Patrick Cockburn (Irlanda, 1950) un auténtico referente para los corresponsales destinados a Oriente Medio. Ha colaborado con diarios como Finantial Times y The Independent, y ha obtenido muchos premios periodísticos. Es autor de numerosos libros sobre Iraq y Oriente Medio. La era de la yihad. El Estado Islámico y la guerra por Oriente Próximo, que agrupa crónicas publicadas del 2001 al 2015, acaba de ser publicado por Capitán Swing. Cockburn ha viajado a Barcelona y ha impartido una conferencia sobre el Daesh en la Escuela Europea de Humanidades, en el Palau Macaya, de la Obra Social La Caixa. En este mismo local ha recibido a El Nacional.
Generalmente la gente piensa que los corresponsales de guerra se dividen entre los periodistas de salón, que hacen las crónicas desde el hotel, y los locos por la pólvora, que se sitúan siempre lo más cerca posible de la línea de frente. ¿Dónde se situaría usted?
Esto es un mito; generalmente, la gente que no quiere problemas no va ni a Siria ni a Iraq. Realmente son muy pocos los periodistas que no salen del hotel. Pero tampoco hay que estar todo el día a la línea de frente: no es cuestión sólo de explicar batallitas. Yo lo que hago son noticias a partir del testimonio ocular de lo que voy viendo, pero quiero ir más lejos, e intento hacer análisis a largo plazo, que contextualiza lo que veo día a día.
Su libro La era de la yihad recopila crónicas del 2001 hasta ahora. Y en muchos casos sus antiguos pronósticos se han ido cumpliendo. ¿Cómo lo hace por acertar tan a menudo?
No se puede prever nada al cien por cien, pero sí que se puede hablar de cosas muy probables. Y para eso hay que recurrir a una serie de elementos, además de lo que estás viendo en aquel momento: las experiencias inmediatas, los conocimientos de lo que ha pasado antes, los conocimientos en general de cómo funciona el mundo… Si quieres informar sobre Iraq, tienes que conocer las relaciones entre las diferentes partes de la sociedad: chiíes, kurdos, cristianos… También tienes que tener en cuenta las relaciones con los americanos, con los iraníes, con los turcos y con los saudíes. Y no puedes olvidarte de la mentalidad de los iraquíes y su experiencia histórica. Todo eso te ayuda en tu análisis, y este libro es el resultado de todo ello.
¿Qué pasa con el Oriente Próximo, que es una de las únicas zonas del mundo donde los conflictos, en ningún sitio de desaparecer, crecen?
Realmente, ahora es una de las zonas más conflictivas del mundo. Este es el tema de mi libro. Hay 7 guerras en total, de Pakistán a Nigeria: Afganistán, Iraq, Siria, Yemen, Somalia… Y además hay insurgencias en Turquía, en el Sinaí, en Sudán… ¿Porque pasa eso? Las razones son complicadas. Los estados fracasan, porque los regímenes nacionalistas y socialistas surgidos en la era postcolonial se convirtieron en Estados aparentes, con muy poco apoyo popular. Y eran muy vulnerables a la presión social. Por otra parte, durante la guerra fría, estos estados fueron apoyados por Estados Unidos o por la Unión Soviética, pero con la caída de la URSS perdieron el apoyo que tenían. Eso los debilitó mucho y facilitó su caída.
¿Y de dónde viene la revitalización religiosa?
Los Estados de esta zona se mantenían unidos por el atractivo del socialismo y el nacionalismo, pero a partir del momento que estos pierden encanto, la religión se convierte en la única ideología atractiva y también en el único vehículo de protesta. En todos estos países de Oriente Próximo, la gente que se oponía al statu quo tenía, como única herramienta de rebelión, la religión, y una religión extremista. Es por eso que surgen Estado Islámico y al-Nusra, y por eso recuperan importancia los Hermanos Musulmanes.
Usted asegura que ni Gadafi y Saddam eran tan malos, ni sus opositores tan buenos.
Los medios demonizaron a Saddam y en cierta medida sí que era un demonio, pero a pesar de todo no era responsable de todos los problemas de Iraq. Cuando los EE.UU. invadieron Iraq, la propaganda decía que todo mejoraría sin Saddam, pero las cosas no hicieron más que empeorar. Gadafi no era tan violento como Saddam, pero pasó lo mismo. La oposición a Gadafi no habría conseguido cargarse a Gadafi sin el apoyo de la OTAN, el principal promotor de la campaña militar. En 2011, en las trincheras al sur de Bengasi, había más periodistas que guerrilleros. Era claro que aquellos combatientes no podían sustituir a Gadafi. Tendría que haber sido obvio que el país se convertiría en una anarquía criminal, que es lo que ha sucedido.
