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«Se me rompió el corazón»: Jessica Bruder, la periodista que descubrió a los trabajadores nómadas que inspiraron la que será la película de 2021

Por SModa  ·  23.11.2020

“En un artículo sobre las duras condiciones laborales de Amazon que encontré en una revista, aparecía un hombre mayor que le contaba al periodista que ni él ni su mujer habían podido jubilarse cuando alcanzaron la edad para hacerlo, así que iban de un estado a otro, viviendo en una caravana, en busca de trabajos como ese”, así fue como Jessica Bruder, periodista especializada en retratar subculturas de Estados Unidos supo de los workampers, trabajadores nómadas que recorren todo el país en busca de empleo a bordo de caravanas, furgonetas, remolques e incluso automóviles; durmiendo en aparcamientos de centros comerciales o reuniéndose cuando caía la noche, acampando en medio de la nada, alrededor de un fuego.

“Pasó el tiempo y no podía dejar de pensar en aquel hombre”, continúa Jessica. “Se trataba de un tipo de trabajo itinerante del que nunca había oído hablar. Me pareció distópico que estadounidenses en edad de jubilación y sin residencia fija fueran contratados para trabajos como ese”.Thanks for watching!PUBLICIDAD 

Amazon es uno de sus grandes patronos, pero también trabajan en la cosecha de la remolacha o del arándano, vendiendo calabazas antes de Halloween o árboles de navidad en diciembre. A veces, los puedes encontrar manejando atracciones en parques temáticos durante el verano… Lo que salga. Las empresas saben de su existencia y cuentan con ellos. Cuestan poco y necesitan el dinero. Lo que más llama la atención de este grupo de personas es que por su edad deberían estar jubilados, pero las cosas no salieron bien.

Una nueva clase social creada por la crisis de 2008

“Investigué en internet y di con miles de ofertas de trabajo, todas dirigidas a ese mismo grupo de edad. Era un mundo del que nunca antes había tenido noticia y quise saber más”. Así fue como Jessica se lanzó a la carretera para encontrarse con esta nueva clase social. Corría 2013 y aunque entonces no lo sabía, pasaría más de tres años viajando. En total, recorrió junto a estos trabajadores más de 24.000 kilómetros, viajando de costa a costa de Estados Unidos y desde México a la frontera con Canadá. El resultado fue el libro País nómada: supervivientes del siglo XXI, que acaba de ser editado en español por la editorial Capitán Swing, y que en el que se basa la película Nomadland, que se hizo con el León de Oro en Venecia es favorita en la próxima temporada de premios.

Pero estas personas no siempre vivieron así. Tenían casas, hijos, vidas normales y algunos incluso llevaban un nivel de vida por encima de la media. Todo cambió cuando llegó la crisis de 2008: “Algunos vieron como sus ahorros, sus casas o sus negocios se esfumaron con la crisis de las hipotecas subprime”, nos cuenta Bruder desde su casa en Brooklyn. “Otros tuvieron toda la vida trabajos de bajos salarios y con el aumento del precio de la vivienda se dieron cuenta de que no podían pagar. Todos son víctimas del raquitismo del sistema de pensiones de Estados Unidos”. Ante los problemas económicos, se vieron obligados a renunciar al gasto más importante que todos tenemos, la vivienda, y se echaron a la carretera.

La única que no tenía canas

Bruder no quiso ser una simple espectadora de la vida de los workampers, así que se hizo con una caravana para vivir como ellos a la que bautizó como Van Halen (por van, furgoneta en inglés). Muchos de los nómadas bautizaban a sus vehículos con nombres divertidos o juegos de palabras.

También trabajó mano a mano con ellos. “Hacer turnos de 12 horas al aire libre en la recogida de la remolacha azucarera en Dakota del Norte era agotador. Teníamos que colocar remolachas del tamaño de bolas de bolera en una máquina que les quitaba la tierra y las escupía para formar una pila enorme. Después de pasar varios días haciéndolo, sentí que estaba tan dolorida que parecía que todas las lesiones musculares que he tenido a lo largo de mi vida habían regresado”, nos cuenta.

Bruder también trabajó en un almacén de Amazon, en lo que la empresa llama fulfillment center, un enorme espacio robotizado donde se preparan los envíos a los clientes. Allí prácticamente era la única que no tenía canas. La crónica de cómo era su trabajo en ese almacén es uno de los capítulos más surrealistas y tristes de todo el libro. “Estaba en el turno de noche y sentía que me estaban lobotomizando lentamente porque el trabajo era muy monótono. El almacén tenía un mural que decía, ‘la variación es el enemigo’. Allí conocí a un trabajador de 77 años que me contó que tenía las rodillas destrozadas por trabajar como mecánico en una empresa minera de cobre. Cuando me lo imaginé realizando el trabajo que hacíamos, que implicaba hacer miles de sentadillas y estiramientos para acceder a diferentes estantes de mercancías durante un turno de diez horas… Se me rompió el corazón”. Por supuesto, Amazon recibe un subsidio por contratar a personas mayores (entre un 25% y un 40% de su sueldo), es por eso que la compañía tiene tanto interés en emplearlos, sobretodo cuando existen picos de trabajo como, por ejemplo, en Navidad. La compañía es conocida por tener en sus almacenes expendedores gratuitos de ibuprofeno.

