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Lyanda Lynn Haupt: “No logré que a mi estornino le gustara Mozart”

Por La Voz de Galicia  ·  15.06.2023

Sus bandadas son hipnotizantes y amenazantes al mismo tiempo, odiados por los agricultores, y dueños de un canto llamativo y misterioso. En el siglo XVIII un estornino cautivó a Mozart, tras escucharlo en una pajarería de Viena cantando una versión de su Concierto para piano n.º 17 en sol mayor. Lo convirtió en su mascota y hasta organizó un funeral tras su muerte. Obsesionada con esta historia, la ornitóloga Lyanda Lynn Haupt rescató una cría, a la que llamó Carmen, para descubrir en primera persona esa inteligencia que había maravillado a su compositor favorito. El resultado está en un libro, El estornino de Mozart, que acaba de editar en español Capitán Swing. 

—¿Qué fue antes: la pasión por los pájaros o por Mozart?

—Los dos son amores de mi infancia, pero creo que primero fueron los pájaros. Y de adulta los conecté. 

—¿Qué te dice la palabra estornino?

—Es una invitación a pensar en el mundo de una forma más matizada, más compleja; porque cada especie, por muy común que sea, nos puede enseñar maravillas.

—¿Cambió tu visión después de tener uno en casa?

—Totalmente, porque estos pájaros son muy odiados. Carmen me enseñó que es posible intimar con una criatura tan chiquitita que quería ser parte de nuestra familia. Me abrió los ojos a otra forma de mirar la vida. 

—¿Qué es lo más parecido que tienen los hombres y los estorninos?

—Esa necesidad de ser sociables, de conectar con otras criaturas. Son animales que quieren ser escuchados y que quieren escuchar también. 

—¿Qué debemos aprender los humanos de los pájaros?

—Tenemos que aprender que hay otras voces diferentes a la nuestra. Muchos cuentos populares europeos empiezan con la frase: «Hace mucho tiempo, cuando los animales sabían hablar…»; a mí me gusta cambiarla y decir: «Hace mucho tiempo, cuando los humanos sabían escuchar…». 

—¿Crees que los humanos subestimamos a los animales?

—Sí. Me encanta entrar en el mundo de los animales y descubrir su misterio, reconocer que es un una manera más elevada de conocimiento. 

—¿Se necesita un sentido especial para entender a los pájaros?

—Según se aprende de la escucha se van apreciando los diferentes sonidos: con unos quieren espantar, con otros llamar a sus crías… Al principio, todo suena igual, pero poco a poco vas apreciando diferencias. Hay que abrir los oídos y la mente para escuchar y sentir lo que dicen. 

—Dices que los estorninos tienen predilección por Mozart. ¿Por qué?

—Hay estudios que analizan cómo responden a la música clásica y se ha comprobado que reconocen patrones. Las piezas de Mozart tienen fragmentos repetitivos, vivaces, que se parecen a los cantos de los pájaros y son fáciles de imitar. Y a ellos les gusta. 

—Sin embargo a Carmen no…

—Me demostró que también ellos tienen su propio gusto. Mi plan era que aprendiera los fragmentos de Mozart y que viniera Oprah (Winfrey) a entrevistarme. Lo intenté, pero no lo conseguí. A Carmen le gustaba más el bluegrass y los tambores. Mi hija le tocaba Bach con el chelo y le encantaba, pero no lo conseguí con Mozart. 

—Hasta ahora, lo único que conocía de los estorninos eran sus espectaculares vuelos grupales. ¿No echaba de menos Carmen a su bandada?

— Creo que su bandada éramos nosotros, la rescatamos cuando apenas era una cría y pasó toda su vida en casa. 

—¿No se ha propuesto indagar sobre esa combinación de movimientos?

— Son movimientos muy complejos, bandadas de diez mil pájaros moviéndose al unísono… No podría investigarlo, es algo que se me escapa.

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