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Se edita en castellano el primer diario escrito desde Guantánamo. Por Mohamedou Ould Slahi, el preso nº 760

Por Información Sensible  ·  11.04.2016

Hasta que salió la primera edición en inglés, hace ahora un año, el gobierno de EE.UU. censuró gran parte de las 466 páginas en nombre de la “seguridad nacional”

La censura no se ha escondido y las partes vetadas aparecen en el libro tachadas con barras negras, un total de 2.500 bloques

Slahi relata los interrogatorios a los que fue sometido, las torturas y las amenazas que soportó desde que lo encerraron en la prisión de la bahía de Guantánamo en 2002

Mohamedou Ould Slahi está preso en Guantánamo desde 2002. Todavía no hay una sentencia firme que especifique su condena, pero sigue recluído. Es uno de los llamados ‘prisioneros eternos’ y desde la prisión empezó a escribir un diario a partir de 2005, pasados tres años de su internamiento.

En 2010, un juez federal ordenó la puesta en libertad de Slahi, pero el Gobierno de Estados Unidos revocó la decisión, y hasta hoy.

Fue detenido en noviembre de 2001 acusado de formar parte de Al-Qaeda. Había viajado a Afganistán en 1990 para apoyar a los muyahidines, cuando estos, con el apoyo de EE.UU, trataban de derrocar al Gobierno comunista de Mohammad Najibulá.

Slahi fue entrenado en un campamento de Al-Qaeda, pero él afirma que se desvinculó de la organización terrorista cuando abandonó Afganistán. Desde que fue detenido, quedó en manos del FBI y la CIA, que lo llevó, para ser interrogado, a Jordania, Afganistán y finalmente Guantánamo.

En Diario de Guantánamo, Slahi relata los interrogatorios a los que fue sometido, las torturas y las amenazas que soportó desde que lo encerraron en la prisión de la bahía de Guantánamo, en Cuba. Habla de maltrato físico pero también, y sobre todo, de aislamiento extremo, abusos sexuales y psicológicos e incluso simulacros de su propia ejecución en mitad del mar.

Una de las formas de tortura era privarlo del sueño. Este es un extracto del libro que recoge el portal PlayGroundNoticias:

“Puso una canción muy alta. Pero que muy alta. Era ‘Let the bodies hit the floor’. No olvidaré nunca esa canción. (…) Si se te ocurre dormirte, te voy a joder vivo —dijo. Tuve que escuchar la canción una y otra vez hasta la mañana siguiente. (…) No estaba permitido dormir. Por eso, me daban botellas de agua de litro y medio a intervalos de una a dos horas. (…) No podía ni siquiera cerrar los ojos ni por diez minutos porque estaba casi todo el tiempo sentado en el retrete. (…) Le pregunté a uno de los guardias ‘¿Por qué me tenéis a dieta de agua? ¿Por qué no me mantenéis despierto estando de pie, sin más?’. ‘Psicológicamente es mucho más destructivo mantener a alguien despierto por sí mismo, sin tener que ordenárselo’, dijo”.

Slahi escribió su diario desde la celda de aislamiento en la que estuvo durante el verano de 2005. Desde el primer momento se censuró y hasta siete años después los abogados de Slahi no consiguieron que se editara.

Hasta que salió la primera edición en inglés, hace ahora un año, el gobierno de EE.UU. censuró gran parte de las 466 páginas en nombre de la “seguridad nacional”. La censura no se ha escondido y las partes vetadas aparecen en el libro tachadas con barras negras, un total de 2.500 bloques tapan lo que sin duda son las mayores barbaridades que Slahi ha vivido en manos de los torturadores de Guantánamo.

No hay condena que justifique su internamiento

El teniente coronel Stuart Couch se negó a procesarle en una comisión militar en 2003, sosteniendo que todas las declaraciones incriminatorias fueron obtenidas a través de la tortura. En 2010 el juez James Robertson concedió un recurso de habeas corpus (petición de libertad por no existir pruebas legales para atribuirle ningún delito). Pero el Departamento de Justicia apeló la decisión, y el Tribunal de Apelaciones de Washington anuló la sentencia.

A pesar de haber sido exculpado por distintas cortes y Gobiernos extranjeros, porque nunca se le ha acusado de ningún delito, sigue entre las rejas de Guantánamo.

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