El ‘economista cabreado’ y periodista de ‘El Salto’, publica ‘Pescar el salmón’ (Capitán Swing), un libro que desentraña las manipulaciones de la prensa económica en España.
Gran parte de la población no entiende cuestiones básicas de la economía y se deja guiar por los líderes de opinión que ve en los medios de comunicación. La economía se suele presentar como una ciencia exacta que no se somete al juicio de la ciudadanía gracias a las barreras del conocimiento y del lenguaje que blindan a los grandes poderes financieros. Pero, “para encontrar la prensa más ideológica de todas, hay que buscar en las páginas salmón”, advierte Yago Álvarez Barba (O Porriño, Pontevedra, 1980).
Tras años divulgando sobre economía y desmontando bulos desde su cuenta Economista Cabreado en X (antes Twitter) y como periodista en El Salto, ahora publica Pescar el salmón. Bulos, narrativas y poder en la prensa económica (Capitán Swing). Una guía para descifrar las estrategias de desinformación y manipulación de la prensa económica y cuestionar los dogmas neoliberales para alcalzar más libertad y reclamar más justicia social.
Empezó a trabajar en el sector financiero después de estudiar lo que dice que era la carrera de moda, Administración y Dirección de Empresas. ¿Cómo fue esa experiencia profesional y por qué decidió dejarlo?
Yo acabo la carrera en plena burbuja inmobiliaria y era un momento en el que la banca estaba absorbiendo un montón de gente, las cajas se estaban expandiendo… Era muy fácil salir de la universidad y encontrar trabajo en la banca. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que yo ahí no encajaba. Era como un mundo bastante clasista y racista. Además, viví el estallido de la burbuja. Entré en los primeros trabajos cuando hasta el más tonto ganaba dinero y se daban hipotecas con una facilidad increíble, y luego viví la época en la que se repetía aquello de «la gente ha vivido por encima de sus posibilidades» y la gente que trabajaba en el sector bancario se limpiaba de toda culpa. Cuando se ganaba mucho dinero los jefes daban muchas palmaditas en la espalda, pero llegó la crisis y todo el mundo empezó a ver despidos. Fue un proceso en mi vida en el que aprendí mucho, pero en un lugar donde no encajaba.
Los despidos en la banca no han cesado. ¿Está la sociedad aceptando sin apenas reticencias tener menos prestaciones por parte de las entidades bancarias?
Sí. El intentar cada vez informatizar todo más y que los clientes usaran más los cajeros automáticos es algo que yo ya viví. Es una transformación de la banca para acabar expulsando a gente.
En el sistema capitalista siempre se intentan reducir costes, ¿no?
Claro, de eso se trata, de aumentar el margen de beneficios sea como sea. Lo que pasa es que a veces el capitalismo no se da cuenta de que quienes echa a la calle también son sus consumidores.
En su libro realiza un análisis bastante detallado de la prensa económica, a la que critica por haber abrazado los principios del neoliberalismo desde Margaret Thatcher. ¿Toda la prensa económica es igual en España?
Hay alguna prensa económica que puede tener algunos postulados más socialdemócratas. Es el caso de Cinco Días, que al ser del Grupo Prisa siempre ha sido de unas posiciones un poco más cercanas al PSOE y a la socialdemocracia liberal. Pero de la misma manera que el PSOE no se libra de los postulados liberales, tampoco se libra la prensa. Quiero decir que algunos pueden tener un peso más hacia un lado o hacia otro, pueden tener un análisis más de parte en algunas temáticas, pero al final la base, los dogmas y los mantras neoliberales no se ponen en cuestión.
Todos están basados en la teoría neoliberal: el déficit es malo, el aumento de la deuda es malo, el gasto público es malo. Son afirmaciones que se dan por válidas porque están metidas hasta el tuétano en nuestro imaginario social y en la economía que se da en la academia, en la universidad. Esos postulados los convierte a todos en algo muy parecido.
«Es lógico que medios de comunicación que están financiados por millonarios no quieran hablar de crisis climática»
El lenguaje moldea nuestro pensamiento, nos hace entender el mundo de una manera u otra. En su ensayo reflexiona sobre cómo el lenguaje tiene un papel importantísimo en la economía y la política. Señala que en los presupuestos del Estado, la educación o la sanidad se categorizan como un gasto y, por ejemplo, las infraestructuras como inversiones. ¿Esto no se puede modificar?
Es una batalla cultural que lleva décadas. El que una infraestructura sea una inversión y la educación sea un gasto no es algo común, no es algo que el lenguaje haya dado así como así, pero se utiliza hasta en los manuales de la universidad. Entonces ese tipo de lecturas neoliberales son una estructura muy cimentada en nuestra sociedad. ¿Podríamos cambiarlo? Sí, hay muchas cosas que desde movimientos sociales se han ido cambiando. Hace 20 años utilizar el neutro para hablar de nosotros y nosotras nos parecería una locura. Y, a base de empujar por parte del movimiento feminista, yo creo que cada vez se utiliza más. Por tanto, creo que sí se puede cambiar, pero tenemos una dura batalla porque ellos llevan años ganando esa batalla cultural.
