Los duendes de Dante Panzeri están entre nosotros. Andan en grupo y están hechos de una sola pieza. Tienen nombres extraños para ser duendes, porque se llaman ética, coherencia, rigor periodístico, valentía, crítica fundamentada. Vienen a visitarnos cuando hacen falta –y vaya que hacen falta–, en este presente con escasez de valores que, como dice Carmen, una vieja amiga del Dante, “lo mataría de nuevo si volviera a vivir”. Los duendes dieron vueltas durante un par de horas en la librería La Libre, donde se presentó la reedición de Fútbol, Dinámica de lo impensado, su obra cumbre.
A Diego Bonadeo, emocionado, lo quebró el encuentro con Flavia y Sandro, sus dos hijos, sentados en primera fila. Pablo Llonto contó cómo a la hora de desandar el camino del boxeo, Panzeri con sus artículos lo aleccionó sobre qué es un “homicidio legalizado”. Ariel Scher jugó con las palabras igual que cuando escribe en una encendida arenga panzerista. Osvaldo Di Giano lo analizó como intelectual. Alejandro Wall leyó sus columnas imperdibles de Satiricón. El prologuista de esta prolija reedición de Capitán Swing, Ezequiel Fernández Moores, cerró el panel con una sentida reivindicación. Y quien escribe estas líneas evocó cómo Dante –un adelantado– nos hablaba de la relación indisoluble entre política y deporte hace 36 años.
Panzeri y sus duendes gozan de buena salud gracias a iniciativas como la de Sebastián Kohan Esquenazi, quien en el epílogo del libro (también abrió la presentación del pasado jueves en San Telmo) escribió: “Dante Panzeri fue un periodista de esos a los que les gusta jugar de visita, siempre contra corriente. Un periodista que pensaba la sociedad a partir de las relaciones humanas que se generaban en y alrededor del deporte. Fue generador de un pensamiento crítico, siempre, sin excepción de lugar ni de momento. Fue y es admirado por su agudeza y honestidad. Dante Panzeri marca un antes y un después en el periodismo argentino”. Es muy cierto. Porque como decía Dante sobre el deporte, “yo sólo puedo darle protesta para defenderlo de quienes lo destruyen. Con lo que creo que construyo”.
Nos hace mucha falta alguien así.
Gustavo Veiga