Laura Bates (Oxford, 1986) creó en 2012 Everyday Sexism Project, el portal digital donde las mujeres pueden denunciar situaciones de sexismo. Y no paró aquí. Ha publicado, entre otros libros, Sexismo cotidiano (2014). En 2015 fue galardonada con la Medalla del Imperio Británico por servicios de igualdad de género. En su último proyecto ha navegado por una densa e inmensa red de incels [celibato involuntario en inglés] y grupos misóginos. Estremece todo lo que ha encontrado. Lo explica en Los hombres que odian a las mujeres (Capitán Swing). Bates se pregunta por qué no llamamos terroristas a los que matan a mujeres porque son mujeres.
Se ha adentrado en la red para sacar a la luz amplias comunidades misóginas. Son grupos de hombres que expresan sin tapujos su odio a las mujeres y defienden la violación y la violencia. ¿Por qué este odio?
— En parte, por las desigualdades de género. Por cómo socializamos desde muy jóvenes. En general, las mujeres aprenden a apoyarse, a intimar, a ser más abiertas con sus emociones, a construir redes. Los hombres aprenden a ser duros, a no llorar, a veces sufren ataques homófobos o burlas si tienen amistades íntimas. Y todo esto les da pocos recursos y les hace más vulnerables cuando se sienten solos o las cosas no les salen bien.
Usted participa en muchas charlas con gente joven. Dice que las cosas han empeorado en los últimos dos años.
— Es muy importante que no responsabilicemos a los movimientos feministas, como el Me Too. Lo vemos en el transcurso de la historia. Cuando hay un progreso en términos de justicia social, hay reacciones negativas. Lo que ahora estamos viendo, sin embargo, es una reacción radical y violenta que internet ha facilitado. Atacar a las mujeres da clics. Se normaliza lo que no se tendría que normalizar. Yo he oído decir en el Today, uno de los programas de televisión más famosos, que el Me Too era una cacería contra los hombres. A todo ello añade los comentarios de líderes políticos de derechas o tertulianos. Incluso Donald Trump, cuando era presidente de Estados Unidos, dijo que vivimos unos tiempos en los que los hombres jóvenes tendrían que estar asustados.
¿Qué es la ‘manosphere’?
— Son grupos de hombres que comparten la idea de la supremacía masculina. Creen que los hombres son superiores y tienen que mandar tanto en la sociedad como en el ámbito doméstico. Para ellos, las mujeres son objetos sexuales. Los incels son hombres que no tienen sexo y echan la culpa a las mujeres, porque creen que es su deber de complacerlos. Se cruzan con el derecho a vengarse. Reivindican una revuelta contra las mujeres, atacarlas físicamente y sexualmente. Y muchos lo han hecho en la vida real. Otros creen que si pagas dinero y aprendes algunas estrategias puedes hacer que las mujeres hagan lo que quieras. Los hay que creen que las mujeres son peligrosas y terribles y que se tienen que apartar. Los hay que dicen que el feminismo ha ido demasiado lejos y que los hombres ahora son una minoría oprimida. Tienen foros, blogs, vídeos, plataformas… Es un ecosistema complejo.
Aparte del odio a las mujeres, ¿tienen alguna otra cosa en común?
— Su radicalidad. Quizás las diferencias están en por qué acaban aquí. Hay adolescentes enfadados con el mundo a los que les cuesta relacionarse con las mujeres, y que buscan consejo y que acaban siendo radicalizados. Hay hombres que salen de un divorcio enfadados y resentidos. No los podemos describir como hombres desesperados, porque esto no es así. Tampoco son hombres tristes y solitarios que nos tengan que dar pena, puesto que tienen una gran influencia dentro y fuera de las redes.
¿No son una minoría?
— No, en un solo foro puede haber entre 15.000 y 20.000 hombres. Pueden llegar a tener 2,5 millones de visitas al mes. Es tan importante el número de registrados como las visitas. En Reino Unido calculo que puede haber unos 10.000 incels. Estados Unidos y el Canadá son los países que concentran más incels; después, en Europa, Reino Unido, España y Francia. Pero sus ideas llegan a muchísima gente, como los estudiantes de los institutos, de los cuales hablo en el libro. No son incels, pero están dando los mismos mensajes y las mismas cifras. En Estados Unidos, un 27% de los hombres dicen que no tendrían una relación en el ámbito laboral porque seguro que después las mujeres mienten y los acusan de violación. En España, uno de cada cinco hombres de entre 15 y 29 años dice que la violencia de género es una invención ideológica. Es preocupante la influencia que tienen.
¿Qué hemos hecho mal?
— Necesitamos ser conscientes de que la violencia misógina es una amenaza terrorista. Como sociedad nos cuesta concebir que la misoginia es una forma de extremismo, está demasiado normalizada. Se tendría que legislar en este sentido. Ha habido asesinatos en nombre de esta ideología misógina y, por lo tanto, es terrorismo. También se tendría que intervenir en internet. No ayuda que en los institutos o en las escuelas se trate el tema un día en clase y después los estudiantes se pasen siete horas al día inmersos en estas redes. TikTok ha enseñado los vídeos de Andrew Tate [un influencer de extrema derecha que está acusado de formar parte de una red de tráfico de mujeres a las que obligaba a grabar material pornográfico que después se difundía por internet para obtener beneficios económicos]. Estos vídeos han recibido once billones de visitas. Están facilitando la desinformación y el radicalismo. Si no se regula, seguirá pasando porque genera muchos beneficios económicos.
¿Somos demasiado tolerantes con la violencia contra las mujeres?
— Sí, a veces porque ni siquiera somos conscientes. Cuando Alek Minassian mató a una decena de personas a Toronto el 2018, inicialmente ningún medio de comunicación explicó que la mayoría de las víctimas eran mujeres. Cuando lo arrestaron dijo que era un incel y que lo había hecho porque odiaba las mujeres y las quería castigar. La policía dijo que era un incidente aislado y que Toronto era una ciudad segura, pero nadie lo asoció con un ataque terrorista. En España, una de cada cinco mujeres ha sufrido algún tipo de abuso. Forma parte de nuestras vidas y la sociedad no lo reconoce como una forma de radicalismo.
Hay hombres que también son activos a favor de los derechos de las mujeres.
— Sí, hay importantes movimientos nacidos en los 60 y son muy activos. Hay organizaciones como Equimundo y White Ribbon. Hay hombres con reconocimiento público que denuncian esta violencia. Hombres en los equipos de fútbol, músicos como Jordan Stephens, deportistas como el tenista Andy Murray. Hay estudiantes y profesores muy concienciados. Hay esperanza.
Habla y denunciar esta violencia también la ha puesto en el punto de mira de los hombres que odian las mujeres.
— Sí, en un mal día puedo llegar a recibir 200 amenazas diciéndome que me quieren violar o matar. Vivo con protección policial y sistemas de alarma. Es difícil no vivir con miedo, pero me considero privilegiada de poder hablar y denunciarlo. Otras mujeres, en otros lugares del mundo, no pueden hacerlo.
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