Rebecca Solnit (Bridgeport, Connecticut, 1961) es escritora, historiadora y una de las pensadoras feministas estadounidenses más prestigiosas. Una de las voces de la cultura y el medio ambiente más respetadas en el mundo anglosajón. Columnista de The Guardian y en Harper’s Magazine, con su libro “Los hombres me explican cosas” saltó a la fama porque de ahí nació el término ‘mansplaining’.
Ahora publica en español su volumen de memorias “Recuerdos de mi inexistencia” (Lumen), un libro del que habla con Efeminista y donde relata cómo se hizo escritora y encontró su propia voz en el mundo patriarcal, y en el que la ciudad de San Francisco, donde vive desde los 17 años, es también protagonista de esta construcción personal. Además también se publica en español un conjunto de ensayos de la autora bajo el título “La madre de todas las preguntas” (Capitán Swing).
La escritora explica que comenzó a escribir “Recuerdos de mi inexistencia” porque quería abordar “la condición universal de la mujer”, es decir, “tener tu propia voz”, y lo que significa no tenerla.
Tener voz propia
“Parte de la violencia contra la mujer es una violencia contra tener voz. Tener voz no es una capacidad de formular sonidos. Tener voz supone representarte a ti misma, poder participar en la sociedad, establecer límites, poder decir que sí o que no”, dice.
“Quería escribir qué suponía esto para mí, como una mujer joven que vivía en una atmósfera de amenaza constante que se daba cuenta de que nadie decía nada sobre ello, de que nadie decía que se estaban violando mis derechos humanos”, indica Solnit durante la presentación de su libro en una rueda de prensa online.
La autora de “Una guía sobre el arte de perderse” o “Un paraíso en el infierno” vivió su juventud en la ciudad de San Francisco, cuna del movimiento LGTBI y del movimiento ambiental a la que califica como su “gran maestra”.
P.- Usted que en el libro da las gracias a todos aquellos que protegen a las personas vulnerables, entre ellas a los homosexuales y a la cultura gay, ¿qué opina de las feministas que critican el movimiento queer y excluyen a las mujeres transexuales del feminismo?
“No puedes separar la lucha por la liberación de las mujeres del patriarcado de la liberación de las personas trans con respecto a las normas”
R. – Creo que nos liberamos entre nosotras y nos liberamos todas juntas, no puedes separar la lucha por la liberación de las mujeres del patriarcado de la liberación de las personas trans con respecto a las normas. Creo que históricamente todos estos elementos están muy conectados. Las feministas y las personas queer querían liberarse de la prisión que suponían los roles que les habían impuesto. Creo que ambos son muy complementarios. Hace tiempo que escribí que la igualdad en el matrimonio entre personas del mismo sexo fue posible gracias al feminismo, que siempre impulsó la igualdad, detestando una relación en la cual los roles estén reasignados, y de esta forma nos hemos convencido de que estos derechos deberían defenderse, porque hay una relación entre un hombre y una mujer, pero también entre una mujer y una mujer y un hombre y un hombre.
Entonces, si nos fijamos detenidamente, los hombres heterosexuales necesitan liberarse de estos límites psicológicos, aunque en la superficie parece que ellos estuvieran cediendo poder, pero ese poder a ellos les viene pagando un coste demasiado alto que cercena su capacidad interna de sentir y de ser. Desde luego, una cosa de la que hablo mucho en el libro es de que yo vivo en San Francisco. Estoy muy agradecida por ello. Crecí rodeada de hombres homosexuales y eso me demostró que los hombres pueden ser cálidos, íntimos y pueden ser muy comprensivos y nada amenazantes.
