La activista británico-siria Leila Al Shami lamenta que medios y comentaristas hablen sobre la situación en Siria, pero no con los sirios directamente, por lo que “desconocen los problemas que les afectan sobre el terreno” e ignoran los “logros positivos” de la revolución en el país.
“Todos hablan sobre Siria, pero no con los sirios”, afirma la fundadora de Tahrir-ICN -una red que busca conectar las luchas antiautoritarias en Oriente Medio- en una entrevista con Efe con motivo de la publicación de su libro “País en llamas: los sirios en la revolución y la guerra” (Editorial Capitán Swing).
El también británico-sirio y coautor del libro, Robin Yassin-Kassab, achaca el escaso rigor informativo con Siria a “un problema mediático y cultural” que, para él, “implica una forma de racismo” y de excesiva “simplificación”.
“Sentimos que entendemos lo que pasa en el país, por lo que no necesitamos hablar con la gente. Muchas veces tenemos esa idea de que los árabes luchan por una cuestión religiosa y no es el caso”, señala el también comentarista sobre Siria y Oriente Medio.
“Hablamos de que los árabes no están preparados para la democracia y por eso apoyamos a hombres fuertes o dictadores como Al Assad, pero los sirios han practicado la democracia en situaciones muy complicadas”, afirma Al Shami.
Para esta siria, que prefiere no mostrar su rostro a los medios para evitar la persecución política, una de las cuestiones más positivas de la revolución fue la creación de consejos democráticos para administrar las instalaciones eléctricas, de agua, la comida, el sistema sanitario o la educación, entre otros.
Ambos autores consideran que Occidente no comprende que “el extremismo crece de forma global y que no afecta sólo al islám, sino a todo el mundo”.
“Los atentados que se producen en Europa no tienen nada que ver con el islám o con la cultura árabe, tienen que ver con el extremismo y la rabia”, explica Yassin-Kassab.
El libro recorre la historia de Siria desde su control por el Imperio Otomano (1516-1917), hasta el Gobierno de Hafez Al Assad (1971-2000) y de su hijo, Bashar Al Assad (2000-actualidad), hasta el inicio de la revolución y la posterior guerra que ha desangrado el país durante los últimos seis años.
“Antes de las armas y los cálculos políticos, antes incluso de las manifestaciones: la revolución empieza en los corazones de las personas, en forma de pensamientos y palabras recientemente liberadas”, recogen los autores en el prefacio del libro.
Para entender la revolución siria y los motivos que llevaron a la guerra, los autores proponen pensar en Siria como en “una colectividad de 23 millones de individuos”, incluso hoy cuando están trazadas “las líneas de combate y los intereses comunes”.
Al ser preguntado por el tipo de ayuda que deben recibir los sirios para salir de su situación, Yassin-Kassab defiende la “intervención militar desde el exterior” que, años atrás, era muy criticada por los sirios.
“Antes querían que la comunidad internacional diera armas pesadas al Ejército Libre Sirio -opositores a Al Assad- para poder defenderse. Como no fue así, tuvieron que recurrir a grupos terroristas como Al Qaeda o Al Nusra”, explica.
Por su parte, Al Shami considera que además de las soluciones militares, el país necesita “que se exija responsabilidad política y se imponga presión política y económica sobre el Gobierno”.
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