El país surgió de un conjunto de ciudades-Estado hace 150 años, y pocos arrastran tantas sentimientos encontrados como él. John Kampfner firma Por qué los alemanes lo hacen mejor, el libro del 2020 en el Reino Unido
Tiene el corazón dividido. El periodista y analista John Kampfner es un ciudadano británico de origen alemán nacido en Singapur. Trabajó para medios como Reuters, el Financial Times y la BBC y su ensayo Por qué los alemanes lo hacen mejor fue considerado el libro del año 2020 en el Reino Unido, en plena pandemia. Sin embargo, fue otro trauma, el del brexit, el que lo empujó a escribir este texto que ahora podemos leer en castellano y que mezcla teorías empíricas con experiencias personales. Un diario de viaje sobre un país con la asombrosa capacidad de despertar admiración y temor a partes iguales.
—¿Realmente hacen todo mejor o la excelencia alemana es solo una leyenda?
—Si pudiese elegir un título más preciso sería Qué hacen los alemanes mejor la mayoría de las veces, pero no vendería tantas copias. Hay muchas áreas donde tienen que aprender de otros países, de otros modelos. En el ámbito económico tendrían que dar un paso al frente y asumir más riesgos. También tendrían que actualizarse, están un poco desfasados en cuanto a la digitalización. Pero, donde soy más crítico es en la política exterior, sobre todo, en la relación con Rusia y con China. El libro fue publicado en inglés antes de la invasión de Ucrania, pero las debilidades ya existían en las relaciones previamente. Esta guerra subraya todavía más la responsabilidad que va a tener la política alemana en Europa.
—¿Por qué está tan seguro?
—Conozco Alemania desde hace mucho tiempo, tuve un asiento en primera fila que me permitió observar cómo se reconstruyó el país cuando era un joven periodista instalado en la RDA. Viví la caída del muro y la reunificación. La seriedad de Alemania, de sus políticas, es la que va a hacer que sea el líder de la estabilidad en la Unión Europea. ¡Y en el mundo!
—¿Arrastran demasiada historia?
—Es una buena pregunta, es demasiada historia. Los alemanes tienen una capacidad extraordinaria para hacer las paces con su propia historia, pero, esta habilidad no surgió justo después de la Segunda Guerra Mundial, sino después del 68, y se podría incluso argumentar que no llegó a su punto final hasta después de la unificación, en 1990. Ese fue el comienzo del segundo período en la historia germana. Alemania se enfrenta hoy al reto de no olvidar, de recordar siempre su historia bélica y, al mismo tiempo, que esto no la paralice. Lo que hemos visto en las últimas décadas es una Alemania que se esconde detrás de su culpa histórica. Justamente, lo que yo argumento es que esto no es terrible, sino un deber: promover las democracias liberales, enfrentarse a los dictadores como Putin. La población alemana va a apoyar que el país se posicione de una forma más asertiva en defensa del proyecto europeo. De hecho, un porcentaje muy alto es crítico con las grandes inversiones del presupuesto en Defensa.
—¿La lengua germana no ayuda?
—La gente piensa que los británicos son un poco esnobs y soberbios, muy estables y conservadores, pero en realidad ahora están viviendo una especie de histerismo colectivo. Por su idioma y su sonido, los alemanes pueden ser interpretados como abruptos y duros, pero en realidad no lo son. Una vez que rompes el hielo y haces un amigo alemán, son muy leales. No lo digo solo yo. Tengo amigos españoles que viven en Berlín y opinan lo mismo.
—¿Admiraban los alemanes a los británicos hasta el «brexit»?
—Los alemanes, simplemente, no entienden que un país que solían respetar, que veían como un modelo, se sumiera en tal caos. Fue un choque, una sorpresa.
—Entonces, ¿son perfectos los alemanes?
—Deberías coger un tren en Alemania, ¡nunca son puntuales! Hice un viaje hace poco, seis de los siete trenes llegaron tarde [sonríe]. El aspecto que más valoro de la sociedad alemana es su seriedad en cuanto a las políticas internas. También con su compromiso con la democracia liberal. Algo que está profundamente arraigado en la psicología de su población hoy, dado su pasado nazi.
—¿Hay diferencias entre el norte y el sur?
—La principal diferencia se observa entre los que vivieron y crecieron bajo el régimen comunista y los que no. Es muy evidente, sobre todo, en la población más mayor, algo que no se ve entre los jóvenes. Después, en el sur son más gregarios, más abiertos, disfrutan más; la población del norte es más escandinava.
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