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Los Estados Polarizados de América

Por Zenda  ·  19.10.2021

En Estados Unidos hasta «el cambio» ha sido polarizado. Obama prometió a sus electores, en 2008, un cambio asociado a «la esperanza», les animaba a escribir un futuro diferente al pasado al que habían vivido, un hombre negro sería presidente de USA y ya nada sería igual. Pero en pocos años todo se esfumó y surgió otro candidato a la presidencia, Donald Trump, que también hablaba de cambio, pero esta vez apelaba a «la venganza», a la amenaza, para acabar con ese pasado reciente y «volver a hacer América grande de nuevo» según sus airadas palabras. El resto de la historia ya lo conocemos: un pistolero de Carolina del Norte, que había leído una noticia —falsa— en el Facebook escrita por unos jóvenes moldavos, va a la caza de pedófilos en una pizzería de Washington; el hombre bisonte haciéndose fotos en el Capitolio; toneladas de fake news; jugadores de la NBA conspiracionistas que claman contra una vacuna que busca controlar a los negros de EEUU con un chip… ¿Quién da más?”Por qué estamos polarizados está lleno de lúcidas reflexiones para entender el siglo XXI en Norteamérica”

Ezra Klein, director y cofundador de Vox —no confundir con el partido político de Santiago Abascal—, uno de los medios de comunicación digitales más influyentes de su país, acaba de publicar el ensayo Por qué estamos polarizados (Capitán Swing). En esta obra Klein ofrece un estudio sobre la polarización de la sociedad norteamericana tanto a nivel político como cultural, y explica cómo la identidad ha sido el combustible de esa confrontación. Un ejemplo claro de ese fenómeno lo vemos en los evangelistas que votan a un hombre que no es creyente y hace bromas sobre Dios, pero lo apoyan porque se presenta por el partido republicano, y eso es suficiente argumento para hacerlo, por la división, por la polarización política y también por las nuevas realidades: porque desde 2018 hay más americanos no creyentes que religiosos, y estos últimos se sienten amenazados. Por primera vez, en 2014, en la sociedad estadounidense el cambio fue conservador. Los blancos recibían mensajes en los que se mostraba que estaban perdiendo su mayoría numérica y también política. Se agudiza la polarización por el color de la piel y por el origen. Lo curioso es que USA venía de dos legislaturas en las que se prometía una América posracial donde ya no habría diferencias, y, sin embargo, según avanza el siglo XXI las identidades se hacen más radicales y crece el nivel de enfrentamiento.

Por qué estamos polarizados está lleno de lúcidas reflexiones para entender el siglo XXI en Norteamérica. Un tiempo convulso, donde muchos de sus valores tradicionales se han evaporado o han sido pisoteados, una época en la que los catedráticos de Yale han sido sustituidos por tuiteros, dos décadas que han parecido dos siglos. Son tantos los cambios que han surgido en la sociedad americana que esta es incapaz de digerirlos, y para poder hacerlo sus miembros se han alineado en bandos. Es el momento del «partidismo negativo»: votamos en contra de algo, no a favor. Y esto va a más porque hay una retroalimentación de la polarización. Nos habían enseñado que escuchar opiniones diferentes nos ayuda a que tengamos una mente más abierta. Sin embargo, en la actualidad leer a una persona que piensa de otro modo, que opina desde el otro extremo, hace que nos radicalicemos aún más, que nos reafirmemos de forma más polarizada. Observamos aquí un fenómeno que se ha agudizado en los últimos años: cuanto mayor es el grado de compromiso y de activismo, mayor es la polarización.

«Trump es producto de la inclinación, pero no es el primero y no será el último. Los medios políticos están sesgados, pero no tanto hacia la izquierda o la derecha, sino hacia los ruidosos, escandalosos, llamativos, inspiradores y conflictivos. Se inclinan hacia las historias y figuras políticas que activan nuestras identidades, porque están sesgados hacia la fracción del país con las identidades políticas más intensas, al tiempo que dependen de ella. Ah, y algo curioso: en política, también están sesgados todos los demás«.

