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Sr. Trump y sus colegas, no pasarán: las voces de Antifa

Por CTXT  ·  05.06.2020

Cuando Donald Trump amenazó con clasificar al movimiento Antifa como un grupo terrorista, ¿a quién pretendió llegar? Si Antifa tiene líderes, no comparecen en la prensa ni salen en las redes sociales. Si hay un testaferro, una mente maestra moviendo las piezas, es alguien que prefiere trabajar en la sombra. 

Quizás en el punto de mira del presidente estaba Mark Bray, un hombre que a duras penas podría asemejarse a un terrorista. Bray se educó en la Universidad de Rutgers, una de las instituciones educativas más prestigiosas de Estados Unidos, y ahora se dedica a la enseñanza de historia en los frondosos crisoles académicos del litoral este.PUBLICIDAD

Bray no se apunta a las manifestaciones organizadas bajo la bandera de Antifa, pero sus libros han servido de inspiración para el movimiento global. Su obra más conocida, Anti-Fascist Handbook, alumbra las tácticas de los grupos antifa y explica la causa de la resistencia. En el ámbito de izquierdismo, es uno de los libros más populares que se han escrito nunca.

Al tocar el tema de Trump y su amenaza, Bray no marea la perdiz. Trump no tiene la autoridad de proscribir a Antifa. Y, aunque gozara de esta autoridad, su meta sería imposible de conseguir. Porque el grupo que Trump quiere convertir en un chivo expiatorio ni existe.

“Antifa tiene que entenderse como una forma de política y no una organización concreta”, explica Bray. “No hay una sola persona animando a la gente a que salga a la calle y se manifieste. La propia naturaleza de antifa hace que esto no sea posible.”

Trump no tiene la autoridad de proscribir a Antifa. Y, aunque gozara de esta autoridad, su meta sería imposible de conseguir

Hay cientos de grupos distribuidos por todo el país, señala Bray, y no hay ninguna cúpula encima de todos ellos. La única ‘federación’ consta de solo 12 organizaciones. Cada grupo tiene su propia estructura y creencias. Intentar criminalizar a Antifa sería igual de fructífero que intentar prohibir al liberalismo, o el vegetarianismo.

Pero sí que hay una meta que aglutina al movimiento entero, desde Boston hasta San Francisco. En palabras de Bray, es la determinación de “negar al fascismo el oxígeno necesario para florecer en cualquier parte del país, y prevenir que se establezca en la sociedad”. Esa determinación se ha vuelto más importante que nunca a raíz del asesinato de George Floyd, sostiene el autor.

“La amenaza lanzada por Trump es un intento de engañar al pueblo americano y desviar la atención del hecho de que la población negra sigue muriendo a manos de la policía” dice Bray.

“Trump ya se ha incorporado a las filas de la ultraderecha, y le conviene animar y buscar excusas para los políticos de esta banda. Sus intervenciones sirven para normalizar el comportamiento de la ultraderecha. Pero este problema va más allá. La supremacía blanca llega al fondo de la sociedad americana”.

Pero sea cual sea el ‘backstory’ de los sucesos acaecidos a lo largo de la última semana, ¿qué parte de la culpa podemos echar a Antifa por los hurtos, los fuegos y los cócteles molotov que han volado por el aire antes nuestros propios ojos?

Bray admite que, dado el número de choques de los últimos días, es casi inevitable que algunos seguidores de Antifa hayan estado involucrados. Pero mantiene que las represalias han sido encabezadas por grupos de activistas negras. “Creo que el porcentaje de activistas pertenecientes a algún grupo Antifa que hayan podido cometer algún delito en estos días es muy bajo”.

En la primera línea, las propias organizaciones comparten estas convicciones.

Un representante del grupo de Atlanta –que ha irrumpido en una serie de enfrentamientos durante los últimos días, los cuales han culminado en ventanas forzadas, tiendas saqueadas y coches de policía ardiendo en plena calle– sostiene que el intento de echar la culpa a las izquierdistas es un montaje, pura y simplemente.

“Se trata de una táctica racista que tiene como objetivo denigrar, haciéndose eco de la manera en que, a principios del siglo XX, las segregacionistas del sur acusaron a los comunistas judíos de ‘provocar a la comunidad negra’”.

A su juicio, los verdaderos culpables son, y siempre han sido, los policías. Además, “no desempeñamos ningún rol en la planificación de manifestaciones llevadas a cabo por grupos negros y provocadas por el asesinato de George Floyd. Respaldamos a dichas manifestaciones al 100% pero no estamos ‘detrás’ de ellas”, afirma. “De momento nuestras tácticas consisten en acudir a las manifestaciones, documentar cualquier asistencia por la ultraderecha y avisar a las manifestantes para que se cuiden. Cuando no podemos presenciar las manifestaciones, les rogamos a los asistentes que nos envíen información”, añade.

Pero –¿habría alguna justificación para que los grupos Antifa utilicen la violencia como último recurso? Aquí las aguas se enturbian un poco.

Bray admite que sí: “La autodefensa armada” puede ser necesaria si los fascistas no pueden ser controlados de forma pacífica. El representante de los antifa en Atlanta expresa un sentimiento muy parecido.

“Nuestra misión es plantar cara a la extrema derecha mediante cualquier medida que fuera necesaria. Un 99,99% del tiempo lo logramos con medidas no violentas, como educación y ‘deplatforming’ [negar publicidad a los grupos no deseados]. Sin embargo, nos negamos a rechazar la violencia cuando todas las demás medidas quedan agotadas. Muchas veces los antifascistas han sido perseguidos por grupos nazis y nuestro propio grupo ha sido amenazado por asesinos.Creemos firmemente en defendernos a nosotros mismos y a nuestras comunidades contra la violencia racista”, señala.

Lo que parece inevitable es que los choques y la turbulencia continúen. La crispación sigue a flor de piel, hagan lo que hagan las autoridades. Por muchas intervenciones pidiendo calma que realice la familia de George Floyd, por muchas estatuas de soldados confederados que se retiren en el sur, la gente va a seguir saliendo para dar voz a sus frustraciones.

¿Hasta dónde van a llegar estos disturbios? Bray no lo tiene claro, aunque no descarta una escalada de violencia. El representante de antifa en Atlanta deja todo igual de incierto. “En estos tiempos no podemos predecir el futuro, ni el corto plazo.”

Pero pase lo que pase, las bandas rojas nunca izarán la bandera blanca. “No vamos a echarnos atrás, ni de coña”, añade el representante.

Le toca a usted, Sr. Trump.

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