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Luis Pastor, dignidad de la memoria

Por El Cultural  ·  07.12.2017

Luis Pastor (Berzocana, Cáceres, 1952) considera que el fenómeno de cantautores al que perteneció se acabó en 1979. “Lo que vino después fue otra cosa”, asegura en unas declaraciones paralelas al libro Qué fue de los cantautores, recientemente publicado por la editorial Nórdica, donde narra los primeros 27 años de su vida. Aquella generación procedente de la clase campesina, emigrante y obrera que “fue capaz de cambiar la realidad de los barrios a través de la solidaridad” cayó en el desengaño en plena Transición democrática, cuando la izquierda fue dividida. El libro, además de ser un retrato perfectamente fidedigno de toda una época, trata de poner en valor “la memoria y la fotografía de varias generaciones, luchadores que no han sido reconocidos en esta democracia”, según las palabras del autor.

Lo que en principio iba a ser un proyecto de biografía con el periodista Antonio Gómez, especialista en aquella generación de cantautores capitaneada por Hilario Camacho, Lluís Llach, Paco Ibáñez, Imanol, Joan Manuel Serrat o el propio Luis Pastor, terminó por convertirse en unas memorias en verso. Siete años atrás, el cantautor había escrito y recitado públicamente -de memoria- un poema extenso, ‘Qué fue de los cantautores’, en el que reflejaba la influencia que tuvieron en la sociedad aquellos “libertarios, casi revolucionarios”. La repercusión del poema había sido notable durante estos años, tanto que en 2012 publicó un disco con el mismo nombre. Por ello durante las navidades pasadas, coincidiendo con una lesión que tuvo en la mano, Luis Pastor decidió embarcarse en este proyecto de poema-libro que tendría como coda, a modo de resumen, aquel poema. Durante su convalecencia, recuerda haber leído Martín Fierro, una referencia para el autor que posiblemente aparezca reflejada en la escritura del libro. Además, considera que “el verso tiene una capacidad de síntesis que no tiene la prosa”, aunque lo que realmente le interesa de este libro es el valor testimonial.

Qué fue de los cantautores cuenta la historia de un extremeño criado en el seno de una familia pobre y campesina que tiene que emigrar al extrarradio de la capital a ganarse la vida. A través de una minuciosa descripción de las costumbres de la época -la familia esperando a que el padre terminara de cenar, la autoridad de los maestros (“educados en el miedo”, recuerda en el libro) o los veraneos en el pueblo-, el autor retrata una “vida en blanco y negro” a través de estrofas como esta: “Sólo había una verdad / y miedo en cada mirada. / Una patria encadenada, / una forma de pensar, / un Dios, una eternidad / y una paloma enjaulada”. A pesar de todas las dificultades, Luis Pastor rememora una “infancia feliz”. Y eso es mucho cuando, según él, “las biografías normalmente las escriben los triunfadores, y yo no soy un triunfador, soy un superviviente”.

Orgullo de clase social
“Da igual de dónde viniéramos; todos los de mi generación éramos lo mismo: pobres, emigrantes y obreros de barrio”. Es comprensible, por tanto, aquella solidaridad y esa conciencia de clase que el autor se obstina en reivindicar. “Fuimos capaces de dignificar nuestra vida”, se enorgullece el cantautor. Y añade: “No éramos individuos aislados, sino una colectividad. Influimos en la sociedad porque nos organizamos”. Precisamente por esto considera que ese fenómeno “no va a volver a repetirse”. Las nuevas tecnologías y el tremendo auge de las redes sociales han propiciado la cultura de la individualidad y que “cualquiera pueda ser cantautor, aunque no cante”, según el autor.

Así, Luis Pastor, aun habiendo sido “militante y revolucionario” no hace tanto tiempo, comprende que los tiempos son otros y, por tanto, los cantautores no lleven en sus letras la carga social que llevaban ellos: “Yo no soy quién para determinar qué grado de compromiso tiene que haber en las letras de cada cantautor”. Eso sí, exige al menos que hagan buenas canciones, entendiendo que “el arte no tiene que estar delimitado sólo por la realidad social”.

