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Una vida llena de agujeros

Por Anika entre libros  ·  07.06.2012

Al leer Una vida llena de agujeros desde la visión de nuestro primer mundo conmueve no solo el uso de la picaresca cuya finalidad es la misma supervivencia, o acumular posesiones que en un mínimo espacio de tiempo se transforman en dádivas para un tercero y pasan de mano en mano sin dejar lugar a rencores que duren demasiado sino el poder magnificente de la aceptación del destino, sin más, llegando al peligroso tamiz que nos deja con la resignación por único asidero, y la sumisión como moneda de pago.

No puede quedarse uno pasivo ante una vida real contada en primera persona de alguien que ha desarrollado trabajos tan dispares como cabrero, panadero, vendedor de kif, y todo lo imaginable para apenas sobrevivir en algunas ocasiones. Tomen nota aquellos que se echan las manos a la cabeza cuando lean cómo el joven trabaja en muchas ocasiones a cambio de nada, por supuesto, sin mediar contrato o firma alguna, tan solo la palabra dada –que en muchas ocasiones de deshace con la misma rapidez que se formó-. Lo que vale es el transfondo, la intención.

Leer las narraciones de este autor no deja indiferente. Larbi Layachi va hilando a través de sus más de trescientas páginas una vida de modo novelado, creando un interés hacia el protagonista de la misma de modo natural. Esta obra podría ser perfectamente una colección de relatos, ya que cada capítulo contiene una pequeña historia que funciona de manera independiente y cumple con las expectativas del lector para que su lectura formule un interrogante al finalizar cada capítulo, a modo de final abierto.

Una vida llena de agujeros es una aquellas narraciones que en algunos pueblos se transmiten aún de generación en generación y de forma oral.

Anécdotas e historias llenas de simpleza, jamás por ello aburridas ni faltas de ingenio o incluso de algún signo moralista.

Esta narración oral que por parte de su protagonista actúa a modo de grabación vivencial, resulta en una lectura áspera, en donde el dolor existencial se acepta sin quejas ni lamentaciones.

La novela contiene una doble lectura. La primera comprende una serie de relatos cuya trama se hila bajo el título sugerente de Una vida llena de agujeros. Una novela biográfica o la vida novelada de un tangerino analfabeto, en manos de un reconocido escritor norteamericano, Paul Bowles, sería la segunda. El escritor estadounidense es conocido por sus viajes y su estancia en Tánger. Bajo la mirada de un escritor y viajero reconocido, no defrauda la amplia experiencia que se desvela tras sus observaciones.

Recomendable para aquellos que desean conocer de cerca otras realidades, y que al mismo tiempo no les asusta mirar dentro de si mismos y aprender a apreciar lo poco que creen tener. Uaja.

Saray Schaetzler