La agenda llena. Cada hora del día ocupada, sin margen a la improvisación. Desde reuniones
hasta ir a la tintorería, todo organizado. Un calendario al borde de explotar: como ella. Anne Helen
Petersen no lo sabía, pero desde hacía tiempo vivía quemada, padeciendo el ‘burn out syndrome’
(el síndrome de la quemazón ). Solo se dio cuenta cuando explotó porque no era capaz de realizar
las pequeñas cosas del día a día. Hasta algo tan básico como ir a una zapatería le suponía un
esfuerzo sobrehumano. Vivía cansada, tanto, que cuando llegaba la noche, en lugar de leer, su
actividad favorita, se pasaba horas haciendo ‘scrolling’ -pasando pantallas- en Instagram, todo por
no pensar. Al final del día, se había autoexplotado tanto que solo tenía energía para ser un
autómata. Descubrió que no estaba sola. Hablando con otros ‘millennials’ [nacidos entre 1981 y
1993] encontró que había gente a la que le provocaba ansiedad abrir su correo , ya que era
sinónimo de que había nuevas tareas cuando aún a no habían acabado las decenas que tenían
pendientes. Entre sus conocidos, era extrañamente común que actividades tan básicas como
diarias se hicieran una montaña y supusieran un esfuerzo sobrehumano. Y ahí lo entendió: sí,
estaba quemada, y con ella, toda una generación. Era un mal sistémico y, aparentemente,
generacional. Escribió un artículo en Buzzfeed titulado ‘Cómo se convirtieron los millennials en la
generación quemada’. En él hacía una radiografía de los males de una generación. Por ejemplo,
que la precariedad había pasado a ser su rasgo identitario . O cómo de obsoleta estaba la
educación que repetía que «esforzándonos lo lograríamos todo», mientras que lo único que
esperaba tras la universidad eran deudas, inestabilidad y falta de oportunidades. O cómo, ante un
futuro tan nefasto, los ‘millennials’ se centraban en trabajar y llenar sus horas de productividad
para, así, lograr el éxito, hasta el punto en el que el tiempo libre se convertía en un producto de
lujo . El artículo fue un ‘hit’ instantáneo, con 8 millones de visitas, y dio la vuelta al mundo: acababa
de poner palabras a la frustración que tantas personas sufrían. Ahora, el artículo se ha convertido
en ‘No puedo más. Cómo se convirtieron los millennials en la generación quemada’ (Capitán
Swing), un libro donde amplía esta introducción para fotografiar todo el fenómeno en su
complejidad. Por ejemplo, aborda lo que cataloga como la ‘ ira boomer’, una reacción de
generaciones anteriores ante cualquier queja millennial , algo tan común que ya hasta se han
popularizado los términos ‘millennials caprichosos’ o ‘generación de cristal’. Petersen cree que
esta ira es «pura proyección», ya que los sueños rotos de los ‘millennials’ son «un espejo» de las
cosas que esas generaciones hicieron mal, como permitir que el capitalismo se convierta en el
monstruo salvaje que es hoy día, o que, ante el esfuerzo laboral, la recompensa de tantos sea la
más absoluta precariedad. Obviamente, el capitalismo agresivo es transversal y «afecta a todas las
generaciones», añade Peterson. Sin embargo, afirma que es la ‘millennial’ la que está
enfrentándose a sus consecuencias con una menor protección y estabilidad. «Los ‘millennials’ son
sus propios publicistas, tienen que estar construyendo su propia marca», añade como ejemplo,
para ilustrar esta pesadilla donde, incluso en tu tiempo libre y tus redes sociales, debes mostrarte
como el producto perfecto para el empleador. «Nos preparan toda la vida para serlo, desde
pequeños, todo lo que hacemos tiene que servir para hacer currículum», advierte. La vida está
basada en el trabajo y la productividad. Incluso al pensar en cualquier ‘app’ de ligue, los datos más
importantes suelen ser el nombre, la edad y la profesión, tres rasgos que parecen definir quién
eres. Sin embargo, Peterson explica que muchas personas quemadas están empezando a
preguntar «¿qué te llena?», o «¿qué haces en tu día a día?» para dejar de relacionar la profesión
como un rasgo definitorio de la persona. Durante la redacción del libro, descubrió que quienes
sufren con mayor intensidad la quemazón son los padres y madres, especialmente las mujeres
jóvenes . La carga de presión, las expectativas que recaen en las madres, la imposibilidad de
compaginar el tiempo para ellas mismas entre los cuidados y la vida laboral hace que muchas
descuiden quién son, qué las llena e, incluso, cómo vivir más allá de sus tareas. Por supuesto, el
resultado es acabar aburridas y frustradas ante una vida que no les permite hacer otra cosa más
que ser productivas, ya sea laboral o domésticamente. Al final, la gran mayoría de ‘millennials’ y
generación Z ven el futuro con negatividad . Un sistema económico que siempre está al borde del
colapso, pero que nunca cambia. Lo demostró Greta Thunberg y su discurso del «blah blah blah»,
representando a todos aquellos que ven la economía como un muro que ante sus gritos de
desesperación solo oye palabras vacías. Y mientras, generaciones enteras se queman. Peterson
cree que la solución es reformar el sistema, de arriba abajo. Y aunque «es esperanzador» ver
cómo cada vez más gente es consciente de la quemazón social generalizada y de lo obsoleto que
está el sistema («en TikTok se habla de ello constantemente», celebra), la solución parece, a la
vez, tan lejana, que cualquier momento de optimismo difícilmente puede ir separado de una
amarga incredulidad.
Millenials: ¿por qué es una generación quemada?
Por El Periódico · 03.10.2021