A principios de los 2000, todavía quedaban osos bailarines en Europa. Eran osos obligados a bailar sobre sus dos patas traseras al son de una tonadilla para delicia y sorpresa de turistas y transeúntes. En el proceso de entrenamiento, se les perforaba la nariz, la parte más sensible del animal, para colocarles un anillo de metal que facilitara su control. Cuando Bulgaria se preparaba para entrar en la UE, la práctica de esos osos bailarines, que sostenía a una importante comunidad de gitanos búlgaros, se convirtió en una costumbre bárbara que eliminar. Los osos fueron arrebatados a sus dueños y se les liberó en un parque natural especialmente para ellos. Pero los animales, criados desde crías a base de golpes y golosinas, de dolor y vodka para embotar sus instintos, ya no podían vivir en libertad. Se les tuvo que enseñar a buscar comida, a hibernar, a defenderse, a aparearse… A ser osos. Siempre bajo la atenta mirada de los científicos y cuidadores que vigilaban su proceso de asimilación.
“La de esos osos era mi historia. Yo mismo, y mi país, habíamos estado en un laboratorio de libertad”, afirma Witold Szablowski, periodista polaco y autor del libro ‘Los osos que bailan. Historias reales de gente que añora vivir bajo la tiranía’, publicado en España por Capitán Swing.Chernóbil se cura en La Habana: el episodio menos conocido del accidente nuclearE. ANDRÉS PRETELEntre 1990 y 2011, Cuba atendió a más de 26.000 infantes víctimas de la radiación en Ucrania, Rusia y Bielorrusia en el hospital de Tarará. Este año, podría reabrir el programa
A través de la historia de los últimos osos bailarines de Europa, Szablowski hace un paralelismo entre el proceso de adaptación de los osos a la libertad en el parque natural de Belitsa [¡idea promovida y apoyada económicamente por Brigitte Bardot!] y las experiencias de muchas personas que “se quedaron atrás” tras la caída del Telón de Acero y de la Unión Soviética. El periodista viaja por países de Europa del este y repúblicas exsoviéticas como Polonia, Estonia, Serbia, Ucrania, Albania, Bulgaria o Kosovo, pero también Cuba o Grecia, recopilando historias que, de algún modo un otro, recuerdan a las de esos osos que, pese a haber recuperado la libertad, terminaban reproduciendo conductas aprendidas a base de dolor y costumbre. Al final, y pese a no tener ya un dueño que los obligara, los osos del parque de Belitsa seguían bailando cuando tenían dolor. Quizá la mejor metáfora para explicar por qué, tras ser liberados del yugo del comunismo de la Unión Soviética, algunos todavía parecen nostálgicos de lo que fue.
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“Lo que obtuvimos en 1989 [cuando Polonia se independizó de la URSS] no fue libertad, fue capitalismo”, afirma Szablowski, en una entrevista en Madrid con El Confidencial. “Las élites no estaban preparadas para lo que pasó. Habíamos estado aislados durante tanto tiempo, que no estaban preparados para lo que pasó. No sabían que había distintos tipos de capitalismo, y entonces adoptaron el más salvaje. Y pagamos el precio de ello”.
Los que pagaron el precio son algunos de los protagonistas de la segunda parte del libro, como ‘Lady’, una anciana polaca con discapacidad que oyó que en Estrasburgo podía reclamar sus derechos. Desde su pueblo en la Polonia rural viajó con sus exiguos ahorros al Tribunal de Estrasburgo, y terminó pidiendo limosna en una estación de autobuses de Londres, donde Szablowski recogió su historia. ¿Qué ha sido de ella? El periodista no lo sabe. Quizá haya cumplido su deseo de ir a Mallorca. También los romaníes búlgaros que vivían de sus osos y que tuvieron que buscarse otro sustento más adecuado para los tiempos modernos. “Pongo a dios por testigo de que la quería como si fuera un ser humano. Nunca le faltó pan. Ni el mejor de los alcoholes. Ni fresas. Ni chocolate. Ni golosinas. Así que, si dices que le pegaba, mientes”, dice Grigori Mírchev Marinov sobre su osa.
El propio Szablowski se ha beneficiado enormemente de la caída del comunismo y la entrada de Polonia en la UE (“Polonia ha salido 100% beneficiada de ser parte de la UE”), pero pone como ejemplo a su madre como alguien que siente que quizá perdió más de lo que consiguió con “el cambio”. Era directora de una escuela en un pequeño pueblo con pocos alumnos, que tuvo que ser cerrada porque no era rentable. Ella echa de menos un tiempo en el que todo era más estable “y hay miles de personas como ella en Polonia. No es que quieran un autócrata que les diga que no pueden ir aquí o allá, pero echan de menos la estabilidad que tenían”.
Una sensación que es transversal en todas las pequeñas historias -después de todo, el autor de ‘Los osos que bailan’ es un reportero, no un analista o filósofo ensayista- de personas reales en países que muchos se están acercando ahora a ‘hombres fuertes’, con mano dura y tendencias autoritarias confiando en que los van llevar de nuevo a una época en la que se vivía mejor. “En la mitad de Occidente se hacen promesas vacías envueltas en papel brillante, como caramelos. Y por esos caramelos la gente está encantada de levantarse sobre sus patas y bailar”.
