Publicación de ‘Las confesiones de Nat Turner’
En 1831, en el estado de Virginia, un esclavo negro llamado Nathaniel Turner encabezó una revuelta contra los propietarios blancos de la región. La partida de unas decenas de esclavos negros liderada por Nat Turner mató durante sólo unas horas a unas 55 blancos y liberó a sus esclavos, utilizando para ello cuchillos, machetes y hachas con el fin de no alertar con disparos a los vecinos de las propiedades que iba recorriendo. Una milicia blanca sofocó la sublevación en cuestión de días. Nat Turner, que tenía 31 años, fue finalmente capturado, juzgado y ejecutado. Con la evidencia de las condiciones de miseria, opresión, explotación y desprecio en las que vivían los esclavos negros, unos juzgaron con el tiempo el levantamiento de Turner como un hito en la conquista de los derechos y libertades de los negros, mientras que otros vieron en él la manifestación de una venganza por parte de una mente visionaria e iluminada muy trastornada por el radicalismo religioso.
William Styron, nacido en el mismo estado de Virginia, publicó en 1967 Las confesiones de Nat Turner, su cuarta novela, que obtuvo un gran éxito y le valió el Premio Pulitzer, si bien le acarreó duras críticas de la comunidad negra y sus líderes, que le acusaron de racista. Styron, que obtuvo el apoyo de importantes escritores de color como James Baldwin y Ralph Ellison, refuta esas acusaciones y explica sus puntos de vista en un epílogo, escrito con ocasión del 25 aniversario de la novela, que puede leerse en la edición que Capitán Swing acaba de sacar. Ese epílogo, además, contiene una imprescindible reflexión sobre cómo puede y debe manejar un novelista personajes y hechos históricos.
William Styron nació en Newport en 1925. Su padre era un ingeniero que sufría depresiones. Su madre murió de cáncer a los 39 años, cuando Styron tenía apenas 14. El escritor explica en su epílogo cómo su abuela paterna había tenido de niña en su plantación dos esclavas negras, niñas también, a las que quería mucho y por las que sintió un enorme dolor cuando desaparecieron en una acción bélica de las fuerzas unionistas. Dice también que el ambiente, típicamente sureño, que respiró durante su infancia en la escuela y en la calle era racista, pero que sus padres le enseñaron a indignarse con el racismo y a repudiarlo.
Tendidos en la oscuridad (1951) fue la primera novela de Styron, que se graduó en Literatura Inglesa en la universidad de Duke después de haber abandonado sus estudios para servir en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial. Llegó a ostentar el grado de teniente, pero nunca entró en combate. Tampoco combatió durante la guerra de Corea, pues, llamado a filas, fue desestimado por problemas de visión. Su segunda novela, La larga marcha (1956), se inspiró en parte en sus vivencias como militar.
Aunque siendo veinteañero se trasladó a vivir a Nueva York, sus orígenes, la temática de algunos de sus relatos y ciertos rasgos de su estilo le sitúan inevitablemente dentro de lo que se ha dado en llamar la novela del Sur. Styron pertenecería a una segunda generación de novelistas sureños, la posterior a la integrada por Thomas Wolfe, Erskine Caldwell, Robert Penn Warren y William Faulkner, escritor al que, como él mismo reconoció, admiró profundamente. En la misma generación sureña de Styron habría que situar los nombres de Flannery O’Connor y (algo más joven) Carson McCullers, todos ellos nombres de oro de la literatura norteamericana del siglo XX.
Para William Styron fue crucial viajar a Francia y a Italia a principios de los años 50. En París hizo amistad con Romain Gary (entre otros) y fundó en 1953 la prestigiosísima revista literaria The Paris Rewiew. Francia siempre le tuvo por uno de los suyos. François Mitterrand le invitó al inicio de su presidencia y le concedió la Legión de Honor. En 1983, Styron fue presidente del Jurado del Festival de Cannes.
El cine acababa de reforzar su carrera en todo el mundo. Alan J. Pakula había llevado a la pantalla con enorme repercusión su novela La decisión de Sophie (1979), sobre el inquietante personaje de una sensual católica polaca que había sobrevivido a Auschwitz. La película -con fotografía del español Néstor Almendros- fue nominada a cinco Oscar, y Meryl Streep obtuvo su estatuilla. La novela también fue polémica en Estados Unidos por sus ingredientes sexuales y, sobre todo, entre la comunidad judía, por dar protagonismo en el horror del Holocausto a una católica superviviente.
Volviendo a los años 50, Styron se basó en su estancia en Italia para escribir Esta casa en llamas (1960). En Roma, en 1953, se casó con Rose Burgunder, con la que tuvo cuatro hijos. Rose y sus hijos sufrieron en primera línea un tremendo episodio que a punto estuvo de malograr la vida de Styron. En 1985, cuando el escritor viajaba hacia Europa para recibir un importante premio, sintió que se rompía por dentro. A partir de ahí cayó durante varios años en una profundísima depresión por la que tuvo que ser tratado y hospitalizado y durante la que barajó la idea del suicidio. Styron llegó a atribuir el largo episodio al desequilibrio que le supuso dejar de beber alcohol. Finalmente, logró superar la crisis y la contó en Esa visible oscuridad: memoria de la locura (1990), un libro conmovedor que ha dado tanto prestigio a Styron como sus mejores novelas.
William Styron murió a los 81 años, en 2006, por causa de una neumonía en su casa de Marthas Vineyard, en la que tuvo amistad estrecha con lo más granado de la élite artística, cultural y política (de los Kennedy a los Clinton) norteamericana.
Pronto se estrenará El nacimiento de una nación (Nate Parker, 2016), película que narra los hechos contados por Styron en Las confesiones de Nat Turner, pero que no está basada en la novela. El esclavo insurgente -que sólo mató personalmente a una mujer en su revuelta-, después de ahorcado, fue despellejado y, como refiere Styron, con su cuerpo hicieron grasa.
Autor del artículo: Manuel Hidalgo
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