Escrito a cuatro manos pese a tratarse de dos titanes de la literatura –ambos ganarían el Premio Nobel muy poco después–, “Comiendo en Hungría” es, en esencia, un dietario de exaltación de del placer que proporciona una buena, aunque no demasiado saludable, gastronomía. El chileno Pablo Neruda y el guatemalteco Miguel Ángel Asturias hicieron confluir sus ingenios en 1965 durante un viaje a la capital de ese país centroeuropeo, invitados por el propio Gobierno. El objetivo de fondo era hacer ver al mundo que entonces, en plena Guerra Fría, los húngaros comían tan bien como treinta años antes.
El libro, que la editorial Capitán Swing presenta en formato ilustrado, en este caso a cargo de la genial Marta Gómez-Pintado (hace unos meses hizo una versión antológica de “Alicia en el país de las maravillas” para Nórdica), incorpora en esta edición una presentación de Gregorio Morán, que sirve para situar a los personajes y su curiosa peripecia por Hungría. La literatura puede ser muchas cosas, pero también ha de ser un divertimento, y como tal se lo plantearon estos dos maestros de las letras en esta especie de diario. Ellos, dicen, disfrutaron de lo lindo escribiéndolo y, sobre todo, comiendo; el lector gozará leyéndolo.
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