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Steven Johnson: “Esta pandemia ha puesto el foco en un problema que tenemos que resolver: la desigualdad”

Por Cadena SER  ·  31.05.2020

Agosto de 1854. Londres era una ciudad sucia y gris, llena de recolectores de huesos, hurgadores de barro, limpiadores de excrementos o cazadores de cloacas. Aquellos trabajos eran los de las clases bajas, los más pobres, que vivían hacinados en el barrio del Soho donde la suciedad y las enfermedades apenas dejaban espacio a la supervivencia. El calor de aquel verano, la humedad y unas condiciones sanitarias deficientes fueron el caldo de cultivo perfecto para que en las calles de aquel distrito brotara una de las epidemias más virulentas que ha vivido Europa en el siglo XIX: el cólera.

El cólera fue la enfermedad más temida del siglo XIX en Europa, la más agresiva después de la peste negra. El primer brote en España apareció en 1833, en el puerto de Vigo, y le siguieron otros tres. En nuestro país fallecieron unas 800.000 personas. En aquella época las grandes ciudades carecían de infraestructuras, solían estar llenas de basura, de desechos humanos y era frecuente que el agua potable se mezclara con las aguas residuales -una buena oportunidad para la bacteria Vibrio cholerae, más comúnmente conocida como cólera-, lo que propiciaba la aparición de muchas enfermedades. En aquel agosto de 1854 Londres emergía como una gran metrópoli, con más de dos millones de habitantes, lo que la convirtió en testigo de una epidemia que marcó un punto y aparte en la historia de la ciencia. En pocos días decenas de familias londinenses contrajeron el cólera, la enfermedad empezó a arrasarlo todo y el número de muertos empezó a subir como la espuma. 

Aquella aterradora batalla entre humanos y microbios tuvo como protagonista principal a un médico anestesista llamado John Snow. Aquel verano Snow cartografió los pozos de agua que había en el Soho, estaba decidido a demostrar una sospecha que no paraba de rondarle la cabeza: el brote podía tener su origen en las humildes condiciones sociales de los vecinos del barrio y no en una propensión innata a la enfermedad, intuía que la causa de la enfermedad estaba en el consumo de agua contaminada con materias fecales. Después de un exhaustivo estudio pudo identificar el foco del brote: un surtidor de agua ubicado en el 40 de Broad Street, en pleno corazón del Soho. De este modo empezó una investigación que le llevó a sentar algunas de las bases de la epidemiología.

En A Vivir hemos rememorado aquel capítulo de la historia en compañía de Steven Johnson, uno de los divulgadores científicos más importantes del panorama norteamericano. Johnson es autor del libro “El mapa fantasma. La epidemia que cambió la ciencia, las ciudades y el mundo moderno” (editorial Capitán Swing), un trabajo de investigación que desentraña el brote de cólera aparecido en Londres en 1854, una epidemia que se cobró cientos de vidas pero que también fue un episodio de progreso y de triunfo: “Las crisis sanitarias también nos obligan a reflexionar sobre nuestros sistemas de salud pública y nos obligan a mejorarlos. Eso fue lo que pasó en el Londres victoriano. Pese a todo, el balance fue positivo, se asentaron las bases de la epidemiología y se mejoraron las condiciones de salubridad de las ciudades”, afirma nuestro invitado. La lectura de ‘El mapa fantasma’ nos ayuda a entender mejor el momento actual, la crisis sanitaria y social causada por la pandemia de coronavirus. Los miedos y los errores cometidos en aquel Londres victoriano son los mismos que se están dando ahora pero, pese a la tragedia, Johnson deja un puerta abierta al optimismo: “Londres prosperó después del cólera. Aquello fue mucho peor que lo que estamos viviendo ahora. Hoy sentimos esta pandemia de manera más pronunciada porque estamos interconectados y esto antes no ocurría. El cólera ha matado a millones de personas en todo el mundo pero, con suerte, el coronavirus no será tan letal. Las ciudades recuperarán la normalidad. Volveremos a vivir.”

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