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Por una literatura más justa

Por El Comercio  ·  11.01.2020

Que para la edición hace poco de un libro de Elena Garro se hiciera una fajita en la que ponía ‘Mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges’ da una perfecta idea del tipo de cosas que llevan a la poeta, periodista y editora -a su criterio corresponden los últimos títulos de Caballo de Troya, que están dando mucho que hablar- Luna Miguel a escribir sobre mujeres escritoras. Que para definir a una, y no cualquiera pues de la mexicana Garro se ha llegado a la conclusión de que fue la autora ‘madre’ del ‘boom’ latinoamericano que tantos hombres trabajaron, se utilicen como argumento los nombres de los hombres que la rodearon -y su relación con ella- suena raro. O sonaría raro si se aplicara al revés, es decir, si para hablar de la obra de un escritor se hiciera el listado de señoras del sector que tuvieron algo que ver en su historia. ¿Alguien se lo imagina? Eso es el mejor indicador del machismo: situaciones que, a la inversa, son inconcebibles.

En el terreno de la edición se ha dado mucho. Autoras olvidadas, autoras fundacionales de las que no se pueden encontrar títulos en librería, poemarios y ensayos que se pasan aun de mano en mano en facsímiles o mediante PDFs; autoras sobre las que se recomienda no hacer tesis o estudios porque no se considera que tengan nada más que aportar al panorama pese a haber sido referencia durante generaciones, y porque perjudicarán carreras futuras; autoras a las que se critica por impostoras si escriben personajes de una clase diferente a la suya o a las que el exilio no convierte en heroínas, sino en traidoras; mujeres cuyas rarezas no son pruebas de su ingenio sino de la típica locura que ya se sabe que no es buena; reducir toda la creación literaria de una mujer a sus títulos para el público infantil o a un solo poema de dolor y amor que se convierte en prueba… de su falta de profundidad, de su eterna adolescencia.

De este tipo de anécdotas ‘injustas’ está lleno el libro el ‘El coloquio de las perras’ (Capitán Swing), una docena de retratos o de paseos por la vida y la obra de escritoras de habla hispana. La mayoría son latinoamericanas, lo que Miguel reconoce que tampoco ha ayudado a darlas a conocer en el mundo de los libros o a otorgarles el valor que tienen. «En España sigue habiendo una gran falta de respeto a la creación de ese continente gigantesco en el que se hacen cosas tan diferentes y en realidades tan distintas. Seguimos mirando con desprecio lo que hacen, pero están a la cabeza en campos como la lucha feminista», explica.

‘El coloquio de las perras’, que toma su título de un libro de la portorriqueña Rosario Ferré -que a su vez lo cogió prestado de Cervantes y lo tuneó para dar voz a las mujeres-, desgrana la vida y la importancia de la obra de la propia Ferré, Elena Garro, María Emilia Cornejo y Victoria Santa Cruz, por citar solo un puñado. Expone su trayectoria «no como revancha, sino pensando egoístamente como una manera de poner en orden algunas de mis lecturas que merecían tener más alcance. Son pequeños descubrimientos en la lengua en la que leo y escribo, para darles más reconocimiento».

Algunas de estas mujeres ya lo tuvieron en vida, pero seguramente «no tanto como merecían». Otras fueron enseguida sepultadas, silenciadas. «Y hay incluso a quien le quieren robar la obra», dice Luna Miguel. Es lo que ocurre con la uruguaya Alcira Soust Scaffo, aquella poeta que Bolaño retrató en una de sus novelas que enviaba un poema a Franco cada aniversario del bombardeo de Gernika («Tú no has muerto / estás muerto Franco», comenzaba) pero de la que no se puede encontrar nada editado ni en su país. Y, a otro nivel, lo que pasa con la peruana María Emilia Cornejo, que se suicidó a los 23 años y pasó a la Historia por unos versos escritos en los setenta sobre el deseo y la sexualidad femeninos que se convirtieron en referencia para las autoras de su país; en este siglo XXI un par de hombres han reclamado ser ellos los que, partiendo de unas notas sencillas de Cornejo, dieron forma a la gran obra que llegaría a ser. Y hay más historias.

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