Capitán Swing publica Mad Men, un cuidado volumen que nace con la vocación de servir de guía y obra de referencia para la serie.
Unos tipos sonrientes no paran de fumar cigarrillos mientras miran el culo de las secretarias que se pasean coquetas. Ellos se aprietan las corbatas negras y finas, ellas se ajustan las faldas y se aseguran el relleno de los sujetadores. Así es Mad Men, una de las series televisivas que han puesto patas arriba las pantallas de nuestros hogares,un derroche de clase y buen hacer que, con la excusa de retratar con mimo y detalle la machista América corporativa de los años sesenta del pasado siglo, desde la privilegiada atalaya de las lujosas oficinas enmoquetadas del Manhattan de las agencias de publicidad, logra profundizar en las frustraciones y pulsiones oscuras de Don Draper, el principal protagonista del mundo cruel plagado de ambición y mezquindad que expone el serial. El nuevo Hollywood no llega a las salas de cine sino que nos busca en casa, tanto en nuestros delgados televisores como en libros tan ambiciosos como Mad Men. Reyes de la Avenida Madison que acaba de publicar Capitán Swing, versión expandida de un texto del estadounidense Jesse McLean.
El extenso volumen que acaba de publicar la editorial independiente madrileña analiza de modo exhaustivo casi cada arista de Mad Men, otra de esas complejas formas de entretenimiento que permiten hablar a muchos de una revolución televisiva. Si el texto original de Jesse McLean era minucioso en el análisis de esta exitosa producción de AMC –las dos primeras temporadas son comentadas capítulo por capítulo: qué cócteles toman los personajes y dónde, hechos históricos relacionados, análisis sociológicos–, la versión española se presenta ampliada y amplificada con minuciosa profusión.
El resultado final es un manual, cuyo mayor mérito es las distintas aproximaciones que contiene, pero que también destaca por no sacrificar su vocación casi académica pese a que disfruta de un agradable tono ameno: aquí ni se invita al bostezo ni se leen tonterías. Este simpático libro invita a ser leído con complicidad y con la corbata casi desanudada.
José Luis G. Gómez
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