PREGUNTA: Acabas el libro, cuando los osos se levantan y bailan de nuevo, con un capítulo sobre Grecia, con las protestas anticapitalistas en 2010. ¿Por qué Grecia, por qué no esa reacción contra la “libertad” y deseo de volver a lo que tenían antes -como los osos que bailan “como mendigando una caricia”- con una vuelta al autoritarismo como podríamos estar viendo en Hungría, o la propia Polonia?
RESPUESTA: Fue a propósito, quería una visión más grande para el libro, que no fuera solo “mira como son en Europa del Este”. Más tarde, el libro se convirtió no en una metáfora de Europa del Este tras la caída de la URSS, sino una metáfora de cómo la gente está harta con cómo el mundo está cambiando muy rápido. Y le dan el poder a alguien que les promete muchas cosas. Estamos viviendo un momento de turbulencias, en el que es muy difícil predecir quién tomará el poder. Algunas veces todas las reglas que funcionaron en el pasado ya no tienen ningún sentido. No sabes si van a pedir otro líder democrático, o le darán el poder a alguien irresponsable o incluso autoritario. El libro es un aviso de que los autoritarios pueden volver al poder. Se publicó un poco pronto en Polonia, pero tres años más tarde los autoritarios [se refiere al actual partido en el Gobierno, Ley y Justicia, PiS, populista conservador] habían llegado al poder. Pero no creo que pueda evitarse nada, creo que podemos sentarnos, mirar y comer palomitas.
P: ¿Es ese el caso de Polonia, con el Gobierno del PiS, que está emprendiendo reformas para por ejemplo controlar la justicia, reformas que la UE ha declarado contrarias al Estado de Derecho?
Los primeros años tras entrar en la UE creo que fueron muy buenos para el país. Antes de que este… Gobierno “semi-autoritario” llegara al poder, las cosas estaban tranquilas. [El Gobierno del PiS] Está flirteando con gente que nadie debería flirtear: ultranacionalistas, a los que les dejaron unirse a la esfera política ‘mainstream’. Incluso el presidente de Polonia participó en la marcha del año pasado [coincidiendo con el día de los 100 años de la independencia de Polonia de la URSS], que estaba organizada por la ultra derecha nacionalista, que no debería ser una compañía para nadie que tenga sentido común. Deberían construir una barricada en el lado derecho del espectro político y en su lugar están dándoles espacio.
Los ultranacionalistas aman a su país, a su madre patria, de la misma manera que los pedófilos aman a los niños. Estoy seguro de que es amor, pero es un amor… malo, perverso.
Los ultranacionalistas aman a su país, a su madre patria, de la misma manera que los pedófilos aman a los niños. Es amor, pero es un amor… malo, perverso.
P: Sin embargo, ¿puede que la Unión Europea esté siendo ‘demasiado dura’ con Polonia, comparado quizá con las medidas aún más autoritarias que están tomando gobiernos como Hungría?
R: Después de las elecciones que hemos tenido este año, soy muy optimista. La gente de Polonia ha demostrado que tienen sentido común. Tampoco es que intente decir que los de Hungría no lo tienen, pero los polacos han demostrado que sí. El partido gobernante ha introducido mucho dinero directamente a los bolsillos de la gente. Una gran transferencia social. Cada niño del país, da igual si la familia es pobre o no, si el niño tiene una discapacidad o no… cada niño recibe 150 euros. Para los que tienen cinco niños, su vida ha cambiado completamente; han dado también mucho dinero a los pensionistas… Por primera vez desde que Polonia entró en el capitalismo ha habido esas políticas sociales. Despúes de cuatro años invirtiendo dinero, manteniendo a los votantes felices, cualquiera en otro país tendría un 60, o 70% en las elecciones. Y entonces ellos podrían hacer todo: cambiar la constitución, hacer las reformas que quisieran. Pero ahora tras estas elecciones tienen menos poder del que tenían hace cuatro años. Ellos ven: “Bien, tú nos estás dando dinero, así que te seguimos votando, pero no nos gustan tus tendencias autoritarias, por lo que te damos poder pero no todo el poder”. Y ellos [el PiS] perdieron el poder en el Senado, lo que les dificulta que hagan las reformas que quieran.¿Los nuevos ricos de Europa? El milagro económico de Polonia esconde una trampaMIGUEL Á. GAYO MACÍAS. CRACOVIALos expertos critican que el PiS se dedica a inyectar dinero a colectivos que, por número y afinidad, le “pagarán el favor” con su voto. Las próximas elecciones son el 13 de octubre
P: ¿La UE no ha sabido entender a los países de Europa del este?
