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¿Por qué no te callas? El poder de mantener la boca cerrada

Por XL Semanal ABC  ·  01.09.2023

El escritor Dan Lyons analiza en su ensayo por qué algunas personas hablan más de la cuenta, incluso cuando saben que lo que están a punto de decir les va a perjudicar. ¿Te suena? A Luis Rubiales seguro que no. Te contamos cómo aprender a dominar el poder del silencio.

Te lo digo como amigo, así que por favor no te lo tomes a mal, pero quiero que cierres la puta boca. No es por mi bien, sino por el tuyo». Así arranca Cállate. El poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido incesante (Capitán Swing), un libro en el que el escritor y guionista estadounidense Dan Lyons asegura que los que saben guardar silencio son los que realmente tienen el poder. Y lo demuestra.

«El mundo está lleno de charlatanes -escribe Lyons-. Nos los cruzamos constantemente». Y continúa: «Son esa plaga de la oficina que nos destroza los lunes relatando cada acto completamente irrelevante de su fin de semana. Es ese imbécil inconsciente que no deja hablar a nadie en una cena, mientras los demás fantasean con echarle cicuta en su copa de pinot noir. Es el vecino que llega sin invitación y se pasa una hora contándote historias que ya has oído, el sabelotodo arrogante que interrumpe a sus colegas en las reuniones o el director general cuyo imprudente tuit hace que le acusen de fraude bursátil».

Explica Dan que, tras comprobar que él mismo era un conversador compulsivo y que aquello estaba perjudicando su trabajo y su relación con los demás, decidió poner manos a la obra y desintoxicarse de su verborrea. «El problema no es solo que hablo demasiado, es que nunca he podido resistirme a soltar cosas inapropiadas ni a guardarme mis opiniones», confiesa.

Las personas que hablan menos tienen más probabilidades de ascender en el trabajo y de imponerse en las negociaciones

Para buscar respuestas, el escritor inició una investigación y descubrió que ya en 1993 James C. McCroskey y Virginia P. Richmond, dos profesores de Comunicación de la West Virginia University (Estados Unidos), habían encontrado un término para describir su extrema locuacidadtalkaholic. Un trastorno, el de dar la brasa con tu opinión a todo el que se te cruza en la vida, que aquellos expertos calificaban como adicción. Incluso habían creado una escala para identificar a las personas que padecían ese trastorno. Dan hizo el test y ¡eureka!: ‘narcisista conversacional’ de manual, le daba como resultado.

Fue entonces cuando el escritor decidió emprender el camino de la catarsis: abandonó casi por completo las redes sociales, aprendió los trucos para permanecer tan pichi ante los silencios incómodos y desarrolló técnicas para reducir la velocidad de sus palabras. Incluso descubrió a una psicóloga de California que compartió con él las técnicas que enseñaba a los presos para ayudarlos a mantener el pico cerrado durante las audiencias de libertad condicional y no hablar para salir de prisión, «métodos que esperaba me ayudarían a liberarme de mi compulsión», cuenta.

Hablar con intención —es decir, no hablar de más— mejora nuestras relaciones, nos convierte en mejores padres y puede mejorar nuestro bienestar psicológico e incluso físico

El resultado fue que su vida empezó a mejorar. «Mi método para aprender a cerrar la boca no es una cura milagrosa, pero os ayudará a ser un poco más felices, a sentirnos más sanos y a lograr un poco más de éxito», proclama. «Mantener la boca cerrada os hará más inteligentes, más simpáticos, más creativos y más poderosos. Las personas que hablan menos tienen más probabilidades de ascender en el trabajo y de imponerse en las negociaciones. Hablar con intención —es decir, no hablar de más— mejora nuestras relaciones, nos convierte en mejores padres y puede mejorar nuestro bienestar psicológico e incluso físico».

Detalla también el investigador en su libro que encontró un estudio del departamento de Psicología de la Universidad de Arizona en 2018 cuyos resultados apuntaban a que el hecho de mantener una conversación de calidad y no trivial está conectado con una mayor sensación de felicidad. «La cantidad y la calidad de la conversación están relacionadas con el bienestar», concluía Matthias Mehl, el profesor de Psicología de la Universidad de Arizona responsable del trabajo.

Y eso no es todo. En su camino para dejar de dar la chapa, Dan encontró que callar también es sinónimo de éxito: «Tuiteamos por tuitear y hablamos por hablar, pero las personas más poderosas del mundo hacen exactamente lo contrario. En lugar de llamar la atención, se reprimen. Cuando hablan, miden lo que dicen». Y pone varios ejemplos, como el del CEO de Apple, Tim Cook, que hace pausas incómodas en sus conversaciones. También habla de Joe Biden, que fue el rey de las meteduras de pata hasta que en 2020 empezó a hablar en voz baja y a dar respuestas breves: «Hacía pausas antes de hablar y daba respuestas aburridas. Ahora es presidente».


CINCO FORMAS DE CALLARSE

1. Cuando sea posible, no decir nada. El humorista de principios del siglo XX Will Rogers dijo que nunca hay que perder una buena oportunidad de callarse. Os sorprendería la cantidad de buenas ocasiones que hay. Usad las palabras como si fuesen dinero y gastadlas sabiamente. Hay que ser Harry el Sucio, no Jim Carrey.

2. Dominar el poder de las pausas. Imitad el truco de los secretarios judiciales de Ruth Bader Ginsburg (jueza y jurista estadounidense que destacó por su trabajo en la lucha por la igualdad legal de género), que entrenaban para esperar dos segundos antes de hablar. Respirad. Haced una pausa. Dejad que la otra persona procese lo que acabáis de decir. Aprended a manejar el poder de las pausas.

3. Dejad las redes sociales. El primo hermano de excederse hablando es excederse tuiteando y es casi imposible no caer en la trampa. Plataformas como Facebook y Twitter están diseñadas para crear adicción. Si no podéis dejarlo del todo, al menos reducidlo.

4. Buscad el silencio. El ruido nos enferma. Literalmente. La sobrecarga de información nos lleva a un estado de agitación y sobreestimulación constante, lo que nos provoca problemas de salud e incluso puede acortar nuestra vida. Desconectad. Distanciaos. Pasad tiempo sin vuestro móvil. No habléis, no leáis, no miréis, no escuchéis. Dar un respiro al cerebro puede reactivar la creatividad y volvernos más sanos y productivos. Las investigaciones sugieren que el silencio puede ayudarnos incluso a desarrollar células cerebrales.

5. Aprended a escuchar. Saber escuchar se considera una habilidad empresarial tan importante que los directores ejecutivos acuden a sesiones de formación para aprender a conseguirlo. Y no es fácil, porque escuchar requiere un esfuerzo activo y no pasivo. En lugar de limitarse a escuchar a alguien, la escucha activa significa bloquear todo lo demás y prestar una atención brutal a lo que dice la otra persona. Nada hace más feliz a la gente que sentir que la escuchan y la ven de verdad.

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