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Riane Eisler: «La subordinación de la mujer ha sido siempre una prioridad para los regímenes más represivos»

Por La Voz de Galicia  ·  08.08.2021

Hubo un tiempo en que los hombres y las mujeres se organizaban en sociedades más igualitarias, colaborativas y pacíficas que las que llegaron después de Creta. Es la teoría que defiende Riane Eisler en su libro El cáliz y la espada (Capitán Swing), una obra que el antropólogo Ashley Montagu califica como «el libro más importante desde El origen de las especies de Darwin». La académica austríaca subraya que los conflictos entre sexos no responden a un hecho biológico ni divino, sino que se deben a una transformación cultural. «La evidencia de la arqueología es que, en contra de las creencias populares, la guerra tiene como mucho entre 5.000 y 10.000 años de antigüedad -explica-. Por ejemplo, en la ciudad prehistórica de Catal Huyuk no hay signos de destrucción por guerra desde hace 1.000 años. Además, tanto las casas como las tumbas no muestran signos de desigualdades importantes».

Aunque admite que estas «no eran sociedades ideales» subraya que «se orientaban hacia el lado de la asociación de la escala social». Eisler indica que hay numerosos indicios de que en esas estructuras «las mujeres ocupaban puestos de influencia y se veneraban deidades femeninas». ¿Y cuál fue el agente del cambio? «Se produjo con cambios climáticos, así como de incursiones de pastores nómadas en las zonas más fértiles del planeta durante nuestra prehistoria -argumenta-. Las sociedades orientadas a la asociación fueron sustituidas por otras orientadas a la dominación hace entre 5.000 y 10.000 años». Entra en juego ahí la violencia de unos pueblos contra otros. «Lo vemos en el cambio radical del arte. Pasa de celebrar la naturaleza y los poderes vitales inherentes a los cuerpos femeninos a exaltar a gobernantes masculinos armados en pedestales», señala.

Durante cerca de 400 páginas Riane Eisler desarrolla su tesis. Rehúye el término patriarcal «porque no pone de manifiesto la conexión entre el dominio masculino y un sistema social generalmente desigual y violento». Pero explica el porqué de la resistencia: «La subordinación de la mujer ha sido siempre una prioridad para los regímenes más represivos. Casos seculares como la Alemania nazi o la Unión Soviética de Stalin. También religiosos, tanto en Oriente como en Occidente, desde los talibanes e Isis hasta la alianza derechista-fundamentalista en EE.UU. Se vio esto en la España de Franco, donde las mujeres necesitaban el permiso de los tutores masculinos para trabajar fuera de sus casas, y había muchos trabajos que les estaban legalmente prohibidos».

«Nada de esto es casual, sino que es una parte clave de una configuración social», asegura Eisler que mira el futuro con optimismo: «El hecho de que estemos prestando más atención a la desigualdad sistémica incorporada, ya sea racial, económica o basada en el género o la orientación sexual, es un signo de avance». Pero recalca una idea lograr la igualdad plena: «El género no es solo una cuestión de mujeres, sino que es una cuestión social y económica clave».

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