En Estados Unidos el centro neurálgico de ese enfrentamiento es la polarización política. Ezra Klein nos ayuda a comprender mejor esa división con el relato de la evolución del Partido Demócrata, que a principios de siglo conseguía sus votos en los Estados del sur por su tibieza a la hora de propugnar medidas para acabar con el racismo, por su voluntad de continuar con ese modelo de segregación. Resulta curioso que el partido del burro no apoyó la aprobación de los Derechos Civiles, que salieron adelante gracias a la voluntad de los republicanos, y sin embargo en la memoria colectiva ha quedado grabado que fueron los demócratas los impulsores de este importante logro. Tanto demócratas como republicanos han cambiado. Klein nos pone un ejemplo esclarecedor en su obra: en 1994 el 39% de los demócratas y el 26% de los republicanos pensaban que la discriminación era el principal obstáculo para salir adelante en su sociedad; en 2017 los datos se modifican: en las filas demócratas el porcentaje sube hasta el 64 y en los republicanos baja hasta el 14%. Muchas de las políticas de Reagan —subida de impuestos, medidas migratorias— y de Bush —protección contra la lluvia ácida, ley de discapacidad— no serían hoy aprobadas por los congresistas y senadores republicanos.

«No considero que la polarización, por sí sola, sea un problema. Con la misma frecuencia es una solución. La tendencia moderna a la polarización de Estados Unidos tiene sus raíces en la época de los derechos civiles, en que el Partido Demócrata eligió abrazar la igualdad racial y el Partido Republicano proporcionó un respuesta para la reacción de los blancos»”Elegir a un partido político ahora en USA es hacerlo en función de nuestra raza, religión y compromiso cultural”

Aunque Klein centra buena parte de su libro en explicarnos cómo ha sido el proceso que ha llevado a la polarización de la política en USA, con dos partidos tan radicalmente diferentes, también nos muestra cómo el veneno también ha sido inoculado en otras capas y áreas de la sociedad. El deporte no se ha librado: los jugadores han tenido que «mojarse». El documental de Jordan en Netflix nos devolvió al mito, pero al final solo sirvió para criticar su falta de compromiso y machacarle por su famosa frase: «Los republicanos también compran zaptillas«. Todo cambió con Kaepernick, cuando hincó la rodilla en el suelo y se negó a cantar el himno nacional, como protesta por los abusos policiales contra la población negra: sus compañeros tuvieron que decidir si le secundaban o no, y esto provocó una división entre ellos, pero también entre los aficionados y el resto de la sociedad. Hasta ese momento el 60% de los votantes republicanos apoyaban la NFL —la liga de fútbol americano—. Después de ese gesto el porcentaje cayó hasta el 30%. También la comida es un motivo de división y de adhesión, en el que el factor cultural —a favor o en contra del sacrificio animal— se convierte en motivo de polarización. Elegir a un partido político ahora en USA es hacerlo en función de nuestra raza, religión y compromiso cultural. Votar se ha convertido en un juego, como aquellos libros en los que te van dando opciones para continuar —eres hispano o negro; baptista o laico; vegano o comes carne roja— y llegas al final siempre desde los extremos. El sistema activa nuestras identidades para manipularnos: quiere que contribuyamos, leamos, votemos y nos cabreemos. Klein lo tiene claro: esto tampoco es tan malo. Hay ocasiones en las que debemos contribuir, leer, votar y cabrearnos. La clave está en saber distinguir entre manipulación y polarización.

Aunque China sea ahora la gran potencia mundial, quizás no tanto por su influencia geopolítica sino por nuestra dependencia tecnológica —al parar la producción de sus fábricas de chips, estas Navidades nos tendremos que regalar jerséis cosidos a mano en lugar de móviles—, los Estados Unidos siguen siendo nuestra gran referencia política y cultural. Por ese motivo es tan importante la lectura del libro de Ezra Klein. Por qué estamos polarizados nos ayuda a comprender lo que está pasando en USA e intuir lo que ya estamos viviendo en nuestro país y en el resto del mundo. Pongan este ensayo enfrente de los espejos cóncavos del callejón del Gato y salgan corriendo al ver su reflejo.

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