Café con lorazepam es un desayuno que se repite y que no puede ser más contradictorio. Un excitante por la cafeína y un ansiolítico encargado de ir desactivando el efecto de la adrenalina y otros elementos de la sobreactivación cuando experimentamos ansiedad o angustia. No tiene mucho sentido tomar una sustancia para activarte mientras tomas otra para desactivarte. Bienvenidos al siglo XXI. Hay un malestar que recorre la sociedad provocada por la precariedad y el deterioro de los servicios públicos que cancela el futuro. No hay expectativas ni esperanza. Es lo que Marta Carmona y Javier Padilla llaman la “cancelación del futuro” en Malestamos (Capitán Swing, 2022).
“Queremos recoger el malestar derivado de las condiciones de vida y que no se arregla con una intervención técnica individual. Nuestro marco es totalmente distinto al del diagnóstico. Aunque puede haber personas en las que pueda coexistir este malestar que nosotros describimos y otro malestar desde un punto de vista clínico. Pero nuestro planteamiento es totalmente desde otro campo”, aclara Marta Carmona.
El libro describe que no solo es que seamos personas cansadas, agotadas, que no pueden más, es que además nos sentimos mal por estar cansadas. Algo así como la pescadilla que se muerde la cola. La clave está en cómo rompemos este círculo vicioso. “Estamos claramente en un momento de cambio de ciclo. Este sistema socioeconómico da muestras de que está cercano a agotarse. Las crisis, que hasta ahora eran excepcional, ahora se suceden con más frecuencia y se ven que son estructurales, pero no vislumbramos lo que va a venir después”, explica.
“Necesitamos que las redes estén mejor distribuidas y mejor financiadas”
Carmona habla de actualizar el llamado estado del bienestar: “Las propuestas de las luchas sindicales de finales del siglo XIX a día de hoy habría que actualizarlas. Algo parecido pasa con el estado del bienestar. Es un concepto a día de hoy obsoleto, no por sus principios, que son más actuales que nunca, si no porque la forma de actualizarlo se tiene que adaptar al momento actual”.Play/Pause
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Los autores de ‘Malestamos’ dicen que hablar de la salud mental está tan de moda que se podría decir que es el nuevo hablar del tiempo. Y reivindican la necesidad de dedicar dinero a una Atención Primaria que agoniza: “Las redes de salud mental públicas están muy bien diseñadas sobre el papel. Son equipos multidisciplinares formados por psiquiatras, psicólogas, enfermeras de salud mental y trabajadoras sociales que hacen un acompañamiento con énfasis en la intervención psicosocial. El problema es la infrafinanciación crónica, que durante las décadas en las que estos programas han estado en marcha. Ha pasado como con el resto del sistema sanitario: que siendo la base más importante la Atención Primaria y la atención hospitalaria un poco complementario, el grueso de la financiación se ha ido a lo hospitalario. Es decir, que estos equipos han estado infra financiados frente a los que acudían con una crisis aguda. Otro de los problemas es que los equipos no están bien balanceados. Y tenemos un déficit de enfermeros de salud mental y trabajadoras sociales. Necesitamos que las redes estén mejor distribuidas y mejor financiadas”.
“Que en la discusión social sobre salud mental se está hablando tanto de terapia individual, pero no de este tipo de intervención habla mucho de cuál es el tipo de sufrimiento que se ha visibilizado. Lo que habitualmente se entiende como trastorno mental grave es algo que no ha recibido todo el foco y toda la atención que sí está recibiendo otro tipo de sufrimiento más adaptativo y más frecuente”, explica la autora.
“Hay gente que se desloma a trabajar y no sale de la pobreza”
Malestamos alude a un malestar proveniente de una crisis profunda del estado de bienestar que tiene que ver con la dificultad para visualizar un futuro halagüeño y la dificultad para tomar decisiones respecto al propio proyecto vital. En el pasado, estudiar podía garantizar determinado tipo de empleo o estabilidad y eso ahora eso se ha evaporado.
“El mantra de que si te esfuerzas consigues lo que quieres, se ha demostrado tras las crisis que no es real. Hay gente que se desloma a trabajar y no sale de la pobreza. En cambio, hay gente que si está en el lugar apropiado o ha nacido en la familia adecuada tiene la vida solucionada con independencia de lo que haga. Este malestar del que hablamos tiene que ver con cómo funciona el sistema, con quién es el dueño de nuestro tiempo y con la propia agencia que tenemos sobre nuestro propio proyecto vital”, ha dicho.
Carmona explica que vivimos en un tiempo en el que el individualismo es la única forma en la que podemos entender el mundo y la productividad económica es el único horizonte: “Hay una narrativa que consiste en que el éxito profesional es trabajar muchas horas y tener muchísimo dinero. Para construir otras realidades tenemos que identificar que hay espacios en los que esta hegemonía está en disputa. En nuestro entorno vemos ejemplos de ayudas de compañeros, familias, que no es el mensaje de individualidad que se manda. La manera de poner los cuidados en el centro pasa por identificar esos lugares donde en realidad nos cuidamos y ver que esto no es una selva. Somos personas que vivimos en redes y nos protegemos unos a otros. Lo que hay que hacer es alimentar esto y cambiar las prioridades”.
“La sensación de incertidumbre es un caldo de cultivo perfecto para discursos fascistas”
“La pérdida de esperanza es la idea clave. Este sistema socioeconómico se acerca a su fin, pero aún no vemos lo siguiente y eso hace muy difícil articular la esperanza, un futuro y un deseo. ¿Dónde me veo yo dentro de 30 años? Intuimos que las cosas van a ser muy diferentes. La sensación de incertidumbre es un caldo de cultivo perfecto para discursos fascistas que pueden dar una respuesta fácil a ese miedo diciendo que hay una persona, en general más vulnerable que tú, que te está quitando lo tuyo. Es una respuesta facilona y con una satisfacción inmediata de ‘yo no tengo lo que podría estar teniendo’. Y los vulnerables son los grupos a los que se dirige un discurso de odio. Además, se idealiza el pasado y se olvida toda la parte oscura y de sufrimiento del s. XX”, relata Marta Carmona.
La autora explica que la posibilidad de construir el futuro pasa por desactivar los discursos de odio y rescatar del pasado los momentos en los que sí se soñaba: “Nuestro futuro no puede ser la pesadilla de nadie, un mundo desigual no es bueno para nadie aunque estemos en el lado afortunado. Tenemos que aspirar a un mundo en el que todos estemos bien”.
Carmona cree que el cambio social pasa porque identifiquemos los lugares en los que nos cuidamos, nutrirlos y potenciarlos. Y da ideas: “Que en todos los barrios haya espacios techados con zonas de juegos. Que las familias tengan espacios para crear redes. Estos espacios no deberían ser solo de infancia, hay muchas formas de hacerlo”. No solo hacen falta ideas, también voluntad política.
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