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Luna Miguel: “Si escribo es gracias a Bukowski que era un misógino asqueroso”

Por Diario de Mallorca  ·  20.11.2019

Luna Miguel, Alcalá de Henares, 1990, es escritora y periodista, pero también lectora y como tal se dio cuenta de que en su biblioteca había pocos nombres de mujer, más allá de aquellos que han llegado a ser canon. Como periodista cultural ha centrado su trabajo en visibilizar la obra de escritoras y esa labor se transformó el pasado mes de octubre en la publicación de El coloquio de las perras un volumen en el que Miguel saca a la luz nombres de autoras silenciadas y olvidadas de la literatura escrita en español. Ayer lo presentó en Rata Corner.

El título se lo toma prestado Miguel a Rosario Ferré, escritora puertorriqueña que analizó en su cuento la misoginia literaria de los 90. Pero la chispa que dio luz a El coloquio de las perras fue la lectura de Cómo acabar con la escritura de las mujeres, de Joanna Russ. Luna Miguel conoció a través de Russ una lista de maneras de denigrar y de insultar a las autoras. “Me di cuenta de que en castellano no teníamos nada parecido. A mi juicio faltaba un ensayo que pusiera de manifiesto cómo además desde la centralidad de España no sólo nos habíamos olvidado de las mujeres que escriben en castellano, sino de todas la mujeres que escriben en un continente amplísimo al que apenas miramos”. La autora recupera nombres que considera representativos de su época y también reivindica a quienes han sido “machacadas no solo por una cuestión de machismo sino también de racismo o clasismo”. Luna de Miguel se rebela así contra el hecho de que “se nos ha vendido como universal una literatura que se ha olvidado de una parte del mundo, de las mujeres, los indígenas o de la gente racializada”.

No sólo el boom de la literatura latinoamericana fue machista. Cualquier movimiento ha dejado fuera, sistemáticamente, a las autoras. “Creo que las generaciones literarias son inventos para que los machos se codeen y se legitimen entre ellos o al menos lo han sido históricamente. Mires donde mires siempre hay huecos, vacíos enormes y la suerte que tenemos ahora es que podemos aprovechar todo ese dolor de generaciones. Creo que tenemos una red mucho más fuerte de periodistas que hablan de otras mujeres, de editoras que quieren publicar a mujeres y una sociedad un poco más amable a la hora de recibir estos mensajes, pienso que es nuestro deber visibilizar todo lo que quedó en el olvido”.

Las formas de invisibilizar han sido variadas, desde negar la autoría de una obra, como ocurrió con la poeta María Emilia Cornejo; apartarlas de los círculos literarios, como sufrió la uruguaya Alcira Soust, o que murieron solas y olvidadas, tachadas de locas, como Eunice Odio. Insistir en quienes fueron sus maridos o sus amantes, como ocurre con Aurora Bernárdez o Elena Garro, quien además fue la inventora del realismo mágico. Luna Miguel cree que lo que incomoda de estas mujeres es que “rompieran las reglas establecidas y las reglas siempre han sido ir cultivando libros, tener críticas elogiosas en los grandes medios de comunicación, tener traducciones, envejecer, ser como muy respetado y ganar el Nobel. No creo que la literatura sirva para que alguien gane el Nobel, sino para que la gente lea, conozca el mundo o se evada de él, para que lleguemos a cosas que de otra forma no hubiéramos conocido”. No duda en citar los nombres de escritores de prestigio, Vargas Llosa, Javier Marías o Alberto Olmos, quienes “desde su posición en los medios de comunicación han negado, literalmente, que exista el machismo en la literatura”.

Bukowski


Luna Miguel no cree que haya que dejar de leer autores como Pablo Neruda, que confesó en sus memorias haber violado a una mujer, pero sí cree que hay que saber lo que hizo. La escritora, que lleva tatuado junto al corazón un verso de Bukowski (There’s a bluebird in my heart) reconoce que la lectura del norteamericano fue decisiva en su vida y en su trayectoria: “Si leo y si escribo es gracias a ese señor que era un misógino asqueroso”, afirma. “Eso no borra que para mí su literatura haya sido el desencadenante de un montón de cosas. Lo importante es saberlo y ponerle nombre a las cosas para que no se repitan”, concluye.

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