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Mark O’Connell advierte de los graves peligros de la inteligencia artificial

Por ABC  ·  03.03.2020

El transhumanismo utiliza la tecnología para controlar la futura evolución de nuestra especie. Pretende erradicar el envejecimiento, mejorar al infinito nuestro cuerpo y nuestra mente. Entre sus proyectos está la fusión del ser humano con las máquinas para reconfigurarnos e, incluso, transferir nuestras mentes a los robotsO’Connell, un especialista en el mundo de la ingeniería genética, no teoriza sobre estos asuntos sino que lleva a cabo un gran trabajo de investigación: habla con las personas implicadas, visita los lugares donde se están llevando a cabo estas investigaciones, asiste a cursos y conferencias de las asociaciones difusoras de estas ideas, lee sus publicaciones, e incluso viaja a Alcor, el sanctasanctórum donde cientos de cuerpos crionizados esperan la «resurrección». El autor nos muestra un panorama vertiginoso de lo que ya está sucediendo ante la inconsciente incredulidad de muchos. El no comparte estas ideas, pero cree que el ser humano aún tiene la capacidad de desarrollarse más, pero no tanto como para que una persona tenga que convertirse en una máquina.

A la vista de lo observado, está convencido de que un grupo de personas poderosas con la ayuda de la inteligencia artificial, cuyo desarrollo es ya muy grande, están preparando un proyecto de aniquilación, una destrucción sin precedentes del orbe. Al frente de este proyecto internacional están las gentes de Silicon Valley, junto con un grupo económico poderoso de fanáticos emprendedores tecnológicos, poseídos por el ideal de la prolongación radical de la vida: es decir, la inmortalidad. Este movimiento de liberación de la propia biología no podría llevarse a cabo sin la dependencia de grandes fortunas e industriales. Google, por ejemplo, tiene una filial biotecnológica, llamada Calico, dedicada a generar soluciones al problema del envejecimiento. Elou Musk, Bill Gates o Stephen Hawking, se preocuparon y se preocupan por la posibilidad de la aniquilación humana.

Películas futuristas

El principal ideólogo del transhumanismo, Ray Kurzweil, director de la ingeniería Google, lo explica en su libro «La singularidad está cerca». Popularizó el concepto de «singularidad tecnológica», el advenimiento de la inteligencia artificial que marcará el comienzo de una nueva versión humana, una fusión de personas y máquinas, y la erradicación definitiva de la muerte. Alcor, la empresa donde se congelan los cuerpos, se presenta como una organización humanitaria. Sus fines: derrotar a la muerte y a Dios, a cualquier Dios. Otro libro que nos introduce en esta trama, de Max More, se titula «Carta a la Madre Naturaleza». Y uno de los filmes más sugerentes es «Tecnocalipsis» (2006), del cineasta belga Frank Theys, donde incluso la propia tecnología ha saltado por los aires.

Nos muestra un panorama vertiginoso de lo que ya está sucediendo

Libros, películas, asociaciones, revistas, conferencias, seminarios, todo dedicado a difundir las bondades de este mundo ya a las puertas, son acreedoras de sustanciosas ayudas privadas. Asociaciones como Futuristas de Londres, cuyo presidente es David Wood, un transhumanista, empresario tecnológico, fundador de Symbian (móviles), cuyo proyecto es la modificación cerebral. El doctor Anders Sandberg, dispuesto a convertirse en máquina y adquirir la condición de «hardware». Otra asociación Extropy publica «The Journal of Transhumanist» y mantiene el Institute Extropy. Max More fue su creador. En el 2010, todo esto pasó a formar parte del Humanity Plus, presidido por el propio More. Aquí ya se habla de transferencia mental: conversión de las mentes en «software».

Relato gótico

El doctor Anders se ha dedicado a la conservación de los cuerpos en nitrógeno líquido. El lugar donde se lleva a cabo está en Scottsdale (Arizona). Se le conoce como Alcor Life Extension Foundation. Este almacén de cadáveres está en medio de un parque empresarial. Alcor es la mayor de las cuatro instalaciones de criopreservación que hay en el mundo. La visita de O´Connell a Alcor es digna de un gran relato gótico. A los «muertos» se les denomina «pacientes» en este «hospital». Unos cuerpos están íntegros y de otros solo se conservan las cabezas. A estos se les conoce como «cefalones». Los neuropacientes tendrán en el futuro nuevos cuerpos robotizados. Todos son «crionautas». J.H. Bedford, profesor de psicología de la Universidad de California, fue el primer criopreservado en el año 1966. Nació en 1893, sus custodios lo consideran la persona «viva» más antigua del mundo. ¿Quién controla este ámbito? Si todo esto se confirmara qué sucedería social, moral, ética, religiosa, económica y políticamente… Cartografiar y transferir la mente para ser inmortales. Dimitri Itskov, multimillonario ruso, ha invertido ingentes cantidades de dinero para estudiar la transferencia de la personalidad de un individuo a un portador no biológico. Crear avatares, cuerpos humanoides artificiales a través de una interfaz cerebro-máquina.

Timothy Leary fue un fanático defensor de la crionización, y uno de los fundadores de Alcor. Cuando murió y abrieron su testamento, sus «embalsamadores» se llevaron un susto de muerte: pedía ser incinerado y que un cañón esparciera sus cenizas por el desierto. ¡Aún hay esperanza!

«Cómo ser una máquina». Mark O´Connell

Ensayo. Capitán Swing, 2020. 269 páginas. 20 euros

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