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Marta Carmona, psiquiatra: “La ansiedad es la alarma ante un depredador, que ahora es llegar a fin de mes”

Por eldiario.es  ·  03.10.2022

  • Horas extra, sueldos bajos, individualismo y falta de tiempo son algunas de las causas de la profunda desidia social de la que habla ‘Malestamos’, un libro sobre dolor universal y soluciones colectivas

No me encuentro enferma, ni me encuentro sana. ¿Cómo me encuentro? Parece una adivinanza, pero es en realidad uno de los interrogantes que plantea el libro Malestamos (Capitán Swing), coescrito por la psiquiatra Marta Carmona y el médico de familia y diputado en la Asamblea de Madrid Javier Padilla (Más Madrid). El ensayo, de poco más de 100 páginas, defiende que la manera de encontrar algo de sosiego ante problemas laborales, familiares o económicos pasa por empezar a buscar soluciones colectivas y dejar a un lado el individualismo extremo. Carmona y Padilla explican que hay una serie de cuestiones, como las horas extra no pagadas o la falta de tiempo, que no se solucionan con psicoterapia o fármacos y sí con cambios estructurales en la esfera de lo social. “Por eso cogemos la metáfora de la esclavitud en el libro. El malestar de la esclavitud dudo mucho que se resuelva con fármacos o psicoterapia, ni que sea necesario ninguno de los dos. Hay una causa macro bastante más importante y la forma de resolverlo es en lo colectivo”, ejemplifica Carmona durante una entrevista con elDiario.es.Sanidad habilitará también la atención a través de un chat en el teléfono contra el suicidioSanidad habilitará también la atención a través de un chat en el teléfono contra el suicidio

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La tesis de este libro es que pasaremos de estar mal a estar algo mejor dejando lo individual a un lado y recolocando ese malestar en la esfera colectiva. ¿Cómo hacemos esto?

Es difícil porque recibimos un bombardeo diario y continuo de que lo único importante es lo individual, a corto, medio y largo plazo. Y el marco ultra individualista es el que le interesa al sistema económico en el que vivimos. Es un marco que borra las desigualdades. Que te dice que si existen esas desigualdades es porque tú no te lo curras, y que si hay pobres es porque no se esfuerzan lo suficiente.

Es un mensaje de fondo que está ahí y que, incluso aunque tú no lo defiendas y no te lo creas, tiene efectos que calan y que nos acabamos creyendo. Cuando nos encontramos mal porque el sistema tiene muchas cosas que se nos hacen muy cuesta arriba, tendemos a mirar hacia donde nos están diciendo que tenemos que mirar, que es lo individual.

Cuesta imaginar soluciones colectivas. Luego, según uno se va devanando el seso, va saliendo alguna: colectivos vecinales, participar en los colegios a los que queremos que vayan nuestros hijos o contribuir para que la Educación y la Sanidad que tenemos sea mejor. ¿Qué puedo hacer a nivel colectivo para que mi vida sea mejor y para que la vida de las personas que me rodean sea mejor? Se tarda en empezar a visualizar cosas y eso es lo más llamativo de todo. Lo mucho que nos cuesta ponernos en modo colectivo.

¿Por qué sentimos que la realidad se ha olvidado de nosotros?

Porque hay una discordancia entre toda esa parte que nos llega a través de la publicidad, del estímulo del consumo y de lo que se supone que tendríamos que estar haciendo, queriendo y deseando; y lo que realmente sentimos en nuestra vida, que muchas veces es una sensación de frustración, de no llegar, de vacío, de estar todo el día corriendo de un lado para otro para intentar alcanzar un ritmo de vida complicadísimo, algo que se supone que nos tendría que satisfacer profundamente, al final te agota más de lo que te satisface.

Si usas Instagram como una ventanita a vidas individuales mejores que la tuya a ver si la consigues, es probable que se convierta en una fuente de frustración horrorosa 

Hay una discordancia enorme entre el mensaje que recibes de seguir y seguir, y la sensación que tú tienes en el día a día. Mucho del malestar que hay a día de hoy tiene que ver con ese desajuste de lo que se supone que me tiene que estar pasando y lo que me pasa de verdad.

¿Tendríamos que desinstalarnos Instagram?

(Ríe). Se tiende muchas veces a demonizar la plataforma y yo lo que preguntaría es para qué lo utilizamos. Si lo usas para ver que hay alguien en tu entorno que tiene mucho más poder adquisitivo que tú, que se tira el día viajando al Sudeste Asiático y poniendo unas fotos de playas maravillosas sin poner la barbaridad que ha contaminado para poder llegar hasta allí y entonces tú lo que haces es carcomerte de la envidia porque querrías estar en la playa en vez de en tu oficina, pues probablemente Instagram no te esté viniendo bien.

