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Una causa célebre

Por Literaturas.info  ·  30.06.2013

Joanne Chesimard –que vive desde décadas en Cuba como Assata Shakur-, es la primera mujer incluida en la lista de los terrorista más buscados por el FBI, con una recompensa que asciende a dos millones de dólares. Quien fuera activista miembro de los “Panteras Negras” y de los Black Liberation Army y condenada por asesinato en 1979, se convirtió en prófuga y asilada en la patria de los Castro. Su autobiografía acaba de aparecer en el la Capitan Swing cuando coincide con la muerte de los dos agentes norteamericanos.

Lo que ocurrió o dejó de ocurrir no es asunto que podamos dilucidar. Tampoco cuánto hay de verdad o de leyenda en las páginas que todo espejo cóncavo y convexo que cualquier autobiografía supone. ¿Qué sucedió en el momento de ser detenida por los patrulleros, de quien ahora se cumple el aniversario de sus muertes? Según los registros policiales, la perteneciente al BLA abrió fuego contra ambos hasta que resultaron heridos de muerte. Para sus defensores, las garantías procesales del juicio fueron nulas.

Durante décadas de exilio castrista, la autora y personaje de estas páginas de memoria y carne se ha convertido en muchas cosas y con múltiples aristas: Representante icónica de la necesidad de igualdad étnica, símbolo épico contra el racismo, luchadora íntegra, delincuente, prófuga…La lista se elonga o contrae con cada movimiento, conciencia o ideología de quien la aborde. Sólo con la cercanía o la distancia, se subraya la longitud de su verbo y su memoria plagada de aciertos y errores cardinales…. Pero como toda historia, ésta, también, tiene un principio:

Nacida Joanee Deborah Byron y cuyo nombre de casada cambiaría por el de  Joanne Chesimard, quien llegara al mundo en 1947, narra en este libro editado por “Capitán Swing” su periplo vital que arranca con una infancia en la que los derechos básicos de un ser humano eran vetados por el simple hecho de ser negro –la ley segregacionista Jim Crow aún no había sido abolida- y continúa con una fuerte toma de conciencia en su entrada del mundo laboral coincidiendo con las protestas sesenteras hasta hacerle cuestionarse ese ejercicio de epifanía diaria en el que vivían los hombres y mujeres afroamericanos. Su sistema operativo  se va volviendo más combativo hasta involucrarse en la lucha por los derechos civiles. Es el momento en que se une a los “Panteras Negras” para después formar parte de las filas del BLA (Black Liberation Army). El final, toda su biografía es tinta publicada en la prensa de medio mundo: Humillada, detenida, acusada de robo, asesinato y secuestro –aunque finalmente se la condenó por un único crimen, cuyas pruebas no llegaron a ser concluyentes-, fuga carcelaria y asilo en Cuba, de donde, hasta el momento, no existe ley de extradición con EEUU.

La cartografía de su existencia está jalonada de pequeños y grandes hechos que finalmente impelen a un ser humano a su postrera configuración. Como el momento en que nunca se dio una fecha cierta de su nacimiento en tanto que es imposible encontrar registro alguno de su llegada a este mundo. Una cruel imagen con la que Assata reseña la “invisibilidad” de los negros. Su infancia no fue más halagüeña: Poco después de llegar al mundo, sus padres se divorciaron y se vio obligada a vivir bajo un techo tumultuoso ocupado por su madre, su tía y su abuela y su abuelo en Jamaica. Siendo una niña trabajaba en la tasca familiar y en la playa, siendo su único respiro onírico el amor que su abuelo el inculcó por la lectura. El resto de sus años hasta la emancipación, transcurrió entre una vida desestructurada, yendo de norte a sur, alternando miserables trabajos, mientras se iba alimentando de los preceptos, denuncias y proclamas de Martin Luther King primero, y de Malcom X. No sólo en los fines, sino también en los medios, su conciencia fue ensanchándose y alargándose de forma exponencial.

Hay un instante escalofriante en las páginas de esta autobiografía, que, para quien tenga las heridas del pasado abiertas será un claro espejo en el que comprender la desolación futura: Baile en la escuela. Nadie quiere bailar con Assata porque es negra, hasta que un muchacho de su clase, le espeta: “si me das una moneda de diez centavos, te saco a la pista”… Fue la única niña en no bailar en la fiesta.  Anécdota, posiblemente baladí que, a la postre, supone una cimentación de profundo dolorosa que fue nutriendo a esta futura activista de la sopa negra de los espartanos….