Mujeres poderosas (y blancas)

Hay dos aspectos comunes entre los protagonistas del libro que no son precisamente casuales. El primero es que entre ellos hay una mayoría de mujeres fuertes y fascinantes. “Es cierto, hay un montón de mujeres mayores en la carretera, y esto me sorprendió al principio”, comenta Bruder. “Pero no debería haberlo hecho. En promedio, las mujeres viven más tiempo y ganan menos dinero que los hombres, lo que significa que tienen menos ahorros y una pensión más baja. Muchas de ellas abandonan el mercado laboral a lo largo de su vida para realizar trabajos no remunerados como cuidar de niños o de padres ancianos, lo que todavía se considera un trabajo de mujeres. Muchas de ellas se criaron en un mundo donde los hombres eran el sostén de la familia, en un momento en el que se podía formar una familia con una sola fuente de ingresos”.

Lo segundo es que los trabajadores nómadas son fundamentalmente caucásicos. El motivo es sencillo y terrible: “Es más fácil para las personas blancas vivir en la carretera, en una sociedad donde el racismo ha cobrado una fuerza tan espantosa. Cuando estaba escribiendo el libro, cada semana leía una nueva noticia de conductores negros desarmados que habían recibido disparos de la policía. También los conductores latinos son objeto de acoso, o de algo peor, por parte de las autoridades debido al rechazo a los inmigrantes y la xenofobia de este país. Sin embargo, a mí, como mujer blanca, durante todo el tiempo que estuve viajando me pararon una sola vez debido a una infracción y la policía me dejó seguir mi camino tras una simple advertencia. Después, se pusieron a charlar conmigo tranquilamente y me recomendaron visitar algunas atracciones turísticas de la zona que pensaban que me gustarían”.

Romanticismo y vulnerabilidad

No hay duda de que hay algo romántico y también típicamente americano en esta forma de vida; muy relacionado con el espíritu de los primeros colonos estadounidenses y con un férreo optimismo. “Muchos de los nómadas que conocí creían firmemente en la autosuficiencia. Al mismo tiempo, también eran muy generosos entre ellos, construyendo redes informales de ayuda mutua entre los compañeros de viaje que conocían en persona y a través de internet. Ese tipo de redes me daban cierta esperanza. Encuentro muy frustrante la obsesión estadounidense por el individualismo. Somos una especie social. Necesitamos cooperar para sobrevivir y, en la era del coronavirus, eso nunca ha sido más obvio”.

Esta positividad de los workampers alcanza a veces cotas inimaginables y una ironía abrasiva. Un ejemplo es el mensaje que dejó uno de ellos en uno de los múltiples grupos de Facebook en los que los trabajadores comparten pensamientos y oportunidades laborales. En este caso, se trataba de un trabajador de un almacén de Amazon: “Es fácil perder peso si caminas medio maratón cada día en el trabajo. Además, después estás tan cansado que ni tienes ganas de comer”.

Está claro que los protagonistas del libro de Bruder disfrutan de cierta libertad romántica pero, a la vez, son extremadamente vulnerables. Nadie les protege y viven desarraigados. “La vulnerabilidad es real”, nos cuenta la autora. “Al vivir en un vehículo, estás a un eje roto de quedarte sin hogar. Algunas de las personas que conocí soñaban con tener una casa y estaban ahorrando dinero para comprar un trozo de tierra y construirla. Otros, pretendían seguir en la carretera todo el tiempo que pudieran conducir y no tenían ningún plan sobre lo que hacer después”.

Es casi inevitable pensar en que las vidas de las personas del libro parecen la avanzadilla de un futuro distópico en el que, si nadie lo remedia y las grandes compañías siguen creciendo y creciendo sin regulaciones que limiten su poder, muchos podríamos acabar viviendo de una manera similar. Bruder opina lo mismo: “En Estados Unidos, nuestro gobierno no ha aplicado correctamente las leyes antimonopolio y eso es parte de la razón por la que nuestra clase media está desapareciendo. Hoy en día, los directores ejecutivos de las grandes corporaciones cobran 370 veces más que el trabajador medio. En 1965, la proporción era de 21 a 1. Estamos transitando una senda muy peligrosa. Mientras tanto, en la última década, las reglas que limitan las donaciones corporativas a campañas políticas han desaparecido, lo cual es terrible: el gobierno debe trabajar para todos nosotros, no solo para unas pocas personas en la cima de la pirámide”.

Lo más probable es que la pandemia actual, con el impacto tan enorme que ha tenido en Estados Unidos, provocará que muchas más personas se vean obligadas a salir a la carretera. “Este año, el programa CamperForce de Amazon está contratando trabajadores en once almacenes de ocho estados, muchos más de lo que había hecho antes”, nos confirma Jessica.

Una gran película

El conmovedor libro de Jessica llamó la atención de Frances McDormand, que será la protagonista de una película basada en el libro y que ya se estrenó en el Festival de Venecia donde se llevó el León de Oro.

“He visto la película y es pura poesía: hermosa, humana e inquietante”, nos cuenta Bruder. “Frances McDormand ha hecho la actuación de su vida. Pero para mí, la mayor emoción fue ver a muchos de los nómadas del libro, personas cuyos viajes había seguido durante años, aparecer en pantalla como actores por primera vez. Se interpretaron a sí mismos y se sintieron muy apoyados gracias a eso. Pude volver a ver a algunos de ellos en el pase que se realizó en Los Ángeles. Debido al coronavirus, no pudimos abrazarnos, pero hay fotos de nosotros saltando y bailando y chocando los codos; fue un gran momento”.

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