The Guardian acaba de publicar una investigación que destapa abusos cometidos por personal de las Naciones Unidas contra diversas mujeres. Llueve sobre mojado. En los últimos meses han saltado las alarmas en instituciones tan distintas como el Parlamento Europeo o la industria cinematográfica norteamericana. La llamada “cultura del silencio” como norma no escrita para ocultar acosos y violaciones parece haber saltado por los aires.
En un momento histórico en el que se ha producido un punto de inflexión en el largo proceso de empoderamiento de las mujeres, la aparición en español de un libro de Rebecca Solnit (San Francisco, 1961), uno de los iconos del movimiento feminista internacional, merece un aplauso. El Gremio de Libreros de Madrid concedió el premio Libro del Año 2017 a Los hombres me explican cosas.
El título que corona los nueve ensayos que componen este volumen viene de un texto publicado en la red en 2008. Fue un éxito viral y su explosiva crítica a la arrogancia masculina quedó plasmada en un nuevo término: “mansplaining”. Repensado y pulido reapareció en formato libro en 2014 con ilustraciones de Ana Teresa Fernández. Un año más tarde añadió dos ensayos más para convertirse en el volumen actual. Un éxito de ventas.
La primera página de Los hombres me explican cosas se abre con este plano. Corre el verano de 2003. Un millonario que ya luce canas organiza una fiesta en un lujoso chalet en Aspen, uno de los escenarios más exclusivos de Norteamérica. Una amiga de Solnit está invitada, no quiere ir sola y consigue convencerla para que la acompañe. Ambas rondan los 40 y son las jovencitas de la fiesta. Cuando llega la hora el resto de los invitados se retiran. El dueño del casoplón les pide que se queden un poco más y empieza una conversación con mal pie: “¿Así que…? He oído que has escrito un par de libros”.
Solnit, que ya había publicado siete, desvió la conversación al último de sus libros y ahí comenzó todo. El “señor Muy Importante”, que solo había leído la reseña publicada en el New York Times, se lanzó a pontificar sobre el libro. La amiga de la autora trató de advertir de la metedura de pata pero la embalada petulancia del propietario lo hizo imposible. Sus invitadas acabaron por sacarle de su error pero volvió a tomar la palabra para continuar explicando a su invitada su propio texto.
Esta absurda y repetida situación, un hombre imponiendo su discurso a una mujer, le confirmó a Solnit la necesidad de denunciar y combatir el robo de voz a las mujeres. Para ello comenzó por acuñar un término que ha hecho fortuna: mansplaining. Paula Martín Ponz, traductora de estas páginas, escribe: “Este término surge de la contracción en inglés de la palabra man (hombre) y del verbo to explain (explicar)”. Según el Diccionario Oxford: “Dícese de la actitud (de un hombre) que explica (algo) a alguien, normalmente a una mujer, de un modo condescendiente o paternalista”.
Acabar con las situaciones que inferiorizan a las mujeres es el hilo conductor de estas páginas, que convergen en una potente tesis: el abuso de poder sobre la mujer hay que entenderlo como un todo. La violencia doméstica, las violaciones, el acoso, la intimidación en las redes sociales, en las aulas o en el trabajo deben ser tomados como un todo. Existe un hilo conductor que está en los discursos políticamente incorrectos, pasa por la educación y la cultura y acaba en la crueldad. Como leemos aquí, el escenario puede estar en India, el Fondo Monetario Internacional (Strauss-Kahn) o las universidades. Las pautas de abuso son evidentes.
No oculta Solnit su feminismo. Un feminismo que “desea cambiar todo el sistema humano”. Una tensión de cambio que está ganando batallas. Un esfuerzo que también quiere transformar el capitalismo. Habrá que verlo.
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