo el efecto de la anestesia local, el paciente proyecta en la pantalla su pasado y presente con la fluidez y la calidad visual de una película