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Torturas y asesinatos: la estrategia de EEUU durante el siglo XX para vencer al comunismo

Por Público  ·  09.12.2021


Asesinatos, secuestros, torturas, persecuciones, desapariciones, financiación de grupos paramilitares de derechas, apoyo militar y golpes de Estado. Esta lista, a grandes rasgos, ilustra la estrategia seguida por Estados Unidos a lo largo del siglo XX y tras el final de la Segunda Guerra Mundial para derrocar al comunismo, o todo lo que desde el país americano consideraban como tal. Son las batallas en el Tercer Mundo, en aquellos países no adscritos ni al capitalismo norteamericano ni al comunismo soviético. Son las batallas que arrasaron con millones de vidas inocentes y que no terminaron con la caída del Muro de Berlín en noviembre 1989.

El Método Yakarta. La cruzada anticomunista y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo (Capitán Swing, 2021) es el título del último libro traducido al español de Vincent Bevins, periodista y escritor estadounidense. Se trata de una monografía que, a lo largo de sus completos y minuciosos capítulos, atesora un conocimiento apenas expuesto a la sociedad y que se encuentra íntimamente ligado a la realidad geopolítica actual. En un tiempo en el que se dice que todas las grandes ideologías y creencias han caído, apenas se menciona que solo una de ellas es la reinante: el liberalismo y la individualidad que acarrea. Esta es la historia de la sangre que corrió por los ríos de los más diversos países hasta completar las 23 regiones en las que Bevins descubrió que se llevaron a cabo asesinatos en masa intencionados de civiles de izquierdas durante la Guerra Fría. Esta es la historia de los ríos y el mar en el que, recordando lo que pasó, la sociedad aún puede aprender a no ahogarse.https://6db3660b612ad7e35b8e20f81e0ed5ce.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html

El episodio aterrador que dio nombre al ya mencionado método fue el asesinato masivo, de forma consciente, de aproximadamente un millón de civiles inocentes en Indonesia, en 1965. Un año antes, lo ocurrido en Brasil sería el fermento de lo que durante las épocas posteriores se convertiría en la tónica preponderante: “(…) Los acontecimientos en ambos países llevaron a la creación de una monstruosa red internacional de exterminio —de asesinato sistemático y en masa de población civil— en muchos otros países, un elemento fundamental para la construcción del mundo que habitamos hoy”, introduce el propio autor en la publicación.

¿Qué quería Estados Unidos? “Construir, mediante el Método Yakarta, regímenes capitalistas autoritarios aliados que se unieran a ellos y las demás potencias del Atlántico Norte”, responde el experto a Público. Él mismo incide en que, para mucha gente en Washington, ser un reformista liberal moderado era razón suficiente para tratar a esa persona de “comunista”. Este Método, de todas formas, no fue la única táctica utilizada por la creciente superpotencia y sus aliados en la lucha contra el comunismo: “Si se presta atención a lo que realmente ocurrió en la Guerra Fría, se ve un proceso interesante. Un país relativamente joven, que se encuentra en una posición de poder abrumador en la escena mundial, pasa por una especie de proceso de aprendizaje rápido, averiguando cómo interactuar con el resto del mundo. Así que se ve la creación de la CIA, luego los golpes militares en Irán y Guatemala, el conflicto militar abierto en Indonesia y luego en Vietnam, el uso de la presión económica, el soborno”, en palabras del escritor.

De nombre, CIA, de apellido, impunidad

Así, con el paso del tiempo, Estados Unidos aprendió que las operaciones de cambio de régimen más eficaces implican el establecimiento de la hegemonía dentro de las fuerzas armadas del país objetivo. Por otra parte, la CIA parecía estar detrás de todo lo que pasaba en el mundo. “Suele haber mucha confusión sobre la CIA en la Guerra Fría. Por un lado, a veces se ve una especie de línea de pensamiento conspirativo que afirma que cada vez que ocurre algo, la CIA lo ha planeado y ha tirado de todas las palancas. Por otro lado, tenemos todos esos casos en los que la Agencia hace cosas muy locas, en los que falla por todas partes de forma ridícula“, inicia Bevins.

Solo una cosa puede superar esas dos perspectivas de la una de las mayores agencias de inteligencia del mundo: la impunidad. “Cuando eres la fuerza clandestina del país más poderoso del mundo, no hay nadie que te meta en problemas cuando fallas, ni fueras de Estados Unidos ni, por lo general, dentro del propio Gobierno del país. Así que tienes una agencia que puede fracasar, volver a fracasar, y luego intentar otra cosa, hasta que finalmente tienen éxito. Podían ser caricaturescos y temerarios, y aun así tener una enorme influencia sobre lo que ocurría”, concluye.

Brasil, desapariciones forzadas y Vietnam

En el caso de Brasil, la realidad fue algo diferente. Fue la primera ocasión en que Estados Unidos no aparecía como un factor clave en la conspiración contra su presidente elegido de forma democrática, João Belchior Marques, conocido con el nombre de Jango. El 31 de marzo de 1964, el ejército del país de habla portuguesa sufrió un golpe de Estado cuyas bases se habían asentado con la ayuda de Estados Unidos. ¿Qué ocurrió al final? Tal y como explicita Bevins, los Estados llevaban a cabo a cabo una acción encubierta en el país y su ejército puso armamento y portaaviones a disposición de sus aliados en el ejército brasileño.

