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Luna Miguel y Soledad Puértolas desmontan estereotipos en la literatura

Por El País Semanal  ·  13.10.2019

Los suyos son nombres en mayúsculas de las letras. Incluso aunque, como en el caso de Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947), autora de títulos como Historia de un abrigo o Queda la noche, ocupe el sillón de la g minúscula en la Real Academia Española. En una mañana que invita al sol de otoño a entrar en tromba por la ventana, Puértolas se sienta frente a Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990), firmante de poemarios (La tumba del marinero) y ensayos (El coloquio de las perras), además de periodista y editora. En una charla distendida con más interrogantes que guiones, las escritoras debaten sobre los estereotipos de género en su terreno profesional. Lo hacen desde un punto de vista generacional y personal diferente. Pero con un convencimiento común: la justicia reside en la igualdad. No buscan respuestas tajantes ni soluciones extremas. Sí comparten un optimismo insuflado por la ola de feminismo que recorre buena parte del planeta. “Es un momento bonito porque se está dando una ruptura”, señala Miguel. “Estamos en un punto en que se puede abrir del todo la puerta”.

A lo largo de sus trayectorias, ambas autoras han diseñado universos en los que las mujeres, y el feminismo, han marcado —en cierto sentido— su obra. “El punto de vista personal se filtra en lo que escribes”, opina Miguel. Incluso aunque, a veces, esa perspectiva no provenga de una reflexión consciente. “Cada periodo de mi vida ha originado pensamientos que he plasmado en lo que he ido escribiendo”, apunta Puértolas. “Pero me parece tan evidente que el ser humano es eso, ser humano, que no veo la diferencia esencial entre hombres y mujeres”

Aun con esa convicción, las dos saben que no siempre resulta fácil escapar de los encasillamientos. Estos, como apunta Miguel, no se circunscriben exclusivamente al género, sino que también abarcan cuestiones como “la clase y la raza”. “Siempre me ha interesado explorar ideas que como lectora no encontraba del todo reflejadas, temas sobre el cuerpo, el placer o la maternidad”, señala la madrileña, que reclama un cambio de mentalidad sobre lo que se concibe como femenino y se relega por ello a una mal entendida literatura de o para mujeres. “La maternidad es un tema tan universal como la muerte. Deberíamos reivindicar que esos temas que son considerados femeninos se consideren universales. Si algo es femenino, es humano. Y si es humano, es universal”.

Como escritoras, las dos encuentran en las palabras su más preciado patrimonio. En ellas cabe toda la libertad del mundo, pero en su interior también palpitan las ideas preconcebidas por las sociedades que se sirven de ellas. “No solo en cuanto al género: por ejemplo, la influencia del catolicismo es absoluta”, dice Puértolas, quien, en su papel de académica, considera que es misión de esa sociedad, y no de las instituciones, modelar el idioma. “Toda imposición sobre el lenguaje me suena a dictadura”, sentencia.

Antes que ellas, otras escritoras ya reflexionaron sobre estos problemas. A ellas dedican su reconocimiento: Anne Sexton, Sylvia Plath, Alice Munro, Blanca Varela… También a la más desconocida (y recientemente fallecida) Carmen Jodra, quien a sus 18 años, en 1999, ganó el prestigioso Premio Hiperión de Poesía.

“Cuando empezaba a escribir me enmarcaban en el mismo estereotipo que a ella: la chica que publica su libro de joven y luego desa­parece”, explica Miguel. Aunque Jodra ya no está, algunos de sus poemas, como este Femmes damnées, dejaron destellos de luz sobre lo que pesa el cliché: “Muchacha, si te entregas a los cerdos, / merecerás morir en la matanza. / No sería en todo caso más horrible que la horrible, / cínica contradanza. / Pregúntate por qué has de estar debajo / si eres mejor que ellos. / Créeme, muchacha, la heteropatía /nunca fue un buen invento. 

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