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Por cuatro (malditos) duros

Por Diagonal  ·  25.04.2014

Barbara Ehrenreich (Butte, 1941) es una periodista estadounidense que se infiltró en las dinámicas del trabajo precario que dominan la mayoría de los “empleos no cualificados” de su país. Por cuatro duros. Cómo (no) apañárselas en Estados Unidos (Capitán Swing, 2014) es la narración en primera persona de una experiencia cargada de miserias, esclavitudes, incertidumbres y miedos. La iniciativa que realiza la (prestigiosa) periodista, se desarrolla entre 1998 y 1999, cuando la autora abandonó su casa y comodidades y buscó trabajo en las mismas condiciones que lo realizan millones de personas en la tierra de Micky Mouse, las propinas por porcentaje y la alimentación alta en calorías. Un relato que hace años nos habría parecido, desde la circunstancias más o menos garantistas que habitamos en Europa, una película de terror, pero que a día de hoy, con la que no está cayendo, parece el final del camino de las “políticas de austeridad”: la precariedad absoluta como modus vivendi.

Coincidencias de la vida, la tiranía a la que se somete Ehrenreich en su genial interpretación periodística de mujer divorciada, sin estudios, blanca y en búsqueda de nuevos horizontes, tiene que ver en buena parte con la perversión de vivir sin casa, en la pobreza y con largas jornadas laborales que no alcanzan para sobrevivir. Apenas para alimentarse a base de bolsas de Doritos, durmiendo en cuchitriles enmohecidos. “Una mujer de mediana edad con una nieta a cuestas me dice con tono consolador que al principio siempre es difícil vivir en un motel, sobre todo si estás acostumbrado a tener casa. Pero que una se acostumbra en poco tiempo y te quitas la idea de la cabeza. Ella, por ejemplo, lleva ya once años en el Blue Haven”, una de las residencias de mala muerte en el que se instala Ehrenreich durante los seis oficios que realiza. En otro momento del libro, señala la condición mayoritaria de los explotados: “Mucha gente brava pierde la belicosidad en el campo de prisioneros”.

A pesar de lo que pueda parecer, el libro termina con cierta voluntad de esperanza alrededor de la indignación de eso que algunos llaman, en éste caso con razón, las “mayorías sociales” y su capacidad para rebelarse. Precisamente, hace unos meses en una de las empresas donde trabajó Barbara Ehrenreich, la cadena de complementos Walmart, se inició una huelga exigiendo “mejores horarios y un tratamiento justo”. En la noticia que publicaba un medio estadounidense, un empleado que llevaba allí ocho años declaraba: “Estamos trabajando en un ambiente de inflexibilidad e intimidación”. Exactamente el clima laboral que se respira con la lectura de Por cuatro duros, exactamente el clima que vivimos en estos días de Marca España.

Una de las virtudes del relato es que la experiencia está contada sin dramatismos lacrimógenos, pero con un contundente tono de denuncia. Atendiendo a la realidad de las lamentables condiciones laborales en Estados Unidos en toda su crudeza, sin necesidad de abalorios narrativos. Tampoco sin que la periodista alardee de méritos en su función de exploradora social. Algo que se agradece en estos tiempos en los que con excesiva frecuencia se confunde al periodista con la noticia. Un texto con voluntad de levantar conciencias y reivindicar los protagonismos anónimos del día a día.

El libro tuvo un enorme éxito cuando se publicó en 2001 en Estados Unidos. Tanto, que fue señalado por algunos medios del Tea Party como el “típico desvarío marxista”, por eso de que para algunos, denuncia social y derechos laborales son sinónimos de “comunismo”. Una asociación de ideas que también se estila mucho por aquí, y que se apoya en su versión fuerza de choque mediática en denigrar el sindicalismo, como amenaza del privilegio y la explotación. Conceptos estos últimos en evidente sintonía. Muchos mas, después de leer está última perla de ensayo contemporáneo que edita Capitán Swing.

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