En su libro desmitifica mucho las primaveras árabes y apunta que no es evidente que se tratara de movimientos democráticos y modernizadores.
Las primaveras árabes tenían elementos diferentes y contradictorios. Por una parte tenía un elemento claramente democrático y popular: movió a millones de personas en Túnez, Yemen y Egipto a protestar en favor de más libertad. Querían acabar con el Estado policíaco. Querían acabar con el monopolio del poder y de la riqueza… Pero hay otros elementos mucho menos democráticos que estaban en las primaveras árabes desde el comienzo de la rebelión: en Siria, en Libia, en Iraq… Estos movimientos tenían el apoyo de Arabia Saudí y de Qatar, que son las últimas monarquías absolutas teocráticas del mundo, inspiradas en el wahabismo, una variante extremista del Islam suní. Era absurdo imaginarse que Qatar y Arabia Saudí quisieran promover Estados democráticos, laicos y seculares. Y, por otra parte, también había otro elemento muy antipopular: Estados Unidos y Europa querían acabar con Gadafi y Bajar al-Assad porque éstos se oponían a sus políticas. Las primaveras árabes no fueron un movimiento unívoco.
Pero mucha gente creyó que los opositores libios eran demócratas…
La oposición libia se presentaba ante los medios de comunicación europeos y de los Estados Unidos como secular y laica, pero cuando el gobierno de transición llegó al poder, tras caer Gadafi, lo primero que hizo fue restaurar la poligamia, que había prohibido Gadafi. Esta era la cara real de la oposición, y no la que habían ofrecido hasta entonces los responsables de relaciones públicas de estos movimientos.
Pasamos al Daesh. ¿Cómo es que este grupo de radicales en 2014 consiguió conquistar tantos territorios frente a ejércitos en teoría mucho superiores?
En 2014 los yihadistas fueron tan fuertes porque creían que su causa era la causa de Dios, y estaban dispuestos a morir por ella. Unos millares de personas dispuestos a morir por una causa son mucho más efectivos que centenares de miles de hombres que no están dispuestos a morir. Hasta hoy, el arma de guerra más efectiva del Daesh son los terroristas suicidas.
¿Pero el Daesh no contaba con conocimientos militares especializados?
Sí que tenía. Contaba con aportaciones de oficiales del antiguo ejército de Saddam, aunque éstas no son muy importantes, porque el ejército de Saddam no era muy eficaz. En realidad, la experiencia bélica más importante para el Daesh es la de la gente que ha combatido a los americanos en la resistencia iraquí: los que han sobrevivido a años de guerrilla es porque son buenos militares, como los combatientes libaneses de Hizbulá, que han sido capaces de plantar cara a los israelíes durante décadas.
¿Pero el ejército iraquí, no era muy potente?
En realidad, el ejército iraquí era extremadamente débil. En teoría tenía 360.000 soldados, pero efectivamente podía tener muchísimo menos. Un batallón que oficialmente tenía 600 efectivos, podía tener en realidad 100, y los oficiales se llevaban los salarios de los 500 soldados que faltaban. Y como los americanos liberalizaron los suministros del ejército, cuando se presupuestaban alimentos para 600 hombres, quizás sólo se compraban para 150… Si querías ser oficial del ejército iraquí, tenías que pagar para serlo: si querías ser general podías pagar dos millones de dólares, y lo conseguías. Después recuperabas el gasto mediante varios sistemas de corrupción. Los puestos de control del ejército en las carreteras, hasta ahora, obligan a pagar a todos los camiones que pasan. Y en estos controles se puede ganar mucho dinero, porque son una especie de aduana privatizada. Si queremos llevar mercancías de Kirkouk a Bagdad, a 3 horas de coche, un camión se gastará unos 1.500 dólares extra en estos puntos. Recuerdo que antes de la caída de Mosul algunos jefes del ejército me advirtieron que sus subordinados no lucharían: “son inversores, no son soldados”, decían… Yo me encontré en Bagdad con algunos soldados desertores, durante aquellos días, y todos repetían: “¿Piensas que moriremos por eso? ¿Crees que estamos locos?”.
¿El petróleo que enriqueció estos Estados, no sirvió para hacerlos poderosos?
Más bien al revés. Los Estados petroleros dan lugar a gobiernos que monopolizan la riqueza y que no tienen ninguna necesidad del resto de la población. Generan grandes desigualdades. En estos países tienes barrios de millonarios y justo al lado, encuentras barrios pobres, sin ni alcantarillas. Y eso pasa en el Oriente Medio, pero también en África. Estos estados son poderosos por su riqueza, pero a veces son más frágiles de lo que parece, porque no tienen el apoyo de la población.
