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¿Tienen las mujeres mejor sexo bajo el socialismo?

Por La Vanguardia   ·  30.09.2021

Cualquier web de noticias basada en el clickbait ficharía sin dudarlo a la estadounidense Kristen Ghodsee para que les pusiera los títulos. Su último ensayo traducido se llama Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo (Capitán Swing) pero no piensen mal: se trata de un documentado estudio sobre las implicaciones del sistema económico en la felicidad y vida privada de la gente (y, por tanto, en su sexualidad). La académica Ghodsee, etnóloga de 51 años, profesora en varias universidades prestigiosas y especialista en los países del este, plantea algunas verdades a veces difíciles de escuchar, así como otras cuestiones ciertamente objeto de controversia. Ayer conversó con este diario antes de la presentación de su libro en la librería. 

La autora, para evitar malentendidos, dice en el prólogo defender una especie de “capitalismo regulado por ideales socialistas”. “Bueno, eso fue una aclaración para el público estadounidense –replica–, que entiende muy limitadamente el concepto socialismo, allí debes especificar que te refieres a un sistema de libertad con regulaciones, pero en Europa me parece importante que pueda hablar directamente de socialismo, sería más bien un socialismo de mercado, si quiere”.

A su juicio, contra lo que pueda parecer, “la URSS le dio, en sus inicios, mucho al feminismo: en 1917, en este caso antes incluso de ser la URSS, otorgó el derecho al voto a las mujeres, en 1920 fue el primer país del mundo con aborto libre, y entre 1917 y 1936 creó un sistema de guarderías, lavanderías, cafeterías, bibliotecas y sanidad públicas. La idea era que, si las mujeres tienen sus necesidades básicas cubiertas, las relaciones personales son más auténticas y honestas. En 1936, eso sí, Stalin ¡se lo cargó todo! Pero, tras la segunda guerra mundial, los países del este retomaron esas ideas políticas para que las mujeres pudieran ir a trabajar, mientras en Occidente las mujeres siguieron en la cocina. Al igual que sucedió con los trabajadores, los países occidentales dieron algunos derechos a las mujeres por miedo a que la gente se hiciera comunista”.

“En el sur de Europa las mujeres tienen más presencia, porque valoran más la maternidad”

No todos los capitalismos son iguales, matiza Ghodsee, para quien en el sur de Europa “las mujeres tienen más presencia, dado que la maternidad es más valorada en el catolicismo que en el protestantismo, igual que el matrimonio, ¡nadie se casa más que los españoles, portugueses e italianos! Y también son ustedes los que más comprenden la importancia de las madres para la sociedad”. A pesar de lo cual, “los empleadores siguen viendo a la mujer como menos confiable, y su mejor ventaja laboral es que cobran menos”.

Ghodsee explora las diferentes maneras de ligar por países: “En las sociedades en que las mujeres tenemos pocas oportunidades de instruirnos y trabajar, si coqueteas con un hombre, lo más importante es que tenga dinero. Si vives en una sociedad donde las mujeres están más empoderadas, lo más importante es ser interesante, amable, divertido… Las mujeres buscan compañía y alguien que las trate bien”.

El libro cita un estudio científico que muestra cómo en la Alemania del este los hombres eran más generosos con sus compañeras en la cama que los alemanes del oeste. “Es un hecho: el estudio se fue realizando en períodos de tiempo distintos y daba siempre ese resultado, y solo les diferenciaba el sistema económico”. Otras encuestas masivas en el Reino Unido, por ejemplo, indican que “en general, en Occidente, lo que más valoran las mujeres en el hombre para formar una familia es que sea un buen proveedor, y eso pone una presión enorme sobre las espaldas de, en especial, los jóvenes y los desempleados, es muchísimo estrés. Es un tema delicado, pero las sociedades con alto nivel de paro presentan muchas más disfunciones sexuales”.

“Una mujer me oyó en la radio y me dijo: ‘Ahora dirijo mi rabia contra el capitalismo, no contra mi marido’”

Ghodsee sigue investigando sobre el tema , actualmente en Bulgaria. Opina que “la pandemia ha hecho más evidentes algunas tendencias” y que “los jóvenes están experimentando, por un lado, el poliamor, los múltiples compañeros; y, por otro, las parejas sin hijos, cada vez hay más”.

Entre los buenos momentos que la ha dado su libro, cita que “hace dos meses, me peleaba en la radio pública de EE.UU. con dos tertulianos y, al acabar, recibí un montón de emails de mujeres. Una de ellas me dijo: ‘Hoy le he preparado la cena a mi familia, y la estuve escuchando mientras fregaba los platos. Amo a mi familia, mi vida, a mi marido pero nunca entendí por qué era tan infeliz. Por primera vez, he comprendido que vivo en una sociedad que solo estima aquello que produce un valor monetario, y a mí no me pagan por cuidar a mis hijos y la casa, no me valoran. Pensaba que quizá estaba deprimida, pero al escucharla hablar de sexo, amor y capitalismo, entendí que mi rabia debe ir hacia el capitalismo, no contra mi marido’”.

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