De muy pocos escritores me leerán decir que todo lo que de ellos he leído me ha gustado. De menos aún diré que todo lo escrito es bueno. De Stefan Zweig diré ambas cosas (hasta que un día, me desdiga). Tiene todo lo que un escritor de bandera precisa. Narra muy bien, conoce los tempos y los usa apropiadamente. Dosifica sus explicaciones, no pontifica y se muestra siempre dispuesto a rectificar, pues busca más aprender que enseñar.

Tiene además un talento natural para hallar los temas de interés sobre los que escribir y dedica a cada cual el número de páginas que merece. Así, a Américo Vespucio, cuyo interés real es conocer quién y porqué dio un nombre a tan gran continente, apenas le dedica 90 páginas. Ni falta que hacen más.

Una vez leído el texto parece mentira que nadie haya llegado a sus conclusiones. Parece increíble que los estudiosos se hayan posicionado en bandos antagónicos como si de una cuestión personal se tratara que Américo fuese un fraude vergonzante o el más grande de los descubridores. Zweig, nos da una hipótesis que sin duda resulta convincente y que debiera dejar el tema medianamente cerrado.

Un librito por tanto muy interesante, de fácil lectura, con prólogo para los que demanden más y una excelente portada, algo propio de la editorial “Capitán Swing”.

Urko de Azumendi