Pero si usas Instagram para hablar con la gente de tu entorno con la que luego vas a intentar quedar o para conocer asociaciones de tu barrio o a activistas que están haciendo o reivindicando cosas, pues Instagram puede ser una bocanada de aire fresco. Si usas Instagram como una ventanita a vidas individuales mejores que la tuya a ver si la consigues, es probable que se convierta en una fuente de frustración horrorosa.

¿Las personas que componen la generación de cristal son unos flojos?

Esta es una de las colinas en las que yo escojo morir. Me parece que para nada. Me parece que es un discurso bastante rancio y bastante cruel porque suele estar emitido desde precisamente los boomers y la generación X, que son los que a día de hoy siguen acaparando el grueso de la riqueza y el grueso del poder de nuestra sociedad.

Los millennials según se han sumado a la vida adulta se han zampado dos crisis enormes, una detrás de otra, y que esas supuestas promesas no parece que vayan a llegar. Mientras tanto, están asistiendo a ver cómo el planeta se calcina

Son la generación que más ha esquilmado el planeta y que más nos ha puesto en una situación complicada para el medio y el largo plazo. Y cuando la generación de cristal y la generación siguiente protestan y dicen ‘oye, mira, esto que nos estás dejando es invivible’, todavía nos llaman flojos.

Me gusta el término ‘generación de cristal’ porque se le puede dar la vuelta y, en vez de leerlo desde la fragilidad del cristal, lo puedes leer desde el punto de vista de que es la primera generación en explicitar muy claramente que estos supuestos principios de que si tú te esfuerzas mucho las cosas van a irte bien, en realidad no son así; que el equilibrio de todo lo que tenemos alrededor es mucho más frágil de lo que parece; que al final los millennials según se han sumado a la vida adulta se han zampado dos crisis enormes, una detrás de otra, y que esas supuestas promesas no parece que vayan a llegar. Mientras tanto, están asistiendo a ver cómo el planeta se calcina.

Entonces, me parece que no tiene nada que ver con que sea una generación floja, sino que es una generación que señala las flojeras del sistema. Lo que pasa es que eso cabrea mucho, claro.

La prescripción tanto de fármacos como de psicoterapias se está convirtiendo en la única respuesta a los problemas sociales y esto es un problema porque sabes que no sirven para eso en realidad

Según un informe del Observatorio del Medicamento, la venta de antidepresivos en España se ha disparado un 10% en un año. ¿Hay que frenar esta tendencia?

Más allá de que a nivel individual se pueda valorar en cada caso si están bien prescritos o no, el problema, cuando tú lo miras con lente macro, cuando tú miras a la población y ves ese pico brutal, es que igual estamos intentando resolver todos los problemas o muchísimos de los problemas con este tipo de soluciones.

La prescripción, tanto de fármacos como de psicoterapias, se está convirtiendo en la única respuesta a los problemas sociales y esto es un problema porque sabes que en realidad no sirven para eso. Una persona que necesitaría seguridad laboral, vivienda o una estabilidad para poder hacer redes o un entorno mejor, pero no se le ofrece o no tiene a su alcance todo eso y tiene un sufrimiento enorme, pues al final se le acaba prescribiendo algo.

No se trata de decirle a la gente ‘oye no te tomes lo que te han mandado’, porque igual esas personas no han tenido acceso a ningún tipo de recurso. Tampoco de demonizar las respuestas como la psicoterapia. Además, la psicoterapia sigue siendo de difícil acceso y el fármaco siempre es más accesible.

La cuestión es decir, con una mirada más amplia, que se necesitan más respuestas ante el malestar. No puede ser que todo lo pretendamos resolver así. La sociedad tiene que tener más vías de responder al sufrimiento, sobre todo al sufrimiento generado por la propia sociedad.

¿Qué es químicamente la ansiedad? ¿Por qué la tenemos?

La ansiedad es una reacción de alarma del cuerpo ante algo que percibimos como una amenaza. De hecho, en lo más explícito, es la reacción física que puede tener un animal al ver a un depredador. Lo que pasa es que ahora nuestro depredador no es un león que te está persiguiendo, sino que tiene más que ver con llegar a fin de mes, con tu suegra que te dice tal o cual, o con sentir que no puedes acceder la red de tu entorno, que ella no te está pudiendo acompañar o tú no puedes acompañarla.