A veces escuchamos por parte de especialistas económicos que la educación se tiene que adaptar al mercado. Seguramente ningún padre o madre quiere que su hijo esté en situación de desempleo, pero, ¿qué opinión le merece que el mercado domine la educación y formación de las personas?
Es totalmente perverso, la verdad. Esa cosa de que ya no sean las ciencias, la educación o lo que simplemente a ti te dé la santa gana estudiar, porque crees que es lo que te haría feliz, sino un acople de la educación al mercado. Hay un concepto que creo que la gente no piensa mucho, es el de recursos humanos. El departamento de recursos humanos de una empresa al final lo que hace es colocar la empresa en el medio y al humano como un recurso de ella en vez de ser al revés. Deberíamos ser los humanos los que estemos en el medio, ¿no? Esto de la educación es exactamente lo mismo, es dejar a las fuerzas del mercado hasta el poder de qué tienen que estudiar nuestros hijos e hijas. Me parece una verdadera locura, es el capitalismo apoderándose de todo, incluso de nuestros deseos.
Desde algunos medios económicos se niega o se minusvalora la crisis climática. ¿Responde esto al miedo al decrecentismo como solución para frenar la emisión de gases de efecto invernadero?
Sí, estamos viendo prensa económica que niega directamente la crisis climática. Creo que por un lado está el Decrecentismo y lo que ello significa, porque dentro del Decrecentismo también tendría que haber una distribución. Y la distribución significa que los ricos tengan menos, entonces es lógico que medios de comunicación que están financiados por millonarios no quieran hablar de crisis climática. Por otro lado, está la fiscalidad verde, los impuestos a la ecología. Es lógico y normal que neoliberales como los que escriben Libre Mercado, el panfleto económico de Jiménez Losantos, que están en contra de todo tipo de impuestos, estén negando la crisis climática. Acabo de leer un artículo de Manuel Llamas negando la crisis climática. Esa gente no quiere saber nada de ella porque para afrontar la crisis climática tiene que haber un cierto decrecimiento, una distribución, la eliminación de las desigualdades y unos impuestos verdes que van a paralizar negocios muy lucrativos y van a restar muchísimos beneficios a muchas de las empresas que se anuncian en sus medios. Es como un negacionismo de la realidad y del destino hacía el que vamos si no cambiamos nada porque para ellos es mejor no cambiar nada.
«Los economistas llevan mucho tiempo fallando porque se basan en los dogmas neoliberales»
Asegura que la prensa, mayoritariamente, no ejerce de cuarto poder que vigila al resto de poderes. ¿Falta prensa independiente en España? ¿En otros países la situación es similar?
Nos falta muchísima prensa independiente en este país. Sobre todo nos falta volumen de prensa independiente porque estamos muchos medios, como pueden ser La Marea o El Salto, pero no llegamos, no tenemos el alcance que tienen cualquiera de los medios grandes, por no hablar de que no tenemos el alcance de lo que tiene cualquier programa de televisión en prime time. Yo veo The Guardian y se me cae la baba, pero igual ellos también ven El País y les parece lo mismo porque de vez en cuando saca investigaciones muy buenas. A nivel mundial, nos falta peso y nos falta alcance a la prensa independiente.
Creo que también la gente tiene que empezar a darse cuenta de que si quiere una prensa independiente la tiene que empezar a pagar y financiar. Medios como La Marea y El Salto, que no admitimos publicidad de las empresas del IBEX 35, estamos muy en desventaja con aquellos que sí la admiten. Pero claro, también tenemos la ventaja de que a nosotros no levantan un telefonazo y nos dicen “quita esa noticia”. Si el público está de verdad preocupado por la manipulación mediática debería suscribirse a medios que sean independientes.
Explica en su libro muchas técnicas de manipulación y desinformación de la prensa salmón como el uso de eufemismos; conceptos como «flexibilidad laboral» para referirse a abaratar el despido. ¿Cuál destacaría?
¡Hay tantos! Uno que hace unos años ya vi que nos lo iban a repetir mucho es el de la seguridad jurídica. Es el término que se utiliza para decir que un Estado no debería cambiar legislaciones que afecten a los beneficios de las empresas. Que se utilice ese término de seguridad jurídica cada vez que se ponga un impuesto o se haga una legislación medioambiental me parece aberrante. Son dos palabras que concuerdan bien: seguridad (¿quién no quiere seguridad?) y jurídica, leyes… Cuando lo que están diciendo es que la democracia no se debería meter en los negocios.
