Este ensayo de Kristen Ghodsee (subtitulado y otros argumentos a favor de la independencia económica) es el relato perfecto para acompañar cualquier tipo de lectura más profunda y cavilosa sobre el feminismo, en su amplio contexto temporal como socio-económico.
Quisiera empezar esta reseña por la conclusión con el único objetivo de que algunos lectores no se asusten por el título (‘Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo’). La autora, antropóloga y socióloga que ha trabajado y especializado en los cambios acaecidos en los antiguos países de la órbita comunista, como de la propia Unión Soviética, tras las caída de ésta, solo quiere poner las comas y las pausas necesarias para observar y comprender cómo el sistema actual, el omnipresente capitalismo neoliberal, no beneficia (ni viene en su naturaleza) y afecta de manera perjudicial al estatus de la mujer.
En definitiva, de la inclusión de la mujer en el tejido productivo de la sociedad. Los errores que pudieran darse, los éxitos que fueron medio derrotas en esos países, tampoco los olvida, pero no pasa por alto la intención clara que desde el primer momento (en la Segunda Internacional de Mujeres Socialistas de 1910), la teoría socialista recogía aspiraciones que por aquella época eran auténticas odiseas teóricas. Por ejemplo el seguro de maternidad, tema al que la autora presta muchísima atención. Porque Ghodsee afirma, y no sin razón, que el libre mercado discrimina a las mujeres, simplemente por ser posible madres.
Fueron estas sucesivas implantaciones las que llevarían a Europa Occidental a recoger aquellos puntos del socialismo que pudiesen introducir dentro del esquema capitalista. De aquí surge, como en buena parte del libro trata la autora, la socialdemocracia, muy arraigada en los países del norte de Europa. De ahí surgieron la red de guarderías y comedores gratuitos financiados por el estado, con el fin de poder mantener el derecho a la maternidad en el momento que cada mujer quisiera ejercerla. Tener esa intervención estatal ayuda a que las mujeres terminen sus estudios, realicen sus primeras incursiones laborales y se desarrollen como un individuo pleno en la sociedad de mercado.
En definitiva, y repito, la independencia económica, sin la cual no puede construirse un futuro igualitario ni para nuestras hijas, ni tampoco para nuestro hijos, que pueden heredar lo peor de un sistema amoral que va cuesta abajo y sin frenos, haciendo del término feminidad una categoría en sí misma en contraposición a la lucha por la igualdad en el campo de la cultura y mentalidades de nuestra época. Una aberración en la que se sustenta la pornografía, el sexo malinterpretado, y varios males que siguen aquejando nuestras sociedades; violaciones y muerte.
No dejéis pues de leerlo. Un ensayo que te lleva de la mano a otros no es poca cosa, sino todo lo contrario.
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