La ansiedad es algo que puede ser muy desagradable, pero que te está avisando de un conflicto, de un problema que está fuera de ti y que te está resultando amenazante por lo que sea y que en algún momento hay que resolver

Nuestros depredadores ahora son bastante más sutiles de lo que eran hace unos cuantos miles de años y digamos que la respuesta física está un pelín obsoleta. Por eso, la expresión física de la ansiedad puede ser muy desagradable. Que en tu oficina, ante una sensación de sobrecarga de trabajo, tu cuerpo se ponga en el modo necesario para ponerte a correr, pues no te sirve para nada y lo que sí que hace es que físicamente te encuentres muy mal.

Pero sí que es una respuesta de alarma y a eso sí que hay que hacerle caso. Si tu cuerpo se activa y se pone en modo hay que salir corriendo de aquí, por algo es. Y a eso hay que poder hacerle caso. Entonces, al final estamos manejando la ansiedad y tratándola como si simplemente hubiera que silenciarla. ¿Tú querrías vivir en una casa en la que te han silenciado la alarma de incendios? Yo diría que no.

La ansiedad es algo que puede ser muy desagradable, pero que te está avisando de un conflicto, de un problema que está fuera de ti y que te está resultando amenazante por lo que sea y que en algún momento hay que resolver. O por lo menos identificarlo porque no siempre está en tu mano resolverlo.

¿Cómo le puede afectar a un trabajador echar cien horas extra en un año y saber que no se le van a compensar?

Este es un depredador fetén. Lo que pasa es que es un depredador del que no puedes salir corriendo. Entonces cuando tu cuerpo se pone en modo sal corriendo de aquí y no puedes, pero las cien horas extra siguen sin pagarse, pues tu cuerpo se retuerce y se pone fatal.

Lo que hay que hacer es ir a quienes pueden resolver esto y, socialmente, lo que tenemos que hacer es colocarnos en una posición de fuerza de que no puede ser que normalicemos el abuso sistemático en este sentido, que al final lo hemos acabado normalizando.

¿Por qué es naif reivindicar el acceso a psicoterapia?

La psicoterapia es una herramienta muy útil cuando está indicada, cuando el sufrimiento del individuo viene, o una de sus patas viene, de una serie de pautas problema que tiene que poder identificar y que tiene que poder ver el conflicto vital de otra manera. Ahí la psicoterapia es tremendamente útil y hay gente que la necesita y que le viene muy bien. Pero hay otra gente que tiene un sufrimiento atroz y que ese desvelamiento de la psicoterapia no viene a ayudar en absoluto porque esas personas tienen perfectamente identificado lo que les está pasando. Ahí, el marco de trabajo de la psicoterapia lo que puede hacer es hacer una iatrogenia, que es, generar una culpabilidad por no poder superarlo a pesar de estar trabajándolo en psicoterapia. Hay cosas que no se pueden tragar y que van a generar sufrimiento mientras no desaparezcan.

Por eso cogemos la metáfora de la esclavitud en el libro. El malestar de la esclavitud dudo mucho que se resuelva con fármacos o psicoterapia ni que sea necesario ninguno de los dos. Hay una causa macro bastante más importante y la forma de resolverlo es en lo colectivo.

Cuando alimentamos la idea de psicoterapia para todos para cualquier tipo de sufrimiento, estamos comprando un marco individualista que desactiva mucho la búsqueda de soluciones colectivas. Eso no quita que mucha gente que tiene sufrimiento por causas colectivas se pueda beneficiar también de la psicoterapia. El problema es que al final la única respuesta al posible sufrimiento sea esa, cuando el sufrimiento es mucho más diverso.

No me encuentro enferma, ni me encuentro sana. ¿Cómo me encuentro? Esto es algo que se plantea en el libro. ¿Nos lo puede explicar?

Me hace mucha gracia cómo cala el meme este de Mercurio Retrógrado, esto de la astrología, en el que hay un momento cuando mercurio está retrógrado que todo sale mal. Mucha gente que no cree en la astrología sí que coge esto de Mercurio Retrógrado, la idea de que nos está saliendo todo a todo el mundo mal.

Ese meme cala precisamente porque toca esto. Toca ese punto de cómo puede ser que esté saliendo todo tan mal y que además no solo me pase a mí, sino que detecto que le pasa a toda la gente de mi alrededor, y sé que no es algo patológico. Pero a la vez sé que las cosas están saliendo peor de lo que debería y que lo estoy pasando peor de lo que sería normal. Es una sensación indefinida y no solo me pasa a mí, nos pasa al resto. Ese es el malestar al que nos referimos.

