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Los abusos de algunos clichés

Por Istmo  ·  27.04.2011

Resulta arriesgado recomendar en 300 palabras alguna pieza de la obra de Virginia Woolf (Londres 1882-Sussex 1941); de Fin de viaje a Los años, pasando por el Orlando, el agua que inunda a su trabajo narrativo es compleja. Enfrentarse a él supone adentrarse en un océano de tribulaciones.

A 60 años de su muerte, la aparición de la antología La muerte de la polilla es la afortunada coincidencia que permite navegar el cosmos literario de la escritora inglesa sin agitaciones ni contratiempos.

Una veintena de trabajos –entre ensayos, artículos periodísticos y un cuento escritos entre 1921 y 1942– componen la presente selección, que muestra esa otra cara de la personalidad de Virginia Woolf, enrarecida por sus propios padecimientos mentales, sí, pero principalmente por las leyendas negras a su alrededor; todas encarnadas en la novela Las horas, cuya adaptación al cine significó su encasillamiento popular en la depresión perpetua.

«Cuando nos asalta el deseo de pasearnos por las calles –escribe en uno de los ensayos–, el lápiz sirve de pretexto, y al levantarnos decimos: –sin falta debo comprarme un lápiz–, como si al abrigo de esta excusa nos pudiéramos permitir con tranquilidad el mayor placer que nos ofrece la vida urbana en invierno: pasearse por las calles de Londres».

La versión de Cunningham en Las horas no coincide con éste ni con ningún otro guiño contenido en los relatos aquí reunidos. Woolf no era una festiva e hilarante mujer, por supuesto; pero tampoco era un despojo humano sin otro oficio que llorar.

Por eso, vale afirmar sin duda y con el profesor Harold Bloom, que se trata de la persona de las letras más completa de la Inglaterra del siglo XX. Haga la prueba con este libro, no se arrepentirá.

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