En los 90, Assata Shakur, ya exiliada en la isla castrista, escribió al papa Juan Pablo II desde Cuba. “¿Por qué soy una amenaza? ¿Por qué merezco tanta atención?” Sus palabras se hacían eco a la petición formal del Congreso de Estados Unidos al Gobierno cubano, de su extradición, y pretendía utilizar un viaje del pontífice a la isla para que éste presionara. Ella ha sido una de las obsesiones del FBI desde que el presidente Nixon elevara a categoría de política nacional la reacción a los lisérgicos y reivindicativos preceptos sesenteros sobre la “Ley y Orden”.

DETENCIÓN Y FUGA

En torno a su de su detención hay una cadena de sospechas: “Había luces y sirenas –escribe Assata-. Zayd estaba muerto. El aire era como cristal frío. Me sabía la boca a sangre y a tierra. El coche daba vueltas a mí alrededor. Poco después, se apoderó de mí algo parecido al sueño. De fondo, me parecía oír algo como disparos. Pero perdía la conciencia y soñaba”. Es así, como arranca esta autobiografía, gracias al cual las autoridades norteamericanas supieron en 1987 que la fugitiva militante de del Ejército de Liberación Negra, y acusada del asesinato de un policía en 1973 durante el incidente anterior, llevaba tres años viviendo en Cuba.

La activista, en 1973 fue detenida en un control de carretera en Nueva Jersey cuando viajaba en coche junto a otros dos militantes, en el que se produjo un tiroteo donde murieron un policía y uno de sus compañeros. Ella resultaría gravemente herida. Lo que siguió fue, según relataron ella misma y diversas organizaciones por los derechos civiles, “una farsa de juicio en la que resultaría condenada a prisión en 1977 bajo cargo de asesinato”. Desde el incidente del coche hasta la sentencia permaneció en condiciones lamentables en prisiones estatales y federales, donde fue torturada y humillada en multitud de ocasiones –siempre según ella misma relata en este libro-. ¿La paranoia nixoniana estaba en su apogeo y el FBI, pese a la muerte del inquisidor de los movimientos de liberación J Hoover, se aplicaba sin desmayo?

En 1979 se fugó de la prisión de máxima seguridad de Hunterdon County, Nueva Jersey. Hasta 1984 viviría en la clandestinidad. Ese año escapó a Cuba, donde le fue concedido asilo político. Es allí donde escribió esta vibrante y optimista autobiografía, en la que reivindica su trayectoria y se pregunta cómo es posible considerarla un peligro tras el relato de las infamias que, “por ser negra”, padeció. Si ese era el leitmotiv del libro, fracasó, pues en 2005 fue agregada a la lista de terroristas del FBI, en la que se ofrece un millón de dólares por su captura y ahora se ha doblado

Su vida causa adeptos y detractores, pero sus palabras conforman ya verbo para la Historia contemporánea de los derechos civiles –a favor o en contra- en un libro que alterna capítulos dedicados al germen de su causa con otros donde acomete su encarcelamiento, trabas judiciales a las que tuvo que enfrentarse, entretejiendo su propia experiencia con la de millones de personas y analizando las causas de un racismo que tampoco se puede desvincular de un sistema que margina al “diferente”. En modo alguno es una biografía complaciente, e incomodará –y causará infinidad de controversias- entre quienes defiendan las versiones oficiales y aquellos que se ocupen de las oficiosas. Tampoco pone en un pedestal la lucha armada, ni da detalles de su fuga sino que cuestiona una sociedad racista donde ser “distinto” se paga con la exclusión”

CUBA, CONTRA EL RACISMO…

Su voz no se ha sofocado. Aunque los hermanos Castro y su proverbial odio americano les haga abrazar “voces” y “reivindicaciones” que puedan no compartir, ASSATA continúa en su lucha contra el racismo y la segregación racial. No en vano, en la Isla –con cineastas que saben escorar los mandatos del régimen se rodó una película-documental sobre Shakur, “Ojos del arco iris”, escrita y dirigida por la cineasta cubana Gloria Rolando, apareció en 1997. De forma paralela, el mundo jurídico ha seguido girando y la Conferencia Nacional de Abogados Negros y Mos Def se encuentran entre las organizaciones profesionales y artistas para apoyar a Assata Shakur. Las “Manos Fuera de Assata” es una campaña está organizada por Dream Hampton. Artista de Hip-hop Common que registró como homenaje a Shakur, con el apoyo de su álbum : “A Song for Assata“. Muchos otros grupos han grabado canciones similares a favor de la causa de Skakur, que a su vez se ha manifestado como firme defensora del rap y la comunidad musical del hip-hop…. Sea como fuere; esté donde esté; y haya hecho lo imputado o erróneo que se le atribuye, es innegable que para la comunidad negra supone “una causa célebre”

 

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