Cuando se habla de pasar de lo individual a lo colectivo no he podido parar de pensar en el 15M, en el 8M o en el MeToo. ¿Necesitamos más protestas en la calle?

Creo que la protestas en la calle han sido de las pocas ocasiones en las que hemos podido vernos en lo colectivo. Para mí resultaban reconfortantes. Había un cierto malestar o contractura mental que se relajaba cuando estaba en las manifestaciones y veía la cantidad brutal de gente que había. Pensaba aquí, con los matices de cada una, hay un montón de cosas que compartimos y somos muchísimas. Ahí la contractura se me quitaba.

La cuestión es que las manifestaciones y las protestas son una parte de lo colectivo, pero que también generan mucha frustración porque las manifestaciones se hacen para que una entidad superior haga una modificación, que puede ser que la hagan o no.

Las protestas en la calle pueden ser importantes, pero no pueden ser lo único que se haga a nivel colectivo porque si no, tú puedes ir a mil manifestaciones, y quedarte con un mal sabor de boca horroroso porque no se consiga nada.

¿El dolor de lo que pudo ser es universal?

Se mezclan dos ejes. Hay una parte que es universal y que es consustancial al humano. Si miras las tragedias griegas, escritas hace mucho tiempo, es posible que encuentres cosas parecidas a esto. Y hay parte de ese sentimiento que tiene que ver con el sentir de la época y con el momento social, y eso sí que es más único. En este caso concreto yo creo que es un sistema que se agota. Cada vez es más evidente que todas esas promesas y esa cantinela tan optimista y meritocrática es menos verdad. Por mucho que te empeñes no vas a ser Cristiano Ronaldo, ni Kim Kardashian, ni Jeff Bezos.

El libro hace un símil entre el psicólogo y el sindicato. ¿Se han convertido en bienes de consumo?

Ese es justo uno de los problemas que le vimos nosotros a ese falso dilema al entender al psicólogo o al sindicato como bienes de consumo. Precisamente porque la función fundamental del sindicato está fuera del marco individual, en el momento en el que se comparan estás desactivando la potencia mayor del sindicato. Por ejemplo, con lo que comentábamos antes de las horas extra. En un país con sindicatos fuertes, eso no pasa. Pero no porque tú hayas ido a reclamar tu caso concreto, sino porque hay un marco legislativo y un marco de inspecciones laborales en el que eso no se llega a permitir.

Mientras tanto, como estamos en un contexto que favorece el marco de consumo total, al final acabamos viendo todo con esas gafas de bienes de consumo. Ver la psicoterapia como un bien de consumo que me puedo comprar y el sindicato también como un bien de consumo donde puedo comprarme que me defiendan a mí concretamente, estás perdiendo lo fundamental que te puede aportar que haya unos sindicatos fuertes.

Si el orden social es el problema, ¿cómo podremos salvarnos?

Tenemos que construir un orden social mejor, no queda otra. El orden social no puede existir sin una sociedad que lo ejecuta. A día de hoy, por ejemplo, tenemos poca soberanía sobre nuestro tiempo. El grueso de nuestro tiempo se nos va en un trabajo que, además, suele estar bastante lejos de donde vivimos y se nos suele ir un montón de tiempo en desplazarnos al sitio donde vamos a estar trabajando para otro y, la mayoría de las veces, trabajando para que alguien se haga más rico. O si es para un servicio público, siendo conscientes de que el servicio público cada vez es de peor calidad o que la calidad se ha ido deteriorando por falta de apoyo institucional.

Si tú calculas el tiempo de una semana, el grueso se te va en hacer cosas para otros, que no son las que tú querrías hacer en realidad. Y con las migajas de tiempo que te sobran tienes que construir un orden social nuevo. Pues se hace bastante cuesta arriba. Y la realidad es que o nos organizamos de otra manera para empezar a tener más soberanía sobre el tiempo y empezamos a construir redes más fuertes entre nosotros o la vida va a seguir siendo invivible.

¿Vivir mejor está directamente relacionado con la justicia social?

Exactamente. Una sociedad que sea justa y en la que sientas que participas, no solo para sacar cosas para ti. El marco individualista nos cala tanto que incluso cuando quieres buscar soluciones te sale el ‘voy a juntarme con la asociación de vecinos de mi barrio para que nos peatonalicen esta calle para yo tener un mejor sitio’. Pero se trata también de que veamos que nuestra aportación fundamental no es sacar un beneficio. Hay que desactivar esa mentalidad de que todo son bienes de consumo y cosas que compramos porque si no, esa justicia social es imposible de alcanzar.  

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