Nos avisa de que conviene analizar bien titulares que empiezan por un “especialistas advierten…”. ¿Se le presupone demasiado a menudo imparcialidad a una escuela de negocios o una patronal?
Totalmente. Ahí está la estrategia, en utilizar esas palabras como los economistas, los abogados, los expertos…Profesiones que desde la población normal se ven como curas en el púlpito. Ellos dicen y, aunque no lo entendamos, esa es la palabra de Dios y eso es lo que tenemos que seguir. Entonces se utilizan esos titulares de una manera muy demagoga para intentar plantar esa barrera del conocimiento de “lo dicen los expertos, vosotros no os metáis”. Al final, ahí hay una maquinaria compleja que lo que hace es generar esa literatura, esa información para que esos medios lo comuniquen y todos funcionen con la misma correa de transmisión ideológica y de defensa de los intereses de quienes están detrás de esos medios.
Afirma Víctor Lapuente que nuestra sociedad ha sustituido la religión por la política. Usted indica que se ha reemplazado a Dios por el mercado. Pero los economistas, en general, no despiertan una gran devoción o admiración…
Creo que no les tenemos admiración a los economistas porque llevan fallando mucho tiempo. Y fallan muchísimo porque muchos de ellos no se basan en su conocimiento, sino que se basan en los dogmas y en los mantras neoliberales. Pongo el ejemplo del estallido de la burbuja inmobiliaria. Todos los economistas que aparecían en los medios, todos a los que los medios con su filtro les daban voz, decían que qué burbuja. Aquello alimentó más la burbuja. En cambio, había economistas que hablaban de que había una burbuja inmobiliaria en 2005, tres o cuatro años antes del estallido, y a esa gente no les dieron más espacio. Si los economistas que ves en la tele y lees en los periódicos son los que no son capaces de aceptar que hay una crisis porque están tan obsesionados con sus mantras neoliberales que no ven que están provocando una crisis ellos mismos, es normal que la población vea mal la figura del economista.
«Si las mujeres hubieran entrado más en la economía hace 30 o 40 años, podríamos estar viendo otro tipo de economía»
También leemos a economistas en posiciones más a la izquierda, como pueden ser Thomas Piketty o Paul Krugman. No tanto a mujeres economistas. Claudia Goldin ha sido la tercera Premio Nobel de Economía. ¿Está muy masculinizada la economía? ¿Puede influir esto en su lenguaje?
Totalmente, la economía está muy masculinizada. Yo, como periodista, me las veo y me las deseo muchas veces para conseguir fuentes expertas que sean mujeres. Aquí es muy significativo el síndrome de la impostora. No lo llamo del impostor porque lo sufren muchísimo más las mujeres. A una mujer economista que controla de salarios le preguntas de otra cosa de empleo y te dice que ahí no se mete. Y a los economistas tíos les preguntas lo que sea que te contestan sin ningún tipo de impedimento.
Desde los sectores de la economía feminista estamos viendo ahora voces que están dando una nueva visión a la economía que es maravillosa. El ecofeminismo está lleno de mujeres que están, ya no solo dando un eslogan, sino teorizando de una manera muy potente. Están cambiando algunos de los conceptos y poniendo en valor algunos conceptos que la economía clásica deja de lado, como los cuidados y las tareas reproductivas. Posiblemente, si las mujeres hubieran entrado más en la economía hace 30 o 40 años, si se les hubiera permitido crecer, podríamos estar viendo otro tipo de economía.
Si finalmente se forma un gobierno en España y se evita la repetición electoral, ¿a qué debemos estar muy atentas? ¿Cuál cree que va a ser el debate económico de la próxima legislatura?
Urgentemente y ya en los presupuestos. Con el circo de Feijoó se ha perdido un tiempo maravilloso para negociar, presentar y votar los Presupuestos Generales del Estado del año que viene. Eso va a ser muy importante porque el año que viene es cuando Bruselas ya empieza a ponerse serio con el tema de controlar el déficit y controlar la deuda respecto al PIB.
Hay dos maneras de controlar el déficit: o bien subiendo ingresos, porque subes impuestos a ciertos sectores, o bajando gastos con recortes. O una combinación de los dos. Para mí ese es el gran debate. Nos hemos librado de que sea con el Partido Popular, que ya llevaba todas las elecciones intentando introducir la narrativa del déficit y la deuda, que es muy peligroso porque nos mete austeridad en vena. Aunque haya un nuevo gobierno de coalición, puede ser un gobierno muy plegado a la Comisión Europea porque [Nadia] Calviño ha sido siempre muy europeísta y el PSOE no es precisamente rebelde con Europa. Yo creo que vamos a tener que estar muy atentos y atentas a cómo se nos habla de los presupuestos, a cómo se pretende cumplir con Europa sin que haya recortes.
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