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Lo malo de envejecer

Por Huffingtonpost  ·  22.11.2021

En la biografía del Presidente Barack Obama cuando habla de su abuela, a la que adora, escribe
esto que decía: “Lo malo de envejecer es que sigues siendo la misma persona en el interior”. Algo
que nos parece evidente a l@s mayores, pero que no es así percibido. Somos lo mismo que
siempre habíamos sido, pero para nosotr@s, no para los demás. La vejez, como otras edades de
la vida, no tiene “buena prensa”. Sobre ella, cada vez se escriben más libros y artículos muy
interesantes; lo peor de ser vieja, -“Yo, vieja” se llama el último libro de Anna Freixas, que
recomiendo, aunque prefiero de la misma autora, “Tan frescas. Las nuevas mujeres mayores del
siglo XXI”-, es como te tratan algunas personas jóvenes; cuando oigo que nos dicen, “dame el
piececito”, “el bracito”, “la manita”, o diminutivos por el estilo, se me revuelven las tripas. Una vez
me fui de un gimnasio porque la que me entrenaba me dijo, “dame el piececito para ponerte el
zapatito”; tuve ganas de hacer algo gordo con ella, pero, como no me pareció prudente, me
levanté y me fui y nunca más volví. Anna Freixas lo escribe, solo se trata “de los derechos de las
mujeres: la libertad, la justicia y la dignidad”, pero estos de los derechos no resulta nada fácil de
entender, ni en las personas mayores ni con nadie ni con nada.
Maria Teresa León, -que dolor me produce recordar el triste final de su vida-, dijo: “No te
acobardes ante la vejez, dura como el viejo cielo y la vieja tierra, es la forma de eternidad que nos
concedieron, no la desperdicies”. Mi amiga del alma, Carmen Alborch, con esa visión positiva de
la vida que tuvo hasta el final tan temprano de su vida, 70 años, -hoy son pocos-, escribió “Los
placeres de las edad” que yo, realmente, y aunque reivindique el envejecimiento “activo”, que no
sé muy bien que es, no encuentro muchos placeres a esto de la mucha edad.
Hace unos años decidí llamarme “una joven mayor”. Lo escribí: “Hace algunos días me dijeron:
“Ahora las jóvenes somos mayores”. Me gustó la idea y desde entonces digo a menudo: “Soy una
joven mayor”. Y así andamos: envejece la población, baja la natalidad, produciendo un problema
social muy serio sobre el que reflexionamos poco, y no somos capaces de dar alternativas
potentes.
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Realmente lo peor de envejecer es que las posibilidades de perder la salud son mayores que
cuando eres joven, aunque, tristemente, también los jóvenes la pierden, pero la enfermedad se
percibe más distante. Siendo yo mayor que Almudena Grandes, me ha pasado algo parecido a lo
que nos ha contado: “Todo empezó hace poco más de un año. Revisión rutinaria, tumor maligno,
buen pronóstico y a pelear”.
A mí, a primeros de septiembre, en una revisión ginecológica rutinaria, me encontraron un
carcinoma de mama, también con buen pronóstico y peleando estoy. “En aquel momento, sigue
Almudena, no quise dar la noticia porque necesitaba estar tranquila, confabularme con mi cuerpo y
conmigo misma, pero en un año pasan muchas cosas. Tendría que habérseme ocurrido, pero no
reaccioné a tiempo”. Cuando la leí me impresionó y yo, casi desde el primer momento, lo he hecho
público en las redes sociales de las que soy una asidua consumidora, sobretodo, de twiter, porque
soy así de “expansiva” y porque pensé que era mejor, para mí y para las demás personas
dolientes, compartirlo; sobre todo, me dicen, ayudas a las mujeres, porque es un cáncer muy
“nuestro”; no es, claro, un “cáncer feminista”, afortunadamente el feminismo no produce estas
cosas tan malas, pero si hay una manera “feminista” de afrontarlo, y creo que es no ocultándolo.
Es, por otra parte, un cáncer poco frecuente en las mujeres de mi edad, -aunque el cáncer no
tiene edad-, lo que me lleva a concluir, una vez más, eso de que soy “una joven mayor”, mas
mayor que joven, pero, es lo que soy.
Tengo un cáncer “bueno”, os aseguro que eso me dicen, y sé que es cierto; “solo” me tienen que
dar radioterapia, se ha encontrado muy pronto, y esas cosas te hacen tener más fuerza y
esperanza, pero es duro, para que negarlo; de pronto, te encuentras con algo que no esperabas,
te operan, te revisan, analizan y cambia tu vida mucho, más incluso de lo que decimos y
aparentamos, pero también en esto soy una mujer afortunada, con mucha gente que me quiere y a
las que quiero. Por eso, he querido compartir este episodio de mi vida también con mis lectores y
lectoras, esas personas que me leéis, hace ya mucho tiempo, hablar de las desigualdades e
injusticias de la vida, muchas y cronifícadas -sobre todo las que afectan a la vida de las mujeres-,
pero también ahora me siento privilegiada por tener tanto de lo que otras personas carecen y por
ser consciente de que merece la pena vivir esta vida que tengo y que hay que saber aprovechar
siempre y en cualquier circunstancia. Lo que no tiene remedio es la muerte, todo lo demás hay
que afrontarlo e intentar superarlo. Sí, soy una “joven mayor”, así es como me siento y así os lo
escribo.

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