10º Aniversario
¡El capitán cumple diez años!
descúbrelo

Salir de la anestesia local con Günter Grass

Por Koult  ·  02.01.2013

Tanto da el 68 que el 13. El matri­mo­nio entre el acti­vismo polí­tico y el artista es tan espi­noso como cual­quiera de los civi­les o eclesiales.

Un alumno idea­lista e incons­ciente que con­trasta con un pro­fe­sor cons­ciente y deca­dente. La eterna vieja escuela de la acción directa con­tra el cam­bio polí­tico tran­quilo, sose­gado, cua­trie­nal, progresivo.

Así se cons­truye la trama de Anes­te­sia local, un libro de 1969 res­ca­tado al cas­te­llano por Capi­tan Swing del pre­mio Nobel Gün­ter Grass, donde este se moja sin palia­ti­vos sobre el mari­daje arte­po­lí­tico. Aun­que sin tomar par­tido. La bio­gra­fía de Grass se parece más a la de Sta­rusch, el maes­tro con un pasado tor­men­toso mar­cado por el aban­dono de su pro­me­tida, que a la del alumno, que pre­tende que­mar a su perro vivo en pleno Ber­lín para pro­tes­tar por la Gue­rra de Viet­nam y el uso del napalm.

Nin­guno de los per­so­na­jes sale espe­cial­mente bien parado, sin embargo: esta es una novela sobre la debi­li­dad humana y sobre como el pasado nos devora en detri­mento del futuro esperanzado.

En medio de este eje mas­cu­lino los per­so­na­jes feme­ni­nos tie­nen el aspecto de fan­tas­mas, de musas y val­quí­rias, de guías y ten­ta­cio­nes aje­nas a la iner­cia del estan­ca­miento abur­gue­sado. Sumi­dero de los pla­nes y la ima­gi­na­ción, la socie­dad de la pos­gue­rra se pre­senta como un obs­táculo al pla­cer. Cual­quier dis­frute es pos­trero, la muerte, el fin del libro, el abismo, parece el último res­qui­cio de ali­vio para unos per­so­na­jes que deam­bu­lan con­ven­cién­dose unos a otros de temas sobre los que no están dema­siado segu­ros: mien­tras las ideas se mue­van, mien­tras la inac­ción se man­tenga, habrá una segu­ri­dad en un futuro que nin­guno se atreve a abor­dar por cobar­día. Per­so­na­li­da­des sub­si­dia­rias y pará­si­tas de los demás, todas rodando hacia la nada.

Divi­dido en tres par­tes, Grass cons­truye per­so­naje, trama y desen­lace casi en com­par­ti­men­tos estan­cos, sal­pi­men­tán­do­los con bas­tante Séneca –su dis­cí­pulo fue Nerón, que exten­dió la “cale­fac­ción” en Roma– y haciendo de la enso­ña­ción y la estruc­tura enma­ra­ñada un com­ple­mento satis­fac­to­rio para el afor­tu­nado lec­tor que ter­mine o empiece el año con este volumen.

 

Ver artículo original