Los libros de historia dictados por los vencedores, que son los únicos que se podían leer o estudiar en España durante demasiados años, decían que la Guerra Civil española concluyó en 1939. Pero esa no es la verdad, ese cuento oculta la masacre que se vivió en nuestro país a partir del desfile de la Victoria franquista. Ajuste de cuentas, venganzas personales, limpieza ideológica, todo valía para aumentar la lista de cadáveres en cunetas y rincones de los campos.
Por el bando de lo que quedaba de legitimidad republicana, muchos permanecieron al margen de la vida que buscaba reanudarse, como guerrilleros, como maquis a la espera de lo que se consideraba inevitable entrada de los aliados tras su victoria en la Guerra Mundial, para eliminar de la faz de la tierra el último régimen nazi existente. Muchas personas en el país siguieron escondidos cuando todo se frustró: muchos combatientes, cargos públicos y simpatizantes del legítimo gobierno republicano se vieron obligados a huir de la represión franquista y a esconderse como “topos”.
Fue el miedo a unas represalias seguras, que terminaban con los “rojos” en las cárceles o en las cunetas, o arrojados a una sima. El miedo que se impuso férreamente durante cuarenta años en nuestro país.
A finales de los años sesenta, tras el decreto de amnistía concedido por el dictador, los topos salieron, como hongos después de la lluvia, del agujero donde habían vivido escondidos, todavía con el temor a las represalias.
Cuando uno de los maestros del periodismo actual en España, Manu Leguineche vive enfermo y, tal vez, esperando con serenidad la muerte, tras una intensa vida como reportero y persona comprometida, se reedita este clásico, que escribió junto al escritor formidable que es Jesús Torbado, igualmente periodista. En ocho años de investigación, los autores de Los Topos siguieron pistas, recibieron portazos, amenazas de muerte, etc. Todo para conseguir los estremecedores testimonios de quienes fueron perseguidos por un enemigo invisible que los enterró en vida.
Sus testimonios hablan de la experiencia de su cautiverio, pero también hablan de los otros desaparecidos que no pudieron contar su propia historia, y del gran sacrificio colectivo que marcó sus vidas y las de sus familiares.
Víctor Claudín
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