“No hay nada inherentemente malo en los hombres. Lo que es malo es el patriarcado”
No hay nada inherentemente malo en los hombres. Lo que es malo es el patriarcado. Los hombres que se apartaban de ese patriarcado, muchos de ellos eran mis modelos de rol, eran mis amigos y me enseñaron: hasta qué punto quién eres en el mundo depende de tu decisión, que es un acto básicamente de insurrección. Hay muchas formas de vivir, de llevar adelante tu vida. Hablábamos mucho de cómo se lleva una familia homosexual. Esto quiere decir que hay otras formas alternativas de conectarse con la gente que no son el matrimonio tradicional. Cuidar a las personas es muy importante para mi y es parte fundamental de este libro, como mujer heterosexual me gusta mucho hablar de estas cuestiones. Gracias por la pregunta.
P.- ¿Cree que los logros de las mujeres y del feminismo pueden retroceder a consecuencia de la crisis creada por la pandemia? ¿O quizá también puede ser una oportunidad para que los hombres se vuelvan más hacia el espacio interior, hacia los cuidados familiares? ¿Cuáles son los retos del feminismo hoy, con tanta reacción en contra desde gobiernos como el de Brasil de Bolsonaro, de Duda en Polonia o de Orban en Hungría, entre otros?
R.- Una crisis es lo que hacemos nosotros de ella, y, por supuesto que lo que las parejas, la sociedad, el gobierno hagan de ella a todos los niveles, desde la familia hasta la política de ámbito internacional, está por verse. Pero, como dije en la rueda de prensa, un desastre revela lo frágil y lo fuerte de una sociedad, y éste ha revelado que es la profunda desigualdad entre hombres y mujeres en las tareas del hogar lo que subyace bajo la debilidad del apoyo real a las mujeres en el mundo laboral y a la igualdad de las mujeres. Tal vez todo esto refuerce la lucha en favor de unos cuidados universales asequibles o gratuitos.
“El mundo es mucho más igualitario e inclusivo que hace 50 años, y no nos pueden hacer olvidar cuánto hemos cambiado”
En cuanto a los misóginos autoritarios, habla usted de reacción, que es una reacción contra el progreso y el cambio. Estos aspirantes a tiranos son aterradores, por su impacto inmediato sobre sus propios ciudadanos y colectivamente como modelo de una reacción internacional, no solo contra el feminismo sino contra los derechos de gays, lesbianas, queer y trans; contra los de los negros y los de los indigentes, contra muchas formas de igualdad y de derechos humanos. Me gusta pensar que se quedarán en una reacción, que no detendrán la permanente evolución hacia sociedades más progresistas e inclusivas. A pesar de sus horrendos sueños, el mundo es mucho más igualitario e inclusivo de lo que lo era hace 50 años, y ellos no nos pueden hacer olvidar cuánto hemos cambiado y ampliado nuestras miras.
P.- El cuerpo y la construcción de uno mismo para lograr su identidad frente a la realidad, el miedo o la tensión son ejes del libro. ¿Cree que la educación entre los jóvenes es fundamental para cambiar el patriarcado? ¿Qué recomendaría?
R.-. Educación es un término que empleamos para una parte pequeña formalizada de toda la cultura de la que está formada una persona, y desde el momento en que el patriarcado ha permeado la cultura, el cambio también tiene que abarcar toda la cultura. Con esto, lo que quiero decir es que la manera en que las familias crían a sus hijos importa; qué libros, qué videojuegos o películas o programas de televisión, de arte o de música absorbemos nos enseña y nos forma. A quién vemos tratado con respeto y teniendo poder y decidiendo lo que es importante, importa. Sí, la escuela y la educación importan, pero no podemos esperar que ellos hagan todo el trabajo.
Creo que al menos en los EE.UU. existía la creencia de que se podía crear igualdad mediante las leyes, pero la política y la ley se dan en la superficie de un terreno muy profundo, que es la cultura, y la opresión no es solo legal, es cultural, en prejuicios, creencias y suposiciones. En preferencias y jerarquías que nos rodean. Es una tarea profunda y compleja, y aunque la gente a veces se queja de que el feminismo no ha alcanzado aún todas sus metas, lo que ya ha cambiado en los últimos 50 años es asombroso, visto en el contexto general del patriarcado como conjunto de principios y jerarquías que han sido parte de la sociedad judeocristiana y de muchas otras sociedades durante milenios.
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