Sin embargo, en el momento del golpe, dicho apoyo no fue necesario. “¿Por qué no? Porque el golpe tenía un amplio apoyo en el ejército, entre las clases privilegiadas de Brasil y entre los medios de comunicación brasileños. Este tipo de situación es mucho más probable que conduzca a un aliado estable y a largo plazo (capitalista autoritario) de la Guerra Fría que el tipo de intervenciones muy ruidosas y desordenadas que tuvieron lugar en Irán y Guatemala”, se pregunta y responde el mismo autor.

La publicación, que aborda todos los conflictos armados en los que se ha inmiscuido Estados Unidos bajo el pretexto de terminar con un comunismo alineado sin fisuras con la Unión Soviética, vertebra el relato con lo sucedido en Indonesia y su capital, Yakarta. Además, estos hechos de 1965 fueron el pináculo de la escala de intervención militar exterior por parte de Estados Unidos y la primera vez que las desapariciones fueron utilizadas como parte del terror, al igual que después se repetiría en otros países de Latinoamérica.

Así lo relata el propio libro: “Esta era una nueva característica de la violencia masiva. La gente no era asesinada en las calles, dejando claro a sus familias que se habían ido. No eran ejecuciones oficiales. (…) Las familias a menudo no tenían idea de si sus seres queridos seguían vivos, lo que las paralizaba todavía más de pavor. Si protestaban o se rebelaban, ¿podría costarles la vida a sus seres queridos que estaban presos? ¿Podrían detenerlos a ellos también? (…) Esto paraliza a las personas e inmoviliza en mucha mayor medida a la población, que es más fácil de exterminar y de controlar”.

Otro de los lugares más gélidos en esa Guerra Fría fue Vietnam. Estados Unidos perdió. ¿Por qué ganaron los comunistas vietnamitas y sus homólogos de Indonesia fueron masacrados? “Esta pregunta llevó a la izquierda internacional a hacer un gran examen de conciencia en los años 60 y 70, con algunas consecuencias de gran alcance. Pero el hecho es que los vietnamitas estaban organizados y esperaban una batalla. No querían una con Estados Unidos, pero sabían que iba a producirse. Llevaban luchando desde los años 40″, relata Bevins a este diario.

Realmente, “el Partido Comunista indonesio estaba desarmado, era moderado y —lo que es más importante— no tenía ni idea de que esto podía ocurrirles. Sólo se puede matar a un millón de personas en el transcurso de unos meses si no se lo esperan“, explica el investigador en base a las numerosas entrevistas que ha realizado a supervivientes de Indonesia: “No tenían ni idea de que serían o podrían ser tratados como enemigos. Tenían una presencia tan grande, y tanta influencia en Indonesia, que participaban con orgullo en el sistema tal y como existía”.

Latinoamérica y los fantasmas de ahora

Así pues, el comunismo estaba allí donde Estados Unidos ponía sus sospechas. Sin discernir en el grado de radicalidad de los izquierdistas, todos los países del Tercer Mundo (no alineados) eran sospechosos de unirse al Segundo (la Unión Soviética y sus satélites) que luchaba contra el Primero (Estados Unidos y las demás potencias del Atlántico Norte). Salvador Allende llegó a Chile, y los estadounidenses tras él. Después, la Operación Cóndor que se extendería por la mayor parte de países latinoamericanos cuya ciudadanía votaba mayoritariamente por partidos de izquierdas. El continente se convirtió en una “verdadera trampa mortal anticomunista”, explicita Bevins en su libro.

¿Qué queda de todo aquello? “Obviamente, la ideología del anticomunismo violento todavía está con nosotros aquí en Sudamérica. Parecía haber pasado a finales del siglo XX, pero en Brasil vimos su plena resurrección en la forma de Jair Bolsonaro. En Chile, están viendo la posibilidad muy real de un presidente que celebra a Augusto Pinochet. Es muy aterrador. (…) Los fantasmas de la Guerra Fría han vuelto”, dice el autor al respecto.

La sombra de la Guerra Fría es alargada

Esa nueva guerra de los mundos pareció terminar en 1989, con la caída del Muro de Berlín. Una caída que fue más un derrumbe, pero que no llegó a todos los países inmersos en la Guerra Fría. “A veces, consideramos que esta Guerra fue algo que se libró entre Washington y Moscú, entre el Primer y Segundo Mundo, pero creo que es igual de acertado considerarla como una guerra entre el Primer y el Tercer Mundo”, agrega el escritor. De ese modo, si la Guerra Fría era un enfrentamiento entre dos superpotencias, entonces sí terminó en 1989, “pero esto no cambió las estructuras sociales, políticas e ideológicas que se habían establecido en el Tercer Mundo, a través de una serie de intervenciones violentas desde 1945″, completa.

Bevins, por su parte, solía preguntar a sus entrevistados quién había ganado la Guerra: “Ustedes”, le espetaban los interpelados a este estadounidense. “El socialismo perdió, y también el movimiento del Tercer Mundo, cuyo objetivo era remodelar la economía mundial para que los pueblos antes colonizados pudieran ascender a un estatus igual al de los países que los habían colonizado”, completa el periodista. Él, en su labor de documentación y búsqueda bibliográfica, tan amplia como adecuada, tuvo especial interés por los testimonios de los supervivientes: “Lo que más me conmovía era cuando recordaban cómo pensaban que iba a ser el mundo, cuando recordaban el futuro que creían estar construyendo, allá por los años 50, 60 o 70. Sus ojos se iluminaban, inspirados por los sueños que les habían sido arrebatados, muy a menudo por mi Gobierno”, finaliza.

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