La UE comenzó como un acuerdo económico. Y una ampliación tan grande, sin un plan previo… Económicamente fue un éxito, todos los países de la UE podían comerciar en este montón de países, con miles de consumidores… Pero creo que el error que veo es que la UE debería saber qué quiere ser antes de empezar semejante ampliación. Para Polonia ha sido todo positivo, pero entiendo que para la UE ha traído muchos problemas, es dificil tener una estructura tan grande. Tienes demasiados países y cada uno quiere una cosa distintas. Creo que naturalmente la UE acabará dividiéndose en la Europa a dos velocidades: los que se integran y otros que serán UE-B. Países como Eslovaquia o Lituania no creo que esperen a Polonia para unirse [al primer grupo de los más integrados].
Sin la perspectiva de entrar en la UE, Polonia hoy sería una Ucrania
P: La UE ha vendido durante muchos años la promesa de unirse como una fuerza democratizadora. Sin embargo, esa promesa parece más bien la zanahoria que no se consigue nunca: por ejemplo Macron dijo que no al proceso de unión de Macedonia del Norte, y en el libro por ejemplo hablas de las negociaciones de acercamiento con Ucrania, que ya preveías que nunca llegarían a cumplirse…
[Esta estrategia] Funcionó muy bien para la mayoría de la región. En Polonia no hubieramos nunca emprendido las reformas [democratizadoras] si no hubiera sido por la perspectiva de unirnos a la Unión Europea. Nos habríamos quedado como Ucrania. Cuando vas a Ucrania, y ves el país, ves que están atascados en los 90: las infraestructuras, incluso la mentalidad… Nosotros [Polonia] seríamos probablemente iguales si no hubieramos tenido la perspectiva clara de unirnos a la UE y estar en una familia de países independientes y acomodados. Pero entiendo la posición de Macron, que está decepcionado con algunos países en la región. Pero no puedo aceptar su tono chovinista cuando habla del Este, y creo que está cometiendo un error cuando habla de algunos países como Serbia, Macedonia, que han hecho mucho [muchas reformas para poder unirse a la UE]. Y no digo que sea fan de por ejemplo el primer ministro de Serbia, pero en general estos países, mira Macedonia, que cambió incluso su nombre [a Macedonia del Norte, cerrando una histórica disputa con Grecia] porque tenían esa perspectiva. Esta región ha probado que si no tiene esa perspectiva puede causar muchos problemas. Y creo que si se unieran a la UE en algún momento, no tendrías ese problema de nacionalismo allí.
Entiendo que algunos países [de Europa occidental] estén cansados de los alborotadores, pero al mismo tiempo no creo que Polonia sea el único problemático en la UE. Incluso Francia… Cada elección en Francia toda la UE está conteniendo la respiración por si eligen a Le Pen y el Frente Nacional.La ampliación hacia los Balcanes, una partida de ajedrez que divide a la UENACHO ALARCÓN. BRUSELASLa UE prometió a Albania y Macedonia del Norte que cumpliría con su palabra de iniciar conversaciones para su acceso si iban por el buen camino. Ahora amaga con volver a cerrar la puerta
P: ¿Qué opinas de los que piensan, desde el lado europeo, que Polonia es un ‘submarino’ de Estados Unidos dentro de la UE, y que espera más la protección de Estados Unidos que de la propia Unión Europea?
R: ¡Pues ojalá fuéramos un submarino! Así al menos sería algo fuerte, de acero… Creo en cambio que Polonia es el Forrest Gump de Estados Unidos, un niño tonto que hace cualquier cosa que le pide [EEUU], y es absurdo. Creo que es un tema histórico, pues cuando el comunismo Estados Unidos apoyaba a Polonia porque eso era parte de la Guerra Fría, y hemos mantenido el hábito de una alianza fuerte con Estados Unidos porque existe la sensación de que son el único país que nos va a proteger. Lo cual hoy no tiene sentido. Deberíamos ser nuestra máxima prioridad mantener una Unión Europea fuerte y potente. También tener buenas relaciones con Estados Unidos, pero la Unión Europea debería ser nuesta prioridad.
Polonia es el Forrest Gump de Estados Unidos, un niño tonto que hace cualquier cosa que le pide
P: A través del libro sobrevuela la idea de que la libertad es algo preciado pero que quizá algunos países, instituciones, no estaban preparados…
R: Te interrumpo. No creo que lo que obtuvimos después de 1989 [independencia de Polonia de la Unión Soviética] fuera libertad, sino capitalismo. Por supuesto ahora tenemos libertad de movimiento, y tenemos más libertades en otros aspectos de la vida, quizá más libertad que en el comunismo, pero yo no creo que vivir una vida en la que no te puedes comprar un piso, no puedes pedir un préstamo, es tan difícil casarse, tener hijos, cuando tienes que trabajar tan duro para llegar a fin de mes… No es realmente libertad. Así es el capitalismo salvaje que nosotros adoptamos. No es que piense que ‘la gente solía vivir en un régimen autoritario y la vida era fácil y ahora la vida es difícil y por eso echan de menos el régimen autoritario’.
P: De hecho, los expertos solían asociar una mayor libertad con mejor economía. Pero ahora con China ya no podemos decir eso, pues no es una sociedad con grandes libertades pero su economía es una de las mayores del mundo…
Los dictadores modernos han entendido que, cuando su gente está bien, puede ver Netflix, puede viajar, están alimentados… Que saben que el único tema que no pueden tocar es la política, pueden ser felices.
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