La mayoría de los medios, al hablar de Estado Islámico en el Oriente Próximo, sólo nos hablan de radicalismo religioso. Pero usted, en el libro La era de la Yihad, apunta que la etnia también tiene mucha relevancia.
Las dos cosas están relacionadas: el elemento sectario y el elemento étnico. Aunque hay algún kurdo en el Daesh, la mayoría de seguidores de este grupo son árabes suníes. El yihadismo atrae a gente que no tiene nada en absoluto, en el Este de Siria y en el Oeste del Iraq. Es una región muy pobre, donde la gente sobrevive a base de comer pan y beber té. Los jóvenes no tienen futuro, y están enganchados a las drogas. Además, es una sociedad religiosamente conservadora. Es un terreno propicia para el Daesh o para al-Nusra. Pero también hay un elemento antikurdo, en el reclutamiento de los yihadistas. El factor étnico también tiene influencia.
¿Si cae Mosul, el Daesh desaparecerá del Oriente Próximo?
Para el Daesh, perder Mosul sería una derrota grave, porque su conquista fue su mayor victoria simbólica. Cuando se apoderó de Mossul utilizó esta victoria para hacer creer que tenía el apoyo divino. Si perdiera la ciudad ahora, enviaría el mensaje contrario. Pero no creo que desaparezca, porque ha sido un movimiento muy fuerte, y puede volver a serlo. El Daesh ha tenido un tiempo para controlar la educación y para lavar el cerebro a los adolescentes, y lo ha usado para crear un núcleo duro de creyentes.
Estado Islámico también está perdiendo fuerza en Libia. ¿Qué perspectivas hay este país, donde la inestabilidad es, si cabe, más grave que en Siria?
En Libia hay sólo hay un pequeño grupo de seguidores del Daesh, pero son muy fanáticos, y los que se oponen a ellos están muy divididos. Hay batallas desde hace meses. Pero es difícil que el Daesh consiga victorias ahora: no tienenla ventaja de la sorpresa. En el 2014 nadie se lo esperaba y avanzó rápidamente y controló territorios, pero eso ya no pasa ahora. En la actualidad para ellos es más difícil hacer algún ataque relevante; no pueden hacer una guerra relámpago, porque los Estados Unidos y otros países dan apoyo al gobierno.
Usted conoce bien Yemen. En España hay muy poco conocimiento de lo que pasa allí. ¿Cuál es la situación actual de este país?
Es una catástrofe, sin duda. Arabia Saudí y sus aliados están haciendo campañas de bombardeos continuos. Cuando los rusos que colaboran con el ejército sirio bombardearon Alepo y mataron a muchos ciudadanos, se dijo que era un crimen de guerra. Pero cuando los saudíes mataron a 160 personas durante un ataque a Saná, la capital de Yemen, nadie dijo nada; de hecho, la gente no sabe ni dónde está Saná. Estados Unidos y otros países son hipócritas, al no interesarse por lo que pasa en Yemen y escandalizarse por lo que pasa en Iraq.
Si el Daesh se debilita en África y en Oriente Próximo, ¿el riesgo de atentados en Europa, aumentará o disminuirá?
No creo que cambie sustancialmente. En realidad, el Daesh ya ha actuado en Europa para compensar sus derrotas en Oriente Próximo. Una de las razones por las cuales hicieron los atentados destructores de Niza y de París, era para demostrar que a pesar de los problemas militares en Iraq o en Siria, todavía tenían una batalla por entregar. Les gusta dominar la agenda de los medios. Los medios especulaban que el Daesh se había acabado y de repente, con una masacre en el centro de París, el Daesh acabó imponiéndose a los medios de todo el mundo. Y eso quiere decir que seguirán intentando atacar en Europa.
Usted no parece muy satisfecho con la actitud de Europa y de Occidente en el conflicto del Oriente Próximo.
Los Estados occidentales alegan que están en Oriente Próximo para reforzar fuerzas democráticas liberales. Anuncian que están movidos por preocupaciones humanitarias, pero en realidad sólo se preocupan por los bombardeos a los civiles cuando los que los bombardean son los países que no les gustan. Estados Unidos colabora con la campaña de bombardeo saudí en Yemen, que causa miles de muertes. Y en Iraq, el ejército entrenado por Estados Unidos dejó casi destruida la ciudad de Ramadi, donde vivían 370.000 personas. Y no se avergüenzan de eso, por el contrario, están muy orgullosos de ello. No me puedo sentir satisfecho con su actitud.
Autor del artículo: Gustau Nerín
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