Los prejuicios con los cuales se han leído a algunas escritoras latinoamericanas, la forma de infantilizarlas cuando se las compara con sus pares masculinos y la manera en que la calidad de excepcional atribuida a muchas de ellas ha reproducido estereotipos son algunos de los temas a los que se refiere Lunas Miguel en su colección de ensayos publicada por Capitán Swing, El coloquio de las perras. Allí hace un estudio somero de las obras de figuras populares como Gabriela Mistral, Elena Garro, Rosario Ferré o Alejandra Pizarnik y otras menos conocidas, como Alcira Soust Scaffo, Agustina González López o María Emilia Cornejo, menos con el objeto de ofrecer un nuevo canon de la literatura de la región que atienda a la escrituras de las mujeres que con la finalidad de añadir nombres a la lista de aquellas que aún falta por leer.
La publicación toma su título de un ensayo homónimo de Ferré, autora puertorriqueña cuya obra que abarcaba la narrativa, la poesía y el ensayo atendía a la relación de los géneros en el entorno literario de finales del siglo XX y principios del XXI. El libro de Miguel debe mucho al ensayo Cómo acabar con la escritura de las mujeres publicado por Joana Russ en 1983 en Estados Unidos y recientemente traducido al castellano por Gloria Fortún (en una edición de Dos Bigotes en conjunto con Barret). La figura de Ferré es tutelar a lo largo del libro cuyo afán es el de la reivindicación femenina. “Hay rabia porque lo que me trae hasta aquí es un catálogo de ausencias”, explica Miguel en el prólogo, titulado “Es tiempo de amazonas”.
Patriarcado y literatura.
El libro consta de quince capítulos y después de cada uno, Miguel redacta una carta dirigida a la escritora tomada en cuenta; además, al final de libro presenta una semblanza biográfica de cada autora. En el “intermedio” titulado “Para enterrar al escritor macho” trae al presente las reflexiones hechas sobre las escritoras del siglo XX con un recuento de su visita al Hay Festival de Cartagena de Indias 2019 en donde analiza la posición “altiva, paternalista y burlona” de ciertos escritores latinoamericanos, a los que califica de “macho” —“el escritor macho cree que aúlla, pero su quejido es penoso y torpe”, escribe—. Se refiere en esa sección a cómo el #MeToo ha contribuido a visibilizar la violencia física y simbólica a la que deben enfrentarse algunas mujeres en el medio, sino cómo las propias escritoras han denunciado la postura intelectual que las mantiene fuera de los círculos literarios de influencia.
En términos generales, según cuenta Miguel en una conversación con Colofón Revista Literaria, los efectos del patriarcado en el sistema editorial y en la literatura han sido muy similares en España y América Latina. Sin embargo, la autora de El coloquio de las perras añade un defecto a la mirada que desde el continente europeo se hace al otro: “En España la escritora latinoamericana sufre una doble marginación ; mientras que del otro lado, la escritora española no sufre la misma suerte”. Define a esta mirada, además de como misógina, como “racista” y “clasista”, y también como un desacierto, consecuencia de la inclinación de los españoles a considerarse europeos, aunque sea de segunda clase, rehusándose a estrechar vínculos con Hispanoamérica, a pesar de que exista uno naturalmente establecido a través del idioma.
Pero las cosas han comenzado a cambiar y quizá la atención al trabajo de las mujeres trascienda las tendencias de un momento histórico y se convierta en un estado natural. La diferencia de esta generación de escritoras lectoras con las anteriores es que “empezamos a reivindicarnos a nosotras mismas y a nuestras madres literarias; en realidad somos más lectoras que lectores, pero nos hemos dado cuenta de que hasta ahora leíamos mayoritariamente a hombres porque la obra de las mujeres era menos accesible y había poco publicado”. Miguel cita iniciativas como la del Día de las Escritoras promovido por la organización no gubernamental Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias, así como los hashtags #leoautoras y #escritoras para ilustrar lo que llama “el clamor popular de las mujeres” del que la industria editorial apenas comienza a hacerse eco. No descarta que El coloquio de las perras tenga una reedición o, quizá, una segunda parte dedicada a autoras españolas.
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