El cantautor tiene claro que esa realidad cambió desde la muerte del dictador. “Se cambiaron las verdades / tanto vendes, tanto vales / y llegó la Transición”, rezan algunos de sus versos. No tiene ningún reparo en argumentar las razones de aquel fracaso de conciencia. Cuando la dictadura, daba igual a qué partido pertenecieras porque toda la oposición remaba hacia el mismo sitio, que era lo mismo que remar contra uno: Franco. Sin embargo, “después del Golpe de Tejero, todos votamos socialismo como reacción al miedo”. Tal y como había sucedido en Chile cinco años atrás, “los golpistas tenían unas listas de fusilamientos con nombres de izquierdas, pero eso aquí no se ha contado”, protesta.

Después de la muerte de Franco, asegura Pastor, “en España seguía mandando la extrema derecha y los fascistas de siempre, con sus estructuras franquistas intocables”. ¿Tan mala es la perspectiva sobre la Transición? “Hemos vivido en paz pero hemos renunciado a todo lo demás. La clase obrera ha sido engañada, la cultura ha retrocedido y ha triunfado la derecha en todos los frentes”. Se refiere no sólo a los votos de las elecciones, sino a haberse apropiado de los términos libertad y democracia, “que parece que lo han conseguido ellos”.

Tan negativa fue aquella división que el autor de Qué fue de los cantautores considera que incluso las luchas que su generación llevó a cabo “se volvieron contra nosotros” en el plano de las autonomías, por ejemplo. De la misma forma que algunos independendistas catalanes llamaron “facha” a Serrat hace pocas semanas, Luis Pastor cuenta cómo “a los que hablamos español se nos mete en el mismo saco que a los franquistas que sacan las banderas” desde el nacionalismo vasco o catalán, cuando fueron ellos quienes lucharon por esas autonomías. En aquellas regiones, recuerda Luis Pastor, ese fenómeno se alargó más en el tiempo. La nova cançó, movimiento cantautor liderado por Lluís Llach, Serrat o Raimon, también aparece mencionada en el libro.

El retrato social de una época
Qué fue de los cantautores no deja ningún segmento social al margen. En los barrios del extrarradio de Madrid, la Iglesia, representada por la figura del cura obrero, fue importante en los movimientos vecinales en los que participaban sus compañeros de generación. “La Iglesia fue diferente a lo que nos tenía acostumbrados. Tuvimos suerte en nuestros barrios de conocer a este tipo de personas”, reconoce el autor, que reivindica en el libro figuras tan importantes en su vida como la de su amigo Rufo, que iba para cura, aunque finalmente no llegó a serlo. “En nada se parecían / los curas a los del pueblo. / Ni llevaban alzacuellos / ni les besabas las manos, / eran como tus hermanos”, afirma una de las estrofas del libro.

La lucha obrera era el objetivo y la canción su herramienta. Estaban convencidos de que la lucha sólo podría materializarse a través del conocimiento, por lo que había que acercar la cultura al pueblo para erradicar el analfabetismo. “Con tu puedo y con mi quiero, vamos juntos compañero”, proclamaba Luis Pastor en el estribillo de uno de los himnos de aquella época. Después de cada concierto, se abría un diálogo con el público para debatir sobre los conflictos políticos y sociales de la época, como las pandillas violentas que actuaban en los barrios humildes de Madrid -“La realidad exigía / músicos que fueran guía”, dice uno de sus versos-. Los veranos partían hacia los países europeos que acogieron a los exiliados durante el régimen franquista.

“Los años de mis edades / se miden por las canciones / y por tantas emociones / reflejo de muchas vidas, / en sonrisas compartidas / con miles de corazones”. Esta es la estrofa que mejor representa el momento de aquella generación de éxito a la que perteneció Luis Pastor y que, según él, sigue sin contarse a los jóvenes en los institutos. A través de octosílabos que se conforman casi siempre en sextetos, que es “la forma poética más contundente de poder contar historias”, el cantautor ajusta cuentas con una parte de la memoria de este país.

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