Por Jorge VilchesLa presidencia de Trump fue una mina para los ensayistas apocalípticos. Se publicó un número incontable de libros sobre el fin de la democracia en América y el advenimiento del fascismo. Terminó su administración, hubo elecciones, ganó Biden y ahí sigue su sistema democrático. Lo que ha quedado es la polarización, iniciada durante el gobierno de Obama. Ezra Klein, periodista en Vox, que en EE.UU. es un sitio web de noticias, aborda la situación en «Por qué estamos polarizados» con un diagnóstico en la primera parte del libro y soluciones en la segunda. El autor se centra en el caso norteamericano, pero contiene ideas muy interesantes para Europa. La polarización, escribe, es una situación política creada por cuestiones culturales, raciales, psicológicas, territoriales, económicas y sociales que crean identidades enfrentadas e irreconciliables. La «política de identidad» es el empeño de los partidos por alimentar dichas diferencias para ganar votos y eso rompe la democracia. El argumento recuerda la dialéctica amigo-enemigo en las democracias, el daño del pensamiento ideológico, la politización de la vida privada o el uso de las emociones en la comunicación política. Las soluciones colectivas a la polarización que él aporta son en gran parte buenistas, cobrando más interés las individuales. Así, el autor propone un cambio en el sistema político que lo inmunice de las victorias de un partido frentista. Y si se produce el «desastre político» hay que blindar las políticas sociales para que nada cambie.
Soluciones individuales
Propone asimismo crear un sistema electoral que obligue a los partidos a buscar mayorías sociales, a moderarse para llegar a más gente, no solo a buscar la victoria en los Estados estratégicos. También se podría sobrellevar si se equilibran los partidos, es decir, si el perdedor sigue teniendo voz en las instituciones. Quizá lo más interesante es cuando habla de la solución individual a un mundo político polarizado. Coincidimos en que los partidos manipulan a las personas activando identidades, como la de género, la racial o la territorial para usarlas políticamente. Se potencian esas identidades y se desprecian otras que son importantes. Por ello es preciso ser consciente de ese abuso «para moldear y fortalecer las identidades que queremos habitar» y ser libres.▲ Lo mejorSu facilidad de lectura y la manera de hacer comprensible los conceptos que trata▼ Lo peorLa obsesión que el autor tiene en ocasiones con el partido republicano de EE UU
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