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Transhumanismo, posmodernidad y clics

Por El Debate  ·  01.12.2019

Empezamos fuerte con uno de los libros más extraños y fascinantes de lo que llevamos –y llevamos mucho– de 2019. En breve nos referiremos al porqué de ambos calificativos. De momento, el título: Cómo ser una máquina, una inmersión en el transhumanismo, sus orígenes, fundamentos y protagonistas; su autor, el escritor irlandés y profesor universitario Mark O’Connell; la editorial, Capitán Swing, que ya nos trajo a principios de año otra interesante novedad relacionada con la tecnología y sus códigos, Armas de destrucción matemática.

Cómo ser una máquina

Mark O’Connell

Capitán Swing
280 págs.
20€

Volviendo a los adjetivos, el libro es extraño y fascinante a un mismo tiempo porque las iniciativas y personajes recogidos en estas páginas creen y basan su existencia en un imposible: la inmortalidad. No es cuestión de ponerse exquisitos y prolijos, baste decir que la segunda ley de la termodinámica –la física, vamos– niega de suyo la posibilidad de una vida sin fin, y que la inmortalidad implica –aquí desde la filosofía– una existencia fuera del tiempo, algo que nadie puede concebir, dado que somos seres anclados en el tiempo y no sabemos, no podríamos saber, por más que forzáramos nuestra imaginación, de una existencia fuera del mismo.

La idea de la emulación cerebral completa me parecía un ejemplo extremo del modo en que la ciencia, o la creencia en el progreso científico, estaba reemplazando a la religión como expresión de toda una serie de profundos deseos y delirios culturalesMark O’Connell, Cómo ser una máquina, p. 76

Dada su imposibilidad y, por tanto, la imposibilidad del transhumanismo mismo, el recorrido de esta obra es, a cada capítulo, como a cada personaje y a cada proyecto presentado, más y más sorprendente. Porque auténticas lumbreras, la mayoría montadas en el dólar –transhumanistas, singularistas, biohackers– dedican su tiempo y recursos a la ciencia ficción, ¡fuera del cine y la literatura! A la criopreservación, almacenando cuerpos y cabezas para una resurrección futura. A la transferencia mental, computerizando la estructura e información de nuestras neuronas para originar un código fuente –como si existiera una equivalencia cerebro-ser–. A la superinteligencia artificial, delegando todo el progreso futuro en las máquinas o supeditando nuestra supervivencia a la fusión entre humanos y máquinas. En definitiva, a fórmulas de desarrollo que, en el improbable caso de prosperar, tendrían como resultado la más terrible de las paradojas: acabarían con nosotros mismos.

Había algo insidioso en aquella tendencia a referirse a los seres humanos como si fueran simples ordenadores constituidos a base de proteínas, a insistir en que el cerebro, como decía Minsky, ‘resulta ser una máquina de carne’Mark O’Connell, Cómo ser una máquina, p. 105

Por lo demás, el ejercicio llevado a cabo en Cómo ser una máquina es periodismo del más alto nivel. Sea O’Connell periodista o no de formación –no he sido capaz de averiguarlo–, maneja la entrevista, el reportaje y el ensayo, todos los géneros a un mismo tiempo, con un estilo impecable que mantiene los ojos pegados a sus páginas. No se puede decir que O’Connell tenga una visión trascendente de la vida, puesto que su crítica y comentario se articula desde el racionalismo, pero la reflexión sobre el cerebro, la mente, el pensamiento, la información computable y la neurociencia… bueno, no se había leído nada igual desde la trilogía sobre el nuevo realismo de Markus Gabriel. Ya es decir.

Humanidades y comunicación

La sociedad del desconocimiento

José Francisco Serrano

Encuentro
144 págs.
14,50€

Con una inspiración, finalidad y estilo muy diferentes, aunque inevitablemente conectado con todo lo anterior, nos llega desde la editorial Encuentro La sociedad del desconocimiento, del periodista y profesor universitario José Francisco Serrano Oceja. Un conjunto de pequeños ensayos, que bien podrían ser lecciones magistrales por el vasto conocimiento que atesora y del que da cuenta el autor, y por su inmediata conexión con el momento que atravesamos, y que tan bien refleja el subtítulo de esta obra: Comunicación posmoderna y transformación digital.

La sacudida provocada por la tecnología ha generado tantos cambios, simultáneos, constantes y perturbadores, que nuestra atención se ha desplazado hacia lo urgente, el tecnorracionalismo y sus máquinas, en detrimento de lo importante, lo esencial y verdaderamente humano. Este libro es un oasis en medio del desierto de la competencia, el rendimiento numérico y la hiperestimulación de Internet; una pausa en el camino del progreso sin sentido para recuperar las bases éticas y antropológicas de la comunicación y la transferencia del conocimiento. Donde el transhumanismo de los protagonistas de O’Connell solo ven debilidad y fracaso, las humanidades descubren toda la belleza y misión del ser humano.

Es la elección entre socializar y humanizar la tecnología o tecnificar la comunicación. La productividad de las tecnologías no puede sustituir a la lentitud y las imperfecciones humanasJosé Francisco Serrano, La sociedad del desconocimiento, p. 15

En una segunda parte, y con la experiencia adquirida desde su asidua colaboración en medios de comunicación, Serrano Oceja aborda la problemática, modos y percepción de la comunicación de la Iglesia, en un desenlace lógico y necesario a la primera parte, porque “la comunicación es una experiencia antropológica básica. La Iglesia, que es experta en humanidad, lo es también en comunicación” (pp. 87-88).ÍNDICE E INTRODUCCIÓN

Clic vs periodismo

La tiranía del clic

Bernardo Marín García

Turner Minor
96 págs.
9,90€

En el periodismo digital hay dos lectores: uno humano y otro máquina. Para atraer al lector humano, generar tráfico, recurrencia –o lo que es lo mismo, clics, o lo que es lo mismo, dinero– el periodista se puede servir de los recursos técnicos del lector máquina, pero ¿hasta qué punto? ¿Cuáles son los límites? ¿Qué hay detrás del gesto cotidiano, simple y hasta inconsciente de hacer clic o tocar una pantalla que obsesiona tanto? ¿De verdad somos capaces de sacrificar la verdad, el buen hacer del periodismo, por un puñado de clics más? ¿No existen otros métodos decentes para atraer el interés y aumentar el flujo de visitas?

Estos y otros puntos de reflexión sobre la relación amor-odio entre la profesión periodística e Internet forman parte de La tiranía del clic de Bernardo Marín, subdirector de El País. Sin mayores pretensiones que aquello que nos une en esta cita semanal, la inquietud por la lectura; sin clickbait de por medio, damos paso a la crítica completa de este ensayo de la editorial Turner: